Godofredo de Harcourt (francés: Geoffroy d’Harcourt), llamado «le Boiteux», (-noviembre de 1356). Vizconde de Saint-Sauveur, mariscal de Inglaterra, muerto en combate cerca de Coutances, fue el instigador de la primera invasión inglesa de Normandía en el curso de la guerra de los Cien Años.
Godofredo de Harcourt fue hijo segundón de Juan III de Harcourt, vizconde de Châtellerault y de Saint-Sauveur, y de Alix de Brabante, nieta de Enrique III de Brabante y sobrina de la reina María de Brabante, esposa de Felipe III el Atrevido.
Fue armado caballero en 1326 y heredó el vizcondado de Saint-Sauveur en 1330.
En 1339, fue, con su hermano mayor el conde Juan IV de Harcourt, uno de los cincuenta barones normandos que se comprometió a ayudar al rey Felipe VI en una futura conquista de Inglaterra. La tentativa fue abortada con el aniquilamiento de la flota francesa en la batalla de la Esclusa, al finalizar la campaña de Flandes en la que Godofredo de Harcourt participó con seis caballeros y 30 escuderos.
Tratando de contraer matrimonio con Jeanne Bacon, hija de Roger V Bacon y única heredera del rico feudo de Molay Bacon,Felipe VI apoyó las pretensiones del hijo del mariscal Roberto Bertrand y el vizconde de Saint-Sauveur, sintiéndose ofendido, emprendió hacia 1343 una auténtica guerra privada contra la familia Tancarville. El rey dictó severas medidas contra Godofredo de Harcourt, ordenando la confiscación de sus bienes y haciendo decapitar, en abril de 1344, a su tres principales valedores: Jean Tesson, Guillaume Bacon y Richard de Percy, acusados de haber participado en un complot para colocar a Godofredo de Harcourt a la cabeza del ducado de Normandía mediante una alianza secreta con Eduardo III de Inglaterra.
Godofredo de Harcourt se enfrentó a Guillaume Bertrand, miembro de la familia de los Tancarville, que habían sido el más firme apoyo de la corona francesa en la provincia y rivales tradicionales de los Harcourt. El reyForzado al exilio, Harcourt se retiró a su tierras de Flandes donde fue acogido por su primo el duque Juan III de Brabante.
Sin esperanza de poder retornar a sus feudos normandos, pasó a Inglaterra donde se puso al servicio de Eduardo III a quien rindió homenaje como rey de Francia. Por cartas dadas en Westminster el 13 de junio de 1345, Eduardo III prometió procurarle tierras en Inglaterra en resarcimiento por las que había dejado en Brabante, y reponerle en la posesión de sus feudos en Normandía.
Godofredo de Harcourt habría convencido al rey Eduardo de desembarcar en Normandia, en tanto que este hubiera preferido atacar en Guyena, según el discurso que le atribuye Froissart:
Eduardo III le hizo comandante, junto con el conde de Warwick, de uno de los tres cuerpos de ejército que desembarcó en Saint-Vaast-la-Hougue el 12 de julio de 1346 y le nombró mariscal de Inglaterra.
Godofredo de Harcourt condujo al ejército de Eduardo III a través de Normandía y participó en la toma de Caen al término de la cual convenció al rey de Inglaterra de poner fin a la masacre de la población. Provocó a continuación al rey de Francia haciendo quemar Saint-Cloud:
Fue uno de los protagonistas de la victoria inglesa en la batalla de Crécy, en la que su propio hermano el conde Juan IV de Harcourt, gobernador de Ruan, encontró la muerte luchando en las filas francesas. Al concluir la batalla él mismo reconoció el cuerpo de su hermano, y aun cuando había sido una de los principales artífices de la victoria inglesa, los remordimientos le llevaron a unirse al campo de su hermano de su hermano y su sobrino.
Godofredo obtuvo el perdón de Felipe VI, a quien probablemente no le quedaba otra opción dado el estado de debilidad en que se encontraba tras la derrota. En 1347 le nombró capitán-soberano de Ruan y de Caen, autorizado a reclutar tropas y cobrar impuestos. Ante el cambio de alianzas Eduardo III confiscó sus bienes en Inglaterra por cartas dadas el 5 de marzo de 1347.
Cuando el delfín Carlos, duque de Normandía, convocó a sus vasallos en Ruan el domingo de Epifanía de 1355, Godofredo de Harcourt, que actuaba como jefe de filas de la nobleza normanda, se le presentó blandiendo la Carta a los Normandos por la que Luis X de Francia llamado el Obstinado reconocía los privilegios de los caballeros normandos, y le dijo: «Mi señor, he aquí la carta a los Normandos, si vos consentís jurarla y observar lo que en ella está contenido, yo estoy presto a rendiros homenaje». El delfín, sorprendido por esta audacia, no se comprometió a respetar la carta y el vizconde de Saint-Sauveur se fue sin prestarle homenaje.
A pesar de ello, el joven delfín (futuro Carlos V) apreció particularmente a Harcourt, al punto de querer tenerle en su Consejo: «con mucha voluntad el duque le escuchaba y sentía gran placer de tenerlo en su Consejo por su circunspección y gran sentido».
El 5 de abril de 1356 el delfín invitó a su castillo de Ruan a toda la nobleza de la provincia con el rey de Navarra, Carlos el Malo a la cabeza. En medio del festín se presentó el rey Juan II de Francia con una nutrida escolta e hizo arrestar al rey de Navarra junto con otros cuatro nobles normandos. A estos últimos los hizo ejecutar esa misma noche sin haberles instruido proceso. Entre ellos se encontraba el sobrino de Godofredo, Juan V de Harcourt. El rey desconfiaba de la amistad que unía a Navarra con el delfín y el conde de Harcourt, contrarios a los nuevos impuestos que pesaban sobre Normandía, y responsabilizaba a Carlos de Navarra y al conde de Harcourt del asesinato de su favorito, Carlos de la Cerda, además de sospecharlos en tratos con Inglaterra. Gracias a su prudencia, Godofredo de Harcourt pudo escapar de la celada tendida por el rey.
Para vengar a su sobrino se alió de nuevo con Eduardo III haciéndole heredero de su fortaleza de Saint-Sauveur en carta dada el 18 de julio de 1356. Desde el 1 de agosto el rey de Inglaterra dio su protección a quien llamaba su primo.
En noviembre de 1356, cercado por las tropas del rey de Francia en el vado de Saint-Clément, en la bahía de Veys, prefirió luchar hasta la muerte antes que dejarse capturar
Froissart hace una narración épica de su muerte: «cuando Monseigneur Godofredo vio huir rápidamente por todos lados a su gente, hizo la señal de la cruz y dijo: hoy mi armadura será mi sudario, en ella mi cuerpo será amortajado. Dulce Señor Jesucristo, te agradezco la honorable muerte que me envías».
Jean Froissart, cronista del renacimiento caballeresco, dejó de Godofredo de Harcourt un retrato laudatorio, presentándolo como un caballero intrépido, guiado siempre por el deseo de mantener y defender las costumbres y libertades normandas. Pero los historiadores franceses durante mucho tiempo lo tuvieron como un traidor a la nación francesa, especialmente durante el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, época en que el sentimiento nacional alcanzó su paroxismo.
Chateaubriand testimonia ese espíritu en su Analyse raisonnée de l’Histoire de France: «La Francia, horadada por los golpes, los ojos en lágrimas, envuelta en los jirones de su manto, habría podido gritar a Godofredo de Harcourt: caballero falso y traidor, ¡te escuché en Crécy sobre el cuerpo sangrante de tu hermano fiel a su patria! En vano te arrepentirás; tu arrepentimiento no durará más que tu inocencia. Traidor de nuevo, morirás perjuro, doblemente deshonrado por tu crimen y por el perdón de tu rey».
No será hasta la segunda mitad del siglo XX cuando, con el debilitamiento del jacobinismo y el resurgir de los sentimientos regionalistas, al vizconde de Saint-Sauveur se le presente por ciertos historiadores, como su hagiógrafo Jean Mabire, como un héroe de la independencia normanda, infatigable defensor de su libertad frente al poder central. El 10 de noviembre de 1956, en el seiscientos centenario de su muerte, fue así objeto de una celebración solemne presidida por el abad Marcel Lelégard dedicada a los fieles a Normandía dignos de memoria.
La historiografía contemporánea, consciente de la inexistencia de sentimientos nacionales en la Normandía de aquella épocaJean Favier dice de su alianza con el rey de Inglaterra, que no fue la traición de un francés sino la desavenencia de un vasallo.
y de la persistencia de las costumbres feudales, tiende a juzgar más matizadamente las acciones de Godofredo de Harcourt. Así,Si los juicios parecen más equilibrados u menos pasionales en las publicaciones más recientes, la figura singular de Godofredo de Harcourt continúa siendo todavía objeto de debate. En tanto algunos rehúsan considerarlo como un «héroe del independentismo normando»,
otros encuentran en él una «conciencia normanda». Escribe un comentario o lo que quieras sobre Godofredo de Harcourt (directo, no tienes que registrarte)
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