Fuente la Higuera (en valenciano y oficialmente, La Font de la Figuera) es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Se sitúa al sudoeste de la provincia de Valencia, en la comarca de La Costera. Contaba con 2.067 habitantes en 2017 (INE).
El topónimo es claramente posterior a la conquista cristiana y aparece escrito por primera vez en el siglo XIV. La fuente a la que hace referencia sigue siendo un bebedero para ganado situado en la parta baja de la población, junto al polideportivo.
El municipio de Fuente la Higuera se sitúa en la cabecera del valle de Montesa, en el sector oeste de la sierra Grossa y al extremo suroeste de la provincia de Valencia. Su término es relativamente extenso (84,7 km²).
El relieve es montañoso en el norte y oeste y relativamente llano en el resto. La parte septentrional corresponde al dominio de la sierra de Enguera, de naturaleza cretácica, en donde destacan los picos de la Cova Negra (862 m), El Balcó (873 m), Alto de la Simeta (842 m) y Castellón (822 m), que dibujan la periferia de una especie de depresión interna conocida como la Hoyaa de la Torre Tallada. Aquí nacen algunos pequeños cursos de agua como el barranco del Regajo y la rambla de la Teja, que se juntan poco antes de bajar al llano para dar origen al río Cáñoles. Por el lado de poniente se alzan el Capurucho (Capurutxo) (901 m) y la Silla (1.003 m), dos elevaciones montañosas de forma cónica que marcan la transición hacia la llanura de Almansa. Por su umbría se abre el corredor y puerto de Almansa.
La parte central del término coincide con un gran llano de sedimentación cuaternaria que contiene las tierras más fértiles para la agricultura y se halla cubierto de viñedos, frutales y olivares. Hacia el sur se alza un pequeño escalón (la Loma Alta) perforado por los túneles del ferrocarril de Madrid a Valencia y el transvase Júcar-Vinalopó, con alternancia de suelos cuaternarios (llano de la Casa del Ángel y de la hoya de Manuel) y las tierras albarizas del terciario, muy buenas para el cultivo de los cereales y frutales.
Localidades limítrofes
Los restos más antiguos de la ocupación por el hombre en este término pertenecen al Paleolítico Superior, unos instrumentos líticos localizados en la Carrasca. Más avanzados, del Eneolítico, son los materiales de la Calera y las cuevas Santa y del Triangle, aunque en estas dos también hay del Bronce e incluso ibéricos en el segundo caso. La ocupación humana durante el Bronce fue mayor, hallándose vestigios en Casa Revert, la cueva del Regaixo, el Collado, el Madroñal, la Muela y Cabezuelas, aunque en este último yacimiento son más abundantes los ibéricos. De esta cultura son ya los de El Alto del Rugló, la Vegueta, Cañares, Casa Ferrero y los poblados de El Alto del Fraile, Valle de Cañoles y, especialmente, la Muela de Torró, donde se han hallado cerámicas áticas de barniz negro e ibéricas con decoración geométrica pintada, semejantes a las de la Bastida de les Alcuses.[cita requerida] Hay abundantes restos de la romanización, muchos mezclados con otros ibéricos, como los ya mencionados de Cañares y Casa Ferrero, destacando las villas de Cascallars y el Camino Hondo, donde también se ha localizado una necrópolis. Se cree que en el emplazamiento de Fuente la Higuera se hallaba la mansio romana de Ad Turres, que se unía a la Vía Augusta.
La población actual surgió a raíz de la Carta Puebla emitida por Gonzalo García en 1301 para poblar una partida de Mogente, en la que brotaba un manantial al pie de una higuera. Pocos años después, en 1312, este mismo señor otorgó la Carta Puebla de Fuente la Higuera a favor de cuarenta familias de origen catalán y aragonés. Dos años más tarde, en 1314, obtuvo la independencia con respecto a Mogente, aunque ambos pueblos siguieron unidos bajo el mismo señor territorial, primero la familia García, luego los Maza de Lizana y más tarde el marqués de Dos Aguas.
En 1348, se constituyó la baronía de su nombre de la fueron titulares los señores de Mogente. En 1548 pasó, por donación, a los Lladró de Vilanova, y más tarde a los Mendoza, duques del Infantado, a los Zúñiga, duques de Béjar, y a los condes de Albatera. Finalmente, en el 1737, por una concordia, pasó a manos de los marqueses de Dos Aguas.[cita requerida]
A finales del siglo XVI había 150 familias, casi las mismas que un siglo después, aunque crecieron hasta 364 durante el siglo XVIII gracias a la expansión de la agricultura, principal responsable también del crecimiento en el siglo XIX, en que pasó de 1.814 a 4.046 habitantes. La crisis vitícola de la filoxera a comienzos del siglo XX puso freno al crecimiento y provocó una fuerte emigración que, aunque de forma cada vez más tenue marcaría toda la centuria: 3.428 habitantes en 1930, 2.974 en 1960, 2.208 en 1981 y 2.110 en 2003. En 2011 contaba con 2.234 habitantes (INE).
La agricultura ha estado orientada tradicionalmente al cultivo de la vid (700 ha) y de los cereales (500 ha), aunque en la década de 2000 han cobrado fuerza los frutales de hueso (260 ha), el almendro (351 ha) y el olivo (428 ha). Los viticultores están en su mayoría asociados a la Bodega Cooperativa «La Viña» y desde 1980 cuentan con una planta embotelladora y marcas propias que se expiden a varios puntos de España y del extranjero. El regadío cuenta con una pequeña huerta tradicional cercana a las casas del pueblo que empezó a organizarse en 1776 aprovechando el corto caudal de la fuente del lugar. A comienzos del siglo XX se perforó la Mina y se incrementó el caudal y la superficie regada. Ya en las décadas de 1950 y 1960 tuvo lugar otra ampliación de la zona regada con agua de pozos en el llano que se extiende hacia el este, mientras que hacia 1980 se puso en marcha el plan de riego de la Foia de Manuel-Bovalar, con tecnología moderna (riego por aspersión), aunque no dio los resultados buscados. La ganadería cuenta con varios rebaños de ovino y caprino, así como numerosas granjas de porcino, ovino y aves.
La industria no ha logrado arraigar en gran medida en la población. A comienzos del siglo XX funcionaban varias fábricas de aguardiente, alguna de las cuales llegó a tener notables dimensiones, así como media docena de carpinterías, dos yesares y una alfarería. En la actualidad quedan algunas serrerías y han surgido unas pocas empresas de tipo familiar dedicadas a la fabricación de muebles de madera y de caña y mimbre, por influencia de Mogente. A ellas se pueden añadir otras de índole diverso como bolsos de plástico, alimentación y cerámica.
Se accede a esta localidad, desde Valencia, a través de la A-7 (hasta Játiva) y se continúa por la A-35 para enlazar con la N-344. Desde la Meseta se accede a través del puerto de Almansa por la A-35 para enlazar también con la N-344.
Muchos camiones y otros vehículos que hacen la ruta Alicante-Valencia por el interior aprovechan la autovía Alicante-Madrid (A-31) hasta la altura de Caudete; aquí cogen la N-344 que transcurre por el casco urbano de La Font de la Figuera, y finalmente toman la Autovía Almansa-Játiva (A-35) y continúan luego por la A-7 hasta Valencia. Para evitar estos inconvenientes está aprobada por el Gobierno la Autovía A-33 que va desde este municipio a la Estación de Blanca en la Región de Murcia.
Hasta el año 1997 contaba con estación de ferrocarril de la línea de Valencia-Albacete-Madrid. (RENFE), pero tras la adaptación de la línea a doble vía y 200 km/h, ya no cuenta con ninguna instalación. El nuevo trazado pasa bajo la N-344 y discurre por dos túneles.
Las primeras casas del siglo XIV debieron apiñarse en torno al montículo donde estaba la Torre del Bosque –cuyas ruinas según el historiador local Ros Biosca todavía eran visibles a mediados del siglo XIX– y cuyo espacio ocupa hoy la plaza de Vicente Rojo, siguiendo en su crecimiento una disposición concéntrica adaptada a las laderas del cerro, lo que dio lugar a un callejero circular que todavía caracteriza al núcleo antiguo, con centro en la citada plaza y la iglesia parroquial, y en su entorno las calles de San Cristóbal, Abadía, Santísimo y los Dolores.
En la salida del camino viejo de Mogente, por el portal de Valencia, se desarrollaría el Ravalet, constreñido entre el cerro y el barranco. La salida hacia Castilla, por la bajada de l'Empedrat (hoy Joan de Joanes) marcaría el inicio del crecimiento urbano que luego ha proseguido durante varios siglos. La prolongación de l'Empedrat daría origen al carrer Nou, dejando a la izquierda una amplia barrancada sobre las que se trazaría la actual plaza Major, donde estaba la Posada, ampliada en el siglo XVIII y derribada a comienzos de la década de 1990. Entre los siglos XVII y XVIII se configuró una ronda exterior semicircular que acabaría uniendo los portales de Valencia y de Villena por medio de la actual calle de Don Gonzalo García. La construcción del Nuevo Camino Real de Madrid a Valencia a finales del XVIII dejó marginada a la capital municipal, cuya función caminera quedó relegada al tráfico con Murcia y Andalucía, mientras que el de Castilla y la Corte pasó a ser atendido por varias ventas como las de Carrascal y del Serrano, cuyos edificios todavía siguen en pie y en activo.
Durante el siglo XIX la construcción de las carreteras a Onteniente y a Yecla entre 1880 y 1890 daría lugar a una nueva ronda –casi la misma que aún existe– y sacó el tráfico fuera del casco urbano. Este desvío atrajo el posterior crecimiento urbano prolongándose calles como la de Onteniente y la de Arcediano Ros. Al otro extremo del pueblo, coincidiendo con el camino de la Estación –el ferrocarril llegó en 1859– y la calle del Barranc, se establecieron a finales del siglo XIX varios molinos y fábricas de aguardientes y alcoholes. Del siglo XX son ya la calle del Historiador Ros y, sobre todo, la avenida de Blasco Ibáñez, en torno a la cual se ha ordenado la expansión urbana más reciente.
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