En mitología griega, Glauco (Γλαῦκος; gen.: Γλαύκου) es una divinidad y monstruo del mar, hijo de Poseidón y de la náyade Nais, o de Nereo y de la oceánide Doris. La figura de Glauco aparece en las Argonáuticas, de Apolonio de Rodas, y en el Libro XIII de Las metamorfosis, del poeta latino Ovidio.
A pesar de los progenitores que se le atribuyen, Glauco era un humilde pescador que al mascar unas plantas mágicas cerca de Antedón, en la isla de Eubea, devino inmortal y se metamorfoseó de forma que su barba y su melena se volvieron de un verde oscuro que simulaba el color de las algas marinas y sus piernas cambiaron a una cola enroscada como la de un enorme pez. No pudiendo permanecer más tiempo en la tierra, se sumergió en el mar, donde fue recibido por las divinidades marinas. Océano y Tetis le purificaron de su naturaleza humana recitando canciones mágicas y bañándolo en distintas corrientes marinas.
Enamorado de la hermosa Escila, ésta lo rechazó asustada por su nuevo aspecto. Buscando salida desesperada a su pasión, Glauco acudió a la maga Circe y le pidió que con sus poderes hiciera que Escila se enamorase de él. Pero los efectos de su petición fueron muy distintos a los que Glauco esperaba, porque Circe también amaba al nuevo dios marino y se le declaró intentando convencerle de que despreciase a la que le había despreciado. Al negarse, Circe tuvo envidia y mezcló unas hierbas potentes en el agua en la que se bañaba Escila, y de esa manera la convirtió de cintura abajo en un horrible monstruo.
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