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Fractura de costilla



La fractura costal o fractura de costilla es una fractura ósea que se define como la pérdida de continuidad de los arcos costales (costillas) y constituye la lesión traumática más frecuente del tórax. Se produce generalmente entre el 3º y 9º arco costal.[1]​ La existencia de una o dos fracturas aisladas carece por lo general de gravedad, sin embargo cuando las fracturas afectan a más de 3 costillas y son bilaterales, se presentan con frecuencia complicaciones. En el caso de que existan más de 6 costillas fracturadas, la mortalidad por complicaciones puede alcanzar el 15 %. [2]

En personas jóvenes se producen generalmente por traumatismos sobre el tórax como consecuencia de actividad deportiva, accidentes de tráfico o accidentes laborales. En las personas de edad media o alta la causa más frecuente son las caídas accidentales.[2][3]

El síntoma más característico es el dolor que aumenta con los movimientos respiratorios. Si la fractura se debe a un traumatismo de alta intensidad, suelen lesionarse las costillas primera y segunda, en cuyo caso es frecuente la aparición de complicaciones causadas por lesión del mediastino. Si se fracturen las últimas costillas, las complicaciones pueden producirse por lesiones asociadas en el hígado o el bazo. [4]

El diagnóstico se basa en la sintomatología y la exploración del paciente que detecta una serie de signos específicos. Las pruebas complementarias más utilizadas para confirmar el diagnóstico son la radiografía de tórax y la tomografía axial computarizada en caso de traumatismos graves.[2]

En caso de fracturas simples de una o dos costillas, el tratamiento se basa en la administración de analgésicos para evitar el dolor y recomendaciones generales como mantener reposo relativo y evitar realizar movimientos violentos.[5]​ La inmovilización del tórax mediante vendaje se utilizó en el pasado pero no se emplea en la práctica médica actual pues no es eficaz y puede provocar complicaciones.[5]​ Es útil realizar respiraciones profundas periódicamente, en torno a 8 o 10 veces al día, para evitar infecciones pulmonares.[5]​ En casos graves se emplean antiinflamatorios por vía intravenosa o derivados morfínicos. Esta indicado administrar analgesia epidural en caso de fracturas costales múltiples que no respondan de forma adecuada a otras medidas analgésicas.[3][6]​ Si existen complicaciones graves por lo general es necesaria la cirugía.[4]

La cirugía se recomienda únicamente en determinados casos:[3]



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