Gherardo Starnina (Florencia, segunda mitad del siglo XIV-inicios del siglo XV) fue un pintor italiano, identificado con el Maestro del Bambino Vispo.
Starnina habría sido discípulo en primer lugar de Antonio Veneziano y trabajado luego bajo la tutela de Agnolo Gaddi, uno de los más eminentes discípulos de Giotto.
Según Vasari, pintó los frescos de la vida de san Antonio Abad en la Capilla de los Castellanos de la basílica de la Santa Croce en Florencia, pero Cavalcaselle y Crowe sostienen que fueron empezados por Agnolo y terminados por aquel, y Bernhard Berenson que los ejecutó en gran parte el discípulo de Giotto.
Los frescos pertenecen a una época de transición entre la concepción alegórica del medioevo, con su carga simbólica y emotiva, y la concepción del Quattrocento, tendente a presentar las figuras como formas corpóreas, de volumen pleno y de expresión inmanente.
Vasari cuenta que Starnina estuvo en España, hacia 1380 y al servicio del rey Juan I de Castilla, según Emile Bertaux, aunque es en diciembre de 1395 cuando se le documenta en Toledo, en compañía del también pintor florentino Nicolás de Antonio y trabajando al servicio del arzobispo Pedro Tenorio, cuando los dos artistas cobraron por la pintura de un retablo de la pasión de Cristo para la antigua capilla del Salvador de la catedral de Toledo, desmembrado y parcialmente conservado en el retablo de la capilla de San Eugenio. El evidente italianismo de las pinturas al fresco de la capilla de San Blas del templo catedralicio, construida por esas mismas fechas, hace probable su atribución a los dos maestros florentinos. Es posible, por otro lado, que uno de sus colaboradores fuese Juan Rodríguez de Toledo a quien se le atribuyen el retablo de don Sancho de Rojas (Museo del Prado) y las pinturas murales del ábside de la iglesia parroquial de Piedrahíta (Ávila), hoy tras el retablo barroco.
De 1398 a 1401 vivió en Valencia, atribuyéndosele en esta ciudad la pintura del retablo de fray Bonifacio Ferrer, que también se ha atribuido a Lorenzo Zaragoza. Conservado en el Museo de Bellas Artes de Valencia, se advierte en él la evolución del pintor hacia las fórmulas propias del gótico internacional.
En 1401 retornó a Florencia, correspondiendo a esta etapa final los frescos de la antigua capilla de San Girolamo y los del Museo della Colegiata de Empoli, de fuerte expresividad y vivo colorido.
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