El foso es una trinchera profunda, a veces llena de agua, excavada para formar una barrera contra ataques a las murallas de los castillos u otras fortificaciones. Una fosa dificulta el acceso de las máquinas de asedio, como la torre de asedio o el ariete, que necesitan estar junto al muro para ser eficaces. Una característica muy importante es que dificulta mucho los intentos de minar los cimientos de los muros mediante túneles con vista a colapsarlos, por una parte obligando a profundizar más en la excavación y en caso de haber agua, esta inundaría esos túneles o causaría que se tuvieran que reforzar mucho.
Este mismo concepto se aplica en la construcción o mejoramiento de estadios. Estos tienen en promedio 3 m de ancho rodeados por una malla de kevlar.
En el violento entorno del siglo XIV y el siglo XV en Inglaterra, los muros defensivos requerían un permiso escrito del Rey, pero un foso rodeando una casa señorial podía disuadir incluso a los intrusos más resueltos. Las corrientes fueron a menudo desviadas en la Edad Media para llenar la zanja. Los fosos requerían mantenimiento. Tenían que ser dragados para evitar que se pudiera acabar formando un puente natural por sedimentos, objetos caídos accidentalmente o arrojados por los enemigos.
Los puentes desmontables permitían atravesar el foso en la Edad Media. Al principio eran solamente simples puentes de madera, fácilmente desmontables si el enemigo intentaba asaltar la fortificación. Fueron sustituidos por puente levadizo o puentes levadizos y colgantes.
Con la evolución de la técnica de fortificación, se construyen también fosos secos. En este caso el obstáculo lo constituye el propio foso al establecer una zona despejada donde el asaltante constituye un blanco fácil para el fuego cruzado de los defensores encerrados en la fortaleza y parapetados tras las murallas. Los baluartes se sitúan de forma que su artillería pueda barrer el foso en caso de llegar a este los asaltantes.
En el foso, la parte del mismo que da al interior de la fortaleza es llamada la escarpa y la pared que da al campo enemigo la contraescarpa. Sobre la contraescarpa discurre normalmente el camino cubierto y en el interior del foso se sitúan las fortificaciones auxiliares como revellines, hornabeques y contraguardias.
Los fosos tenían a veces largos palos de madera dentro, para evitar que los enemigos lo atravesaran nadando.
Aunque los fosos se asocian por lo común con los castillos europeos, también fueron usados comúnmente en los shiros o castillos japoneses, de los que quedan varios ejemplos en Japón. Además por los Indios norteamericanos de la cultura del Mississipi como una defensa externa de sus aldeas fortificadas. Los restos de un foso del siglo XVI siguen siendo visibles en el Parque Arqueológico estatal de Parkin, al este de Arkansas.
Los fosos se utilizan también para separar animales de espectadores en muchos zoos modernos. La estructura con un muro de contención vertical externo, levantándose directamente del foso, es un uso extendido del Ha-ha de la jardinería inglesa.
En 2004 se sugirieron planes para un foso de dos millas a lo largo de la frontera sur de la Franja de Gaza para evitar que se pudiera hacer un túnel desde territorio de Egipto a la ciudad fronteriza de Rafah.
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