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Genocidio de pueblos indígenas



El Genocidio de pueblos indígenas es la destrucción genocida de comunidades enteras o razas de pueblos indígenas, entendidos como minorías étnicas cuyo territorio ha sido ocupado por expansión colonial o la formación de un estado nación, por un grupo político dominante como un poder colonial o un estado nación.[1]

Aunque el concepto de genocidio fue formulado por Raphael Lemkin a mediados del siglo XX, la expansión de diversas potencias coloniales europeas, como los imperios británico y Francés, y el posterior establecimiento de colonias en territorio indígena implicaron con frecuencia actos de violencia genocida contra grupos indígenas en América, Australia, África y Asia.[2]​ Según Lemkin, la colonización era un proceso en sí mismo "intrínsecamente genocida". Consideraba este genocidio como un proceso de dos etapas, siendo la primera la destrucción del modo de vida de la población indígena. En la segunda etapa, los recién llegados imponen su modo de vida al grupo indígena.[3][4]​ Según David Maybury-Lewis, las formas imperiales y coloniales de genocidio se llevan a cabo de dos maneras principales, ya sea mediante la limpieza deliberada de los territorios de sus habitantes originales para hacerlos explotables con fines de extracción de recursos o asentamientos coloniales, o mediante el reclutamiento de los pueblos indígenas como trabajadores forzados en proyectos coloniales o imperialistas de extracción de recursos.[5]​ La designación de hechos específicos como genocidio suele ser controvertida.[6]

Algunos académicos, entre ellos Lemkin, han argumentado que el genocidio cultural, a veces llamado etnocidio, también debe ser reconocido. Un grupo étnico puede seguir existiendo, pero si se le impide perpetuar su identidad de grupo mediante la prohibición de sus prácticas culturales y religiosas, prácticas que son la base de su identidad de grupo, es algo que también puede considerarse una forma de genocidio. Ejemplos de esta forma de genocidio son el trato que reciben los tibetanos y los uigures por parte del gobierno de China y el trato que reciben los nativos americanos de Estados Unidos por parte del gobierno federal de dicho país.[7][8][9][10]

El concepto de genocidio estuvo definido en 1944 por Raphael Lemkin. Después de la Segunda Guerra Mundial, fue adoptado por las Naciones Unidas en 1948. Para Lemkin, el genocidio era en términos generales definido e incluido como todos intentos de destruir un grupo étnico concreto, si estrictamente físico a través de asesinatos de masa, o culturales o psicológicos a través de la opresión y destrucción de los modos de vida indígena.[11][12]

La definición de la ONU, la cual es utilizada en leyes internacionales, es más estrecho que la de Lemkin, y declara que el genocidio es: «,..Cualquiera de los actos siguientes cometidos con intento para destruir, en totalidad o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, tales como:

La determinación de si un acontecimiento histórico debería ser considerado un genocidio puede convertirse en un asunto de debate. Debido a que la responsabilidad legal no está en cuestión, la definición de la ONU puede no siempre proporcionar la base para tales discusiones. Los historiadores pueden entregar definiciones más amplias como la de Lemkin, quien ve a la violencia colonialista contra pueblos indígenas como inherentemente genocida. Por ejemplo, en el caso de la colonización de los pueblos indígenas de América, cuándo el 90% de la población indígena fue borrada en 500 años de colonización europea, puede ser discutible si el genocidio ocurrió cuando las enfermedades eran la causa principal de disminución de la población, ya que hubo algún caso de introducción deliberada de enfermedad, pero la vasta mayoría son casos sin la intención de causar muertes. Algunos especialistas argumentan que el intento de genocidio no es necesario, ya que el genocidio puede ser el resultado acumulable de conflictos menores en el cual colonizadores, o agentes coloniales o estatales, perpetran violencia en contra de grupos de minoría.[13]​ Otros argumentan que las terribles consecuencias de las enfermedades europeas entre muchas poblaciones del Nuevo Mundo fueron exacerbadas por formas diferentes de violencia, y que las muertes intencionadas e involuntarias pueden no ser fácilmente separadas.[14]​ Algunos especialistas consideran la colonización de América como genocidio, ya que argumentan que fue grandemente alcanzada a través de la explotación sistemática, removiendo y destruyendo grupos étnicos específicos, incluso cuando la mayoría de las muertes estuvo causada por enfermedades y no por violencia directa de los colonizadores. Desde este punto de vista, el concepto del «destino manifiesto» en la expansión hacia el oeste desde el este de los Estados Unidos puede verse como una contribución al genocidio.[15][16]

En el siglo XVI, toma lugar la expansión de imperios europeos dirigidos a la conquista de América, África, Australasia y Asia. Este período de la expansión ha resultado en varios casos de masacres y genocidios. Muchos pueblos originarios, como el Yuki, Beothuk el Pallawah y Herero, fueron llevados al borde de extinción; en algunos casos, hubo tribus enteras aniquiladas.

Las estimaciones sobre la disminución de población en América desde el primer contacto con europeos en 1492 hasta el siglo XX, dependen de la valoración de la población pre-contacto. A inicios del siglo XX, los especialistas estimaron poblaciones bajas para el pre-contacto de América, con la estimación de Alfred Kroeber de 8,4 millones de personas en el continente entero. Hallazgos arqueológicos y una mejor visión general de censos tempranos han contribuido a estimaciones mucho más altas: Dobyns (1966) estimó una población de pre-contacto de entre 90 y 112 millones; las estimaciones más conservadoras de Denevan fueron de 57,3 millones; y Russell Thornton (1987) llegó en una estimación de alrededor de 70 millones.[17]​ Dependiendo de la estimación de la población inicial, hacia el fines del siglo XIX, se puede decir que la población indígena tuvo un declive de más del 80%, debido en su mayoría a los efectos de enfermedades como viruela, sarampión y cólera, pero también por guerras y violencia ejercida por parte de los colonizadores contra los indígenas.

Algunos especialistas han argumentado que la disminución de la población puede ser considerada genocida, incluyendo al historiador David Stannard[18]​ y al demógrafo antropológico Russell Thornton.[17]​ Stannard compara los acontecimientos de colonización que condujeron a la disminución de la población en América con la definición de genocidio en la convención de la ONU de 1948, y escribe que "En lo ligero del lenguaje de la ONU—incluso apartando algunas de sus construcciones más sueltas— es imposible saber lo que ocurrió en América durante los siglos XVI, XVII, XVIII, y XIX, y no concluir que sea genocidio".[19]​ Thornton no considera la embestida de las enfermedades como genocidio, y sólo describe como genocidio el impacto directo de guerras, violencia y masacres, muchos de los cuales tuvieron el efecto de barrer grupos étnicos enteros.[20]

Distinto a los casos de etnocidio, y aniquilación por enfermedades y trabajo esclavo durante el período de la conquista española, se puede señalar el genocidio perpetrado por el naciente Estado Argentino contra los pobladores originarios de la Patagonia, en la llamada Conquista del Desierto; mientras que en aquel caso la intención de los colonos españoles era la de convertir a los indígenas a la fe cristiana, en este nos encontramos con un plan sistemático de aniquilación.




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