El fat-positive feminism (feminismo pro-obesidad, o feminismo que acepta la obesidad en inglés) es una forma de feminismo que argumenta que las mujeres con sobrepeso están económica, educacional, social y físicamente en desventaja debido a su peso.
Según este movimiento, la discriminación por talla se asocia y es similar al racismo, sexismo o discriminación por cuestión de edad. Se argumenta que se asemeja al racismo, ya que el tamaño del cuerpo depende de la raza. Respecto a las cuestiones de edad, se sostiene que la mujer gana peso con los años, especialmente tras el nacimiento del primer bebé, haciéndolas más proclives a sufrir discriminación por cuestiones de talla.
Además, se argumenta que las mujeres biológicamente tienden a tener más grasa que los hombres, razón por la cual la discriminación les afectaría en mayor medida que a los hombres. Debido a esto, las feministas promueven la aceptación de la mujer de cualquier talla y se oponen a cualquier discriminación por razón de la talla.
El feminismo gordo se originó durante la segunda ola del feminismo y no se unió hasta épocas recientes a la corriente principal. Se encuentra muy cerca del Fat Acceptance Movement.
Según Mónica Persson, el 56 % de las personas obesas y con sobrepeso responden que han sido tratadas de forma irrespetuosa debido a su físico y el 46 % ven su físico como algo poco confortable.
Las feminista gordas argumentan que la manera en que las mujeres experimentan discriminación aumenta proporcionalmente en relación a su tamaño: las mujeres que por su naturaleza, son mayores de la media, se encuentran en un ciclo de discriminación social.
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