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Federico Tobal



¿Qué día cumple años Federico Tobal?

Federico Tobal cumple los años el 6 de marzo.


¿Qué día nació Federico Tobal?

Federico Tobal nació el día 6 de marzo de 1840.


¿Cuántos años tiene Federico Tobal?

La edad actual es 184 años. Federico Tobal cumplió 184 años el 6 de marzo de este año.


¿De qué signo es Federico Tobal?

Federico Tobal es del signo de Piscis.


¿Dónde nació Federico Tobal?

Federico Tobal nació en Buenos Aires.


Federico Tobal (Buenos Aires, 6 de marzo de 1840 - Buenos Aires, 31 de diciembre de 1898) fue un abogado, educador, hombre de letras y latinista argentino.[1]

Sus padres fueron D. Santiago Tobal Costa, quien luego fundaría el pueblo de Belgrano, y doña Carmen de la Quintana, hija del Brigadier general don Hilarión de la Quintana, "de brillante actuación en las guerras de nuestra independencia". Por lo tanto por línea materna era pariente del capitán D. Pedro de Izarra, poblador y alcalde en la fundación de Garay, y descendiente del famoso Domingo Martínez de Irala, el fundador de la Asunción (hoy capital de Paraguay) y despoblador de Buenos Aires luego de la muerte de Pedro de Mendoza.[1]

Nació en Buenos Aires el 6 de marzo de 1840. Residió en Montevideo en compañía de su padre hasta la batalla de Caseros, luego de la cual volvió a su ciudad natal. Cursó sus estudios secundarios en el viejo Colegio Nacional de Buenos Aires, que a la caída del gobierno de Juan Manuel de Rosas fue reinaugurado y regenteado por el canónigo doctor Eusebio de Agüero, experiencia sobre la que escribió artículos compilados en el libro Recuerdos del viejo Colegio Nacional de Buenos Aires, y que corresponden a una década anterior a la que se refiere Miguel Cané en Juvenilia.[1]

El rector Agüero, generoso en la educación de sus alumnos y como era su costumbre, al encontrar claras condiciones en Federico Tobal le asignó maestros especiales en lengua y literatura latinas: el Dr. Larsen y el exjesuita Dr. García, y como hacía con los alumnos más maduros, lo ponía de docente al frente de las clases de algunas materias, de forma que a los 17 años ya era un maestro con experiencia cuando fue escogido por el rector para trasladarse a Roma a perfeccionar sus estudios en el Colegio Pío Latino-Americano, que acababa de fundar en la capital del Papado el virtuoso sacerdote chileno Dr. Eyzaguirre.[1]

Allí fue Tobal en compañía de otros jóvenes aventajados: Juan José Romero, Jacinto Balán, Milcíades Echagüe y Agustín Boneo; pero mientras estos tres últimos abrazaban la carrera eclesiástica, Tobal y Romero volvieron a su país sin tomar los hábitos, cursando ambos sus estudios en la Universidad de Buenos Aires y obteniendo en ella el título de abogado, "profesión que ejercieron con brillo".[1]

Más tarde Tobal se dedicaría a la enseñanza y a las letras. Dice el artículo: "Versado en la lengua latina y en filosofía, ocupó ambas cátedras en la antigua Universidad de Buenos Aires. Latinista profundo, en oposición a Larsen y Gigena desterró de sus aulas al "mascula sunt maribus...", es decir el aprendizaje del loro de Nebrija por el método racional de Hidalgo, con lo cual, como lo recordó La Nación en nota escrita con motivo de la muerte de Tobal, éste despedía a sus discípulos de primer año para que asombraran a los profesores de segundo y tercero, al ver niños que traducían sin vacilación un pasaje clásico".[1]

Hacia 1880 volvió Tobal a Europa, permaneciendo años en ella. Desde allí envió a diarios de la época, como La Nación, correspondencias, y vuelto al país, siguió colaborando en esta forma en la que publicó la mayor parte de sus estudios sobre historia, crítica sociológica y literatura. Muchas de sus correspondencias fueron publicadas en volúmenes.[1]

Federico Tobal falleció el 31 de diciembre de 1898. "La muerte de un hijo que era una promesa quebró su espíritu, sin que pudiera dar término a una obra literaria en la que cifraba todas sus esperanzas: la historia de la literatura sudamericana".[1]

Es mencionado en Juvenilia de Miguel Cané, quien recuerda sus percances en el examen de gramática castellana, materia previa al ingreso de primer año de latín y en la que, según lo expresa, fue "ignominiosamente reprobado por la mesa compuesta de Minos, Eaco y Radamanto, bajo la forma de Larsen, Gigena y el Dr. Tobal".[1]

Estanislao S. Zeballos ha recordado en otra página a Tobal entrando en la Universidad "en plena juventud, con aire altivo y elegante, cabellos negros relucientes que caían en sortijas sobre el hombro, pera de mosquetero, traje de levita negra, corbata blanca, chistera de panza de burro y palidez de poeta".[1]

Algunas correspondencias que fueron compiladas en volumen:

1942. Recuerdos del Viejo Colegio Nacional de Buenos Aires (editorial Rosso, versión ligeramente corregida por el autor y publicada por su hijo). Disponible para descargar.[2]​ Editado como el Tomo I de las Obras Completas de Federico Tobal, empresa abandonada por el hijo luego de esta publicación, por lo que fue el único tomo editado. La parte principal es la versión "ligeramente corregida" de lo que originalmente fueran los artículos llamados "El Canónigo Dr. don Eusebio de Agüero y el Colegio Nacional y Seminario Conciliar fundado por él" publicados en 1895-1896. El libro se continúa con lo que en 1907 se agregara en forma de epílogo, los artículos llamados "Recuerdos del Pío Latino",[3]​ y que aparentemente en la edición de 1907 también estaban redactadas un tanto diferente que en la de 1942. En forma de apéndice se incluyen los dos artículos llamados "Impresiones de una Tercera Visita a Roma", que son "las dos cartas que el autor escribiera en 1882, en ocasión de su tercera visita a Roma. Ellas fueron publicadas en el diario El Constitucional de Buenos Aires. Es a estas impresiones a las que el Dr. Tobal alude en la página 173 de estos Recuerdos".[4]

Sobre ese libro en la versión de 1942, "en la página que semanalmente dedica al movimiento nacional y extranjero", "puntualizaba La Nación que ese primer volumen era demostrativo de la extensión, profundidad y jerarquía de los estudios que en aquella época impartíanse a los alumnos". "Enseñanza humanista -agregaba- de una autenticidad y de un valor inestimables, ausentes hoy de nuestros sistemas de enseñanza".[5]

La crítica lo ha llamado "La Juvenilia olvidada".[6][7]

Los originales aparentemente se encuentran perdidos.

A principios del siglo XX, La Nación exhumó bajo el título de "Páginas olvidadas" muchos notables escritos de treinta o cuarenta años atrás, en la que incluyó "un bello artículo en el que Federico Tobal había reflejado sus impresiones de una excursión por las costas gaditanas y por las riberas del Guadalquivir", acompañándolo con una breve nota que decía: "Federico Tobal ha sido por su prosa y la sonoridad de su estilo el Castelar de América".[1]

Luego de editado Recuerdos... en 1942, también La Nación comentó que la figura venerable y senatorial del autor "creó en este país una línea de alto pensamiento y noble letra".[5]



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