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General estoria



La General estoria, también denominada Grande e general estoria, es un libro de carácter histórico escrito a partir de 1270, a la vez que la Estoria de España,[1]​ por Alfonso X el Sabio y sus colaboradores de la Escuela de Traductores de Toledo que pretendía ser una extensa historia universal en castellano.

Esta obra historiográfica fue un ambicioso proyecto Alfonsí de componer una historia universal. Para su elaboración, toma como fuente prioritaria los Cánones cronológicos de Eusebio de Cesarea en la versión ampliada de San Jerónimo, cuya versión había gozado de gran difusión en la Edad Media. Como era habitual en la época, la historia se concebía desde la Creación y operaba por acumulación de materiales a partir de una estructura que inicialmente reproducía el esquema de la historia sagrada. Esto, sumado a que la obra quedó inacabada (se interrumpe en la sexta parte, que contiene una genealogía de la Virgen María y la guerra entre César y Pompeyo), produjo un predominio de la presencia de la historia bíblica. También destaca por un inhabitual uso de fuentes de origen grecolatino, a las que dio preferencia sobre las bíblicas en muchos lugares.

Es muy probable que el diseño estructural original dividiera la obra en siete partes (número simbólico en que se dividían las Edades del Hombre), o libros, de los que finalmente se han conservado seis. En la quinta parte quedó la obra inacabada y de la sexta sólo se conservan los materiales que conformaban el borrador. La distribución en libros o partes queda como sigue:[2]

Las fuentes utilizadas para la compilación de la historia universal son más numerosas que las que se utilizaron en la Estoria de España y también de carácter más variado. Sin embargo la falsilla sobre la que se construye es la narración del Antiguo Testamento, pues el concepto medieval de la historia estaba subordinado al planteamiento divino, y, por esta razón, era considerada la más prestigiosa. Para ello utiliza como fuente principal los Cánones de Eusebio de Cesarea y la actualización ampliada que de ellos hizo Jerónimo de Estridón, obras que datan del siglo IV y que fueron ampliamente difundidas por el occidente cristiano y, por tanto, de fácil acceso al taller alfonsí.

Aun así, Alfonso X utilizó abundantes materiales tomados de fuentes de origen grecolatino, e incluso tuvo preferencia por ellas en muchas secciones en las que predominan sobre las bíblicas, si bien en el plan general de la obra están subordinadas al decurso del relato de la historia sagrada.

En todo caso, en esta obra se da una ingente labor de compilación y combinación de fuentes bíblicas, latinas clásicas (Metamorfosis y Heroidas de Ovidio, Farsalia de Lucano, Historia natural de Plinio el Viejo, Antigüedades judías de Flavio Josefo), latinidad tardía (Historia de preliis, Cánones crónicos de Eusebio de Cesarea y su continuación por Jerónimo de Estridón), latinas medievales (Etimologías de San Isidoro, Historia escolástica de Pedro Coméstor, Pantheon de Godofredo de Viterbo), francesas, británicas e hispánicas de los siglos XII y XIII (Roman de Thèbes, 1150; Roman de Troie, 1170, de Benoît de Sainte-Maure; Alexandreis de Gautier de Châtillon; Historia antigua hasta César, 1230, dedicada a Roger de Lille; Historia regum britanniae de Geoffrey de Monmouth; Chronicon Mundi de Lucas de Tuy; De rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada), hebreas y árabes (Estoria caldea de Al-Guazil, y otras, algunas hoy perdidas).[2]

No se puede adscribir la obra al género medieval de las biblias historiales, como la Historia scholastica, obra difundidísima del siglo XII de Pedro Coméstor, ya que la inclinación de Alfonso X a las fuentes paganas, la ausencia de un exclusivo sentido cristiano (la intención del monarca castellano era más bien político) y de una interpretación en los usuales tres niveles significativos con que se efectuaba la exégesis bíblica en la tradición patrística, así como un tono más profano en la versión de la narración del Génesis, lo alejan del género de las Biblias historiadas. De todos modos, el hecho de que el relato se interrumpa antes del fin de la narración documentada en la Biblia oculta en gran medida el alejamiento respecto de los hábitos propios de las biblias historiales.

Se trata, en fin, de una obra historiográfica universal cuya intención era conectar los orígenes de la historia con los antepasados de Alfonso X a través de la narración de la Biblia principalmente, y de la historia de la Antigüedad clásica pasando por los reyes godos hasta llegar al reino de Castilla, teniendo como objetivo último justificar su aspiración al título de Emperador de España, en la misma línea en que lo hizo en su anterior obra histórica.

Destaca por su originalidad en el siglo XIII la incorporación de extensos pasajes sobre mitología clásica, como los del Ciclo troyano, el Ciclo Tebano o la vida de Alejandro Magno. Así, para la tragedia familiar de la historia de Tebas utilizó una versión en prosa del Roman de Thèbes francés. Además, la narración bíblica principal se ilustra con la mención de numerosas citas obtenidas tanto de las fuentes originales como, sobre todo, de los repertorios de dicta e facta (dichos y hechos de personajes célebres de la Antigüedad) medievales.

En cuanto al lenguaje, en esta obra Alfonso X da un paso más en la incorporación de préstamos de origen culto para el castellano del siglo XIII. Incluso, se convirtió en procedimiento habitual de sus traductores el hacer aclaraciones sobre aspectos del contenido, el léxico y las implicaciones de las fuentes clásicas de la que se obtenían los materiales. De ese modo se hacía una verdadera glosa o comentario a la historia redactada, lo que supone la introducción de una técnica habitual en la historiografía clásica pero ausente de las obras científicas alfonsíes. Este es uno de los rasgos más característicos y novedosos en la evolución de la literatura alfonsí a la altura de la década de 1270 en que se comienza a componer la General estoria.

En 1930 Antonio G. Solalinde publicó Alfonso el Sabio. General Estoria. Primera parte, con el patrocinio de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos.

Hubo que esperar hasta el año 2009 para disponer de una edición de las seis partes de que consta la General estoria alfonsí, aunque de la sexta parte solo se nos haya transmitido un pequeño fragmento, posiblemente en estado de borrador, de lo que era la ambiciosa concepción original, pues esta sexta parte debía comprender la historia desde Cristo hasta Alfonso X el Sabio.

Finalmente la obra citada fue publicada en diez volúmenes bajo la coordinación de Pedro Sánchez-Prieto, dos para cada parte, y reservando el último tomo para el final de la quinta y el texto conservado de la sexta. La referencia bibliográfica, con el desglose de los volúmenes, es la siguiente:[2]



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