El eutiquianismo o monofisismo (del griego μόνος, monos, «uno», y φύσις, physis, «naturaleza») es una doctrina teológica que sostiene que en Jesús solo está presente la naturaleza divina, pero no la humana.
El dogma definido en Calcedonia y mantenido por la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica sostiene que en Cristo existen dos naturalezas, la divina y la humana «sin separación» y «sin confusión», según el símbolo niceno-constantinopolitano. Sin embargo, el monofisismo mantiene que en Cristo existen las dos naturalezas, «sin separación» pero «confundidas», de forma que la naturaleza humana se pierde, absorbida, en la divina.
El monofisismo tiene su origen en las disputas cristológicas que tuvieron lugar en Oriente durante el siglo IV, como consecuencia de la postura ortodoxa fijada en el Segundo Concilio Ecuménico, celebrado en Constantinopla en 381 y que, para condenar el arrianismo, mantenía la igualdad de esencia entre el Padre y el Hijo. Posteriormente, Nestorio, como Patriarca de Constantinopla, y la escuela teológica de Antioquía, defienden que en Jesucristo existen dos personas, la divina y la humana, las cuales están totalmente separadas (nestorianismo). Esto sería refutado en el Concilio de Éfeso del año 431.
Frente a esta postura se alzaron Cirilo de Alejandría, como Patriarca de Alejandría y la escuela filosófica de dicha sede patriarcal, los cuales afirman que Jesucristo es una persona en la cual existen dos naturalezas, la divina y la humana, las cuales no están separadas.
La disputa, que no es sólo religiosa, sino también política, al estar detrás de ella la supremacía patriarcal de Constantinopla o de Alejandría, obliga al papa Celestino I a convocar un sínodo que se celebró en Roma en 430 y que condenó las tesis de Nestorio aprobando las de Cirilo, que sostiene que en Jesucristo no hay dos personas sino solo una en la que sus dos naturalezas no están separadas.
Ante la condena, Nestorio convenció al emperador Teodosio II para que convocara un concilio que ponga fin a la discrepancia entre los nestorianos y los cirilistas.
Dicho concilio se celebró en Éfeso, Anatolia, en 431 y constituyeron al Tercer Concilio Ecuménico en cuya primera sesión, aprovechando la ausencia de Nestorio y de sus representantes, Cirilo consiguió la aprobación de un decreto en el que se condenaron las tesis nestorianas y consiguieron la excomunión del patriarca constantinopolitano.
Cuando los nestorianos llegaron al concilio celebraron una asamblea en la que condenaron las tesis cirilistas y excomulgaron a su vez a Cirilo.
Ante esta situación, el emperador Teodosio II optó por encarcelar y declarar depuestos a Cirilo y Nestorio, aunque posteriormente, fue persuadido por los legados papales para que aceptara las tesis de Cirilo y liberara a los dos patriarcas, volviendo Cirilo a Alejandría y retirándose Nestorio a un monasterio de Antioquía.
Con este concilio no se llegó sin embargo a una solución, ya que el problema seguiría existiendo y tendría una nueva activación cuando, tras la muerte de Cirilo, el abad alejandrino Eutiques (378–454) llevó al extremo las ideas de aquel al afirmar además que, después de la Encarnación, la humanidad de Cristo es en esencia distinta a la nuestra (Monofisismo).
Esta nueva postura obligó a la celebración, en 449, de un nuevo concilio en Éfeso presidido por Dióscoro, sucesor de Cirilo, quien, negándose a admitir a los legados del papa León I y a los teólogos antioquenos más importantes, logró que se reconociera el monofisismo como la doctrina oficial de la Iglesia.
El papa León no reconoció el resultado de dicho concilio, al que se referirá no como concilium sino como latrocinium (Latrocinio de Éfeso), y convocará con el apoyo de la emperatriz Pulqueria y su marido Marciano el Cuarto Concilio Ecuménico que celebrado en Calcedonia en 451, depuso a Dióscoro, condenó como herética a la doctrina monofisita y establecería los cuatro adjetivos que establecen la ortodoxia tanto frente a los herejes monofisitas: inconfuse e inmutabiliter, como a los herejes nestorianos: indivise e inseparabiliter.
Sin embargo, la condena no fue aceptada por las congregaciones egipcias o coptas, por lo que el Patriarca de Alejandría Timoteo Eluro en el 457 rechazó el concilio y excomulgó al Papa y al resto de los Patriarcas dando origen a la Iglesia copta.
Los enviados armenios, que llegaron tarde al Concilio, tampoco aceptaron la condena surgiendo la Iglesia apostólica armenia.
Algunas comunidades en Siria también estaban contra Calcedonia, por lo que posteriormente durante la época de Justiniano estas comunidades fueron organizadas y lideradas por Jacobo Baradeo o Iakub Bar Adai de Edesa, amigo de la célebre emperatriz bizantina Teodora, fundando la Iglesia Jacobita (también llamada Siriaca).
La Iglesia ortodoxa malankara que forma parte de la Iglesia Jacobita, junto a la Iglesia copta etíope y la Iglesia copta eritrea que pertenecen a la Iglesia copta también siguen doctrinas monofisitas.
Es decir que aceptan la primacía del Papa de Alejandría.
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