La estimulación magnética transcraneana (EMT) o transcraneal, (Transcraneal Magnetic Stimulation o TMS, en inglés) es una forma no invasiva de estimulación de la corteza cerebral, y constituye una herramienta llena de posibilidades de estudio e investigación en el ámbito de las neurociencias, así como para el tratamiento de diversos padecimientos y trastornos neuropsiquiátricos. Permite la estimulación incruenta del tejido nervioso (corteza cerebral, médula espinal, vías motoras centrales y nervios periféricos), sin dolor, y permite interferir de forma controlada la actividad normal del cerebro humano.
La estimulación magnética transcraneana fue descrita y usada por primera vez el año 1985 por Anthony Barker en el Departamento de Medicina Física de la Universidad de Sheffield para evaluar en forma no invasiva e indolora en un ser humano la integridad de las vías motoras centrales a través de la estimulación de la corteza cerebral. Posteriormente, el año 1987, lo aplicó en pacientes con esclerosis múltiple demostrando el enlentecimiento de las vías motoras, así como las ventajas de esta técnica frente a la estimulación eléctrica transcraneana.
La estimulación magnética transcraneana se basa en el principio de inducción electromagnética descrito por Michael Faraday en 1838. Se aplica una corriente eléctrica de determinada fuerza y duración proveniente de una bobina de estimulación ubicada sobre el cuero cabelludo, lo cual genera campos magnéticos que penetran hasta el cerebro con una atenuación insignificante. Estos campos magnéticos inducen una corriente eléctrica en el tejido neural, cuyo volumen depende de la forma y tamaño de la bobina de estimulación, de la fuerza (intensidad) del campo magnético y de la frecuencia y la duración de los pulsos magnéticos producidos.
Estos pulsos magnéticos de intensidad específica, producen una despolarización selectiva de neuronas del neocórtex o corteza cerebral, ubicadas entre 1,5 y 2 cm por debajo del cráneo. Estos pulsos pueden ser únicos en la estimulación magnética trascraneana o bien regulares repetitivos, en la modalidad que toma el nombre de estimulación magnética transcraneana repetitiva o EMTr (por sus siglas en inglés, rTMS).
Desde la perspectiva terapéutica, existe ya una gran cantidad de estudios que demuestran que las dos vertientes de la estimulación magnética transcraneana, la EMT y la EMTr, son efectivas y además pueden ser catalogadas como seguras, siendo necesario adoptar ciertas medidas para garantizar tal seguridad.
La aplicación de la estimulación magnética transcraneal requiere del empleo de un transductor que el operador ubica sobre el lugar que se quiere estimular. El operador puede controlar la posición del transductor, la focalización, la intensidad y la frecuencia del estímulo. En el caso de la estimulación de la corteza cerebral, la posición debe ser perpendicular al surco central, fluyendo diagonalmente de atrás hacia adelante. La intensidad se regula cambiando la intensidad de la corriente que fluye por el transductor, lo cual modifica la magnitud del campo magnético inducido y, por lo tanto, del campo eléctrico secundario inducido. El foco depende de la forma del transductor, ya sea en forma de ocho o circular. El primero permite una estimulación más focalizada, permitiendo un mapeo más fino de la representación cortical. El segundo induce un campo eléctrico distribuido más ampliamente permitiendo la estimulación simultánea de ambos hemisferios, lo cual es muy útil en estudios de tiempos de conducción. Por último, la frecuencia del estímulo puede ser modificada para lograr diferentes efectos sobre una región determinada del cerebro.
Se utiliza tanto en investigación como en terapia de trastornos neurológicos.
Asimismo, hoy se sabe que tiene efectos neuroprotectores que ayudan, al menos temporalmente, a personas afectadas por enfermedades neurológicas degenerativas como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, y que incide muy favorablemente en la modulación de la plasticidad cerebral, que se refiere a la capacidad del cerebro para renovar o reconectar circuitos neuronales y, con ello, adquirir nuevas habilidades y destrezas y preservar la memoria.
Las principales contraindicaciones relativas que el tratamiento tiene son: mujeres en periodo de gestación, niños menores de seis años, y personas con marcapasos, electrodos o bombas de infusión medicamentosa, o bien, con placas metálicas, alambre o tornillos, en la cabeza.
Por otra parte, algunos pacientes sometidos a esta estimulación cortical experimentan algunos efectos secundarios tras su aplicación, que pudieren considerarse como menores y pasajeros, como cefaleas (dolores de cabeza), que pueden ser mitigadas con analgésicos comunes. Igualmente, existen reportes de que personas que padecen epilepsia o toman antidepresivos epileptogénicos, pudieren llegar a presentar crisis convulsivas durante el tratamiento con la estimulación magnética transcraneana.
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