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Francesco Borromini



¿Dónde nació Francesco Borromini?

Francesco Borromini nació en Bissone.


Francesco Castelli, llamado Francesco Borromini[1]​ (Bissone, actualmente en el cantón del Tesino (Suiza), 25 de septiembre de 1599 - Roma, 3 de agosto de 1667) fue un arquitecto suizo, considerado uno de los máximos exponentes del barroco romano.

Nació en el cantón del Tesino (Suiza),[2]​ hijo del cantero Giovanni Domenico Castelli y de Anastasia Garovo. Inició su carrera ayudando en la cantera a su padre, pero pronto se trasladó a Milán para estudiar y perfeccionarse. Allí se lo empezó a llamar con el sobrenombre de Bessone, en alusión a su pueblo natal, ubicado cerca de Lugano, en la región de lengua italiana de Suiza. Francesco trabajó en las obras del "duomo", la catedral de Milán.

En 1619 llega a Roma, donde cambia su apellido de Castelli a Borromini, y comienza a trabajar para su pariente lejano, Carlo Maderno en las obras de la Basílica de San Pedro. A la muerte de Maderno en 1629 se une al equipo de Gian Lorenzo Bernini en los trabajos de ampliación y refacción de la fachada del Palazzo Barberini.

Borromini trabaja allí como asistente de Bernini, pero luego de unos pocos años se produce entre ambos una enemistad que duraría toda la vida.

Durante el pontificado de Inocencio X (1644-1655) , gana la confianza del Papa, lo que le permite desplazar a su eterno rival en el puesto de arquitecto principal de Roma. Sin embargo, con el siguiente Papa, Alejandro VII (1655-1667) nuevamente renace la estrella de Bernini, acrecentando el enfrentamiento entre ambos arquitectos. A partir de allí Borromini se dedica a completar los interiores de la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza, de la actual Universidad romana, y a los trabajos en San Juan de Letrán. Adicionalmente, completa el basamento de la fachada de su primera obra independiente, la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane en el Quirinal. La galería de Borromini en el Palazzo Spada juega con la perspectiva de tal manera que se va encogiendo, lo que la hace parecer más larga de lo que es.

La genialidad siempre conlleva caracteres distintivos, circunstancia acentuada en este caso por el trágico final del artista. Así como Leonardo y Miguel Ángel han quedado grabados en la historia como hombres del Renacimiento, Borromini puede ser definido sin lugar a dudas como un hombre del Barroco.

Todos estos grandes artistas mostraron una motivación común por la investigación y la innovación, y plasmaron su búsqueda en infinidad de bosquejos y borradores. Borromini dejó a la posteridad su obra teórica "Opus Arquitectonicum", pero buena parte de sus escritos fueron destruidos por él mismo antes de su muerte.

Tenía reputación de honesto y poco interesado en las riquezas materiales, aunque posiblemente, como todo artista, sintiera necesidad de otras formas de reconocimiento. Daba especial relevancia a la plena libertad de diseño, negándose a "copiar" características u elementos estilísticos en sus proyectos,[3]​ y llegando al extremo de resignar toda remuneración a cambio de tal libertad expresiva. Religioso practicante y devoto, transcurría su vida laica con votos de pobreza.[4]

Se dice que su carácter era huraño y solitario, aunque cultivó amistad con el cardenal Spada, el marqués de Castel Rodrigo y el pintor Nicolas Poussin. Su final, con un suicidio similar al de Catón el Joven, arrojándose sobre su propia espada, hicieron que la posteridad acentuara su estoicismo, que en vida demostró mediante una rigurosa carrera profesional. Posiblemente esta característica fue la que le granjeó enemistades y pérdida de encargos en una época donde el respeto por el ordenamiento clásico limitaba en gran medida la innovación artística.


Los últimos días de Borromini lo muestran inmerso en una profunda depresión, fruto de desaires tardíos, posiblemente alguna enfermedad no diagnosticada, y un incremento en el carácter melancólico que lo acompañó toda su vida. Martin Raspe[5]​ recuerda los principales acontecimientos de sus últimos días:

Extractos de sus escritos posiblemente del día 2 de agosto, luego de producido el incidente mortal, presentan el hecho casi como un accidente:

FRANCISCVS BORROMINI TICINENSIS, EQVES CHRISTI, QVI, IMPERITVRAE MEMORIAE ARCHITECTVS, DIVINAM ARTIS SVAE VIM, AD ROMAM MAGNIFICIS, AEDIFICIIS EXORNANDAM VERTIT, IN QVIBUS, ORATORIVM PHILLIPINVM S. IVO S. AGNES IN AGONE, INSTAVRATA LATERANENSIS ARCHIBASILICA,S. ANDREAS DELLE FRATTE NVNCVPATUM,S. CAROLVS IN QVIRINALI, AEDES DE PROPADANDA FIDE, HOC AVTEM IPSVM TEMPLVM, ARA MAXIMA DECORAVIT, NON LONGE AB HOC LAPIDE, PROPE MORTALES CAROLI MADERNI EXUVVIAS, PROPINQVI MVNICIPIS ET AEMVLI SVI, IN PACE DOMINI QVIESCIT.[6]

Está enterrado en un lugar semi-oculto en la iglesia de San Juan de los Florentinos en Roma.

La obra de Borromini resulta muy original, sin precedentes claros salvo la influencia parcial de Miguel Ángel, a quien el arquitecto admiraba.Entre los principales elementos y criterios arquitectónicos utilizados en su obra, cabe destacar:

Entre 1634 y 1637 su primer encargo independiente fue la reconstrucción de la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane , también llamada San Carlino. La fachada se terminaría mucho más tarde, al fin de su carrera, incrementando el valor arquitectónico de la obra. La iglesia está dedicada a San Carlos Borromeo y se la considera una obra maestra del barroco.

Borromini evitó la linealidad del clasicismo y eligió un esquema oval, que representara la cosmovisión de ese entonces, en lugar de la más simple forma circular, utilizada en el Renacimiento, bajo una cúpula también oval estructurada mediante un sistema de cruces y octógonos que se van reduciendo hasta la linterna superior, fuente de toda la luminosidad del oscuro interior[7]​ El edificio es pequeño, ya que la fachada entera podría caber en uno de los pilares de la Basílica de San Pedro.[8]

La forma oval de la nave se ve articulada y disuelta en un ritmo de convexidades y concavidades que muestran una de las cumbres de los interiores barrocos, tal como lo describen Trachtenberg y Hyman:

Lo intrincado de su geometría es mucho más osada y menos recargada en decoraciones figurativas[9]​ que la iglesia de Sant'Andrea al Quirinale, obra de Bernini ubicada a pocos metros sobre la misma calle.

La obra de Bernini, cuya construcción se inició algunos años después, presenta un drama escultórico incrustado en la arquitectura. San Carlo, en cambio, ofrece una dramatización del espacio a través de la racionalidad y la geometría.

Los elementos ondulados de la fachada (1662-1667), unidos por una cornisa serpenteante y esculpidos con nichos, son así mismo piezas maestras[10]​ que influirían con fuerza en la arquitectura de Nápoles y en el barroco siciliano.

En Santa Inés en Agonía, Borromini revirtió la planta original de Girolamo Rainaldi (y su hijo Carlo Rainaldi), comenzada en 1652 en el lugar en que santa Inés fue martirizada en el circo de Flavio Doniciano, convertida luego en la Plaza Navona. Su acceso principal en la Via si Santa Maria dell'Anima. La fachada se expandió para incluir partes del lindante Palazzo Pamphilii, ganando espacio para los dos campanarios.[11]

Borromini perdió el encargo antes de completarlo, debido a la muerte del papa Inocencio X en 1655. El nuevo papa, Alejandro VII, y el príncipe Camilio Phampilii volvieron a llamar a Rainaldi, pero este no hizo grandes cambios y la iglesia todavía es considerada como una expresión notable de los conceptos de Borromini.

Entre 1640 y 1650 Borromini trabajó en el diseño de la iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza y sus jardines, cerca del palacio de la Universidad de Roma La Sapienza . Inicialmente había sido la iglesia del gimnasio romano. Borromini fue recomendado para el trabajo en 1632, por el después supervisor de las obras del Palazzo Barberini, Gian Lorenzo Bernini. El edificio, como muchos en la estrecha Roma, es modificado por las perspectivas exteriores; fue construido al extremo del largo patio diseñado por Giacomo della Porta.

La cúpula y la torre coclear son peculiares y reflejan la idiosincrasia de los motivos arquitectónicos que distinguieron a Borromoni de sus contemporáneos. El interior presenta una nave de inusual planta centralizada, en la que se alternan cornisas cóncavas y convexas, ascendiendo a una cúpula decorada con una matriz lineal de estrellas y puttis. La estructura muestra un esquema de estrella de seis puntas. Desde el centro del piso las cornisas asemejan dos triángulos equiláteros que forman un hexágono, aunque tres de las puntas tienen forma de trébol, mientras que las restantes terminan en concavidades.

Las columnas interiores se distribuyen sobre puntos de un círculo. La fusión entre los excesos febriles y dinámicos del barroco y la geometría racionalista constituyen un logro excelente para una iglesia perteneciente a una institución papal de altos estudios.

La congregación de los filipinos tenía ya una de las iglesias mejor decoradas de Roma, y la orden, muy adepta a la expresión piadosa a través de la música, pensó construir un oratorio que incluía aposentos al lado de la iglesia de Santa Maria in Vallicella (Chiesa nuova), ubicada en pleno centro de Roma.

Borromini fue uno de los postulantes para la construcción del proyecto, entre los que se contaba a Paolo Maruscelli. Resultó empleado para el trabajo durante trece años que incluyeron varios períodos conflictivos. Para 1640 el oratorio estaba en uso, y en 1643 se completó la biblioteca. La llamativa fachada cercana a la entrada de la iglesia tiene poca semejanza con las estructuras interiores. Dentro del oratorio el espacio se articula mediante semicolumnas.

Borromini fue una importante influencia para el arquitecto piemontés Guarino Guarini y sus sucesores.

La siguiente es una lista cronológica de las obras en las que participó Borromini como proyectista, ya sea en forma independiente o en colaboración con otros arquitectos:



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