Una operación de bandera falsa es una operación encubierta llevada a cabo por gobiernos, corporaciones y otras organizaciones, diseñada para aparecer como si fueran llevadas a cabo por otras entidades.
El nombre se deriva del concepto militar de izar colores falsos; esto quiere decir la bandera de un país diferente al propio. Los ataques terroristas en algunas ocasiones son operaciones de bandera falsa, como la estrategia italiana de tensión (enmarcada dentro de la operación a nivel europeo Operación Gladio), en la cual varias explosiones de bombas en los años 1970 se atribuyeron a organizaciones de extrema izquierda, anarquistas y comunistas, y que fueron en realidad llevadas a cabo por organizaciones de extrema derecha en cooperación con los servicios secretos italianos para desacreditar a los movimientos sociales y justificar la represión hacia estos.
Las técnicas de bandera falsa son ampliamente usadas en espionaje para reclutar agentes para espionaje o robo de documentos sensibles, convenciéndolos de que trabajan para gobiernos amigos o el gobierno propio. Esta técnica también se usa para atrapar espías, mediante el uso de un agente que posa como espía del otro lado.
En guerras navales esta práctica se considera aceptable permitiendo arriar la bandera falsa e izar la bandera nacional adecuada antes del combate. Los cruceros operaron de esta manera en ambas Guerras Mundiales. Los Q-boats británicos fueron notorios en este comportamiento, lo cual fue usado por Alemania para una Guerra submarina sin límites. En el ejemplo más notable, el crucero alemán auxiliar Kormoran, atacante de comercio inglés, sorprendió y hundió al Crucero auxiliar HMAS Sydney en 1941, causando la mayor pérdida de vidas registrada en un navío de guerra australiano.
La guerra terrestre, según la opinión más difundida, se asimila a la guerra naval en cuanto a la validez del uso de bandera falsa.
El criterio de validez tuvo su primera concreción, dentro del derecho internacional, en la sentencia del juicio contra Otto Skorzeny ante el tribunal militar de Dachau, en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, concretamente por la Operación Greif.
Skorzeny había sido el planificador y comandante de la operación y ordenó a sus hombres, soldados alemanes, vestirse con uniformes estadounidenses. En la sentencia, la acusación fue rechazada. El tribunal no lo encontró culpable de delito alguno.
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