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Gran Esfinge de Guiza



Coordenadas: 29°58′31″N 31°08′16″E / 29.97528, 31.13778

La Gran Esfinge de Giza[1]​ es una monumental escultura que se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, en la ciudad de Guiza, unos veinte kilómetros al suroeste del centro de El Cairo. Los egiptólogos estiman que fue esculpida c. siglo XXVI a. C., formando parte del complejo funerario del rey, durante la dinastía IV de Egipto.

Los lugareños la llamaban Abu el-Hol 'Padre del Terror', corrupción de la expresión copta bel-hit, que se aplica a quien manifiesta su inteligencia en los ojos y que traduce la denominación egipcia hu o ju, que significa 'el guardián' o 'vigilante'.[2]

La Gran Esfinge se realizó esculpiendo un montículo de roca caliza situado en la meseta de Guiza. Tiene una altura de unos 20 metros aproximadamente, y unos 70 de longitud. La cabeza podría representar al faraón Kefrén, teniendo el cuerpo la forma de un león. En épocas antiguas estaba pintada en vivos colores: rojo el cuerpo y la cara, y el nemes que cubría la cabeza con rayas amarillas y azules. [3]

Se construyó un templo frente a la estatua, datado en el Imperio Antiguo, y otro más al norte, junto a la esfinge, durante el Imperio Nuevo, como lugares de ofrendas a la "imagen viviente". Kefrén eligió un templo en la zona sur, que está comunicado con su pirámide mediante una larga avenida procesional. Gozó de veneración y culto por los egipcios desde la antigüedad, especialmente durante el Imperio Nuevo.

Fue identificada con el dios extranjero Horum, y con el dios egipcio Horus como Hor-em-Ajet, o Harmajis, "Horus en el horizonte". En lengua árabe la denominaron Abu el-Hol "Padre del Terror". El epíteto dado por los egipcios a las esfinges era shesep-anj, "imagen viviente".

Se tiene constancia de restauraciones desde la dinastía XVIII, durante el Imperio Nuevo.

Los estratos calizos inferiores se descomponen fácilmente con la humedad del ambiente, pero la arena arrastrada por los vientos del desierto cubrió su cuerpo periódicamente, protegiéndola de la erosión durante siglos.

En 1920 ingenieros franceses repararon una enorme grieta en la parte posterior del cuerpo, sellaron un agujero en la parte superior de la cabeza y colocaron contrafuertes de hormigón alrededor del cuello por temor a que se desprendiera la cabeza.[4]

En el siglo XX se llevaron a cabo trabajos de restauración y consolidación del revestimiento desde el año 1925, con resultados poco satisfactorios por las técnicas y materiales empleados, con posteriores intervenciones en 1980 y 1992.

En el siglo XXI se prosiguió la restauración de los desperfectos originados por la erosión.

Durante un tiempo se dijo que su nariz había sido destruida por un cañonazo del ejército de Napoleón, pero se comprobó que esta historia era falsa tras encontrarse unos dibujos que un explorador hizo de la Esfinge antes de que Napoleón naciera, y en ellos ya aparece sin nariz. Aún se desconoce los motivos de su desaparición.[5]​ La barba se encuentra en el Museo Británico de Londres.[6]

Plano frontal.

La Gran Esfinge, y restos de su templo. Detrás, la pirámide de Kefrén.

Napoleón contemplando la Gran Esfinge, semienterrada por las arenas del desierto. Óleo de Jean-Léon Gérôme (1867-1868).

Interior del templo de Kefrén, con pilares de granito.

La Esfinge. Al fondo, la Gran Pirámide de Guiza.

Antiguo templo de Kefrén. Exterior.

La Gran Esfinge, junto con la Gran Pirámide, han sido temas recurrentes de escritores visionarios desde el siglo XIX. Edgar Cayce, visionario estadounidense, difundió la teoría de una antigua civilización: los atlantes. Para Cayce y sus seguidores, la Gran Esfinge habría sido construida por los atlantes, y creen que bajo la estatua se encuentra la «Sala de los Archivos». Cayce pretendía haber vivido en la Atlántida hace 15 000 años, y tras su destrucción huyó con los Archivos de dicha civilización a Egipto, enterrándolos cerca de la Esfinge.[7]

En 1957, Rhonda James y su hermana viajan a Egipto con el propósito de encontrar la «Sala de los Archivos», obtienen un permiso, y tras excavar dos metros y medio solo encuentran agua (el nivel freático).[8]Mark Lehner, ferviente defensor de Cayce y de su teoría de los atlantes, también intentó encontrarla en 1973. Paulatinamente, fue abandonando dichas opiniones.[9]​ Actualmente, Lehner está considerado la mayor autoridad mundial en la Esfinge y la necrópolis de Guiza.[10]​ Mark Lehner y Zahi Hawass, exsecretario general del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, son los más destacados detractores de dichas creencias. La Fundación Edgar Cayce sigue patrocinando expediciones a Guiza, a escritores y documentales que apoyen sus creencias.[11]

Schwaller de Lubicz observó que la erosión de la Esfinge se podía deber a la acción del agua. John A. West escribe que también se observa en los templos funerarios de los faraones, y si dicha erosión no se debe al viento arenoso, que suele mostrarse asombrosamente similar, la Esfinge podría datarse miles de años atrás, cuando en Egipto había otro clima, indicando «15000 años».[12]

El geólogo Schoch, también apoya dicha idea y la estima entre 5000 y 7000 a. C.

Pero parten de premisas erróneas, pues en la actualidad llueve en todo Egipto, con poca frecuencia, pero torrencialmente.[13]​ El clima semidesértico actual se impuso en el país a fines del Imperio Antiguo de Egipto, hacia el año 2000 a. C. Los estudios geológicos de la erosión efectuados por J. Harrel, K. Gauri, y G. Vandecruys, en 2006, impugnaron la teoría de Schoch y concluyeron que la atribución de la Esfinge a la Dinastía IV es la interpretación más correcta.[14]



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