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Grupo Colina



El Grupo Colina fue un grupo paramilitar cuyos miembros operaron en el Perú en distintos destacamentos desde los años 1980 hasta inicios de la década de 1990, como parte de una estrategia denominada Guerra de baja intensidad[1]​ emprendida por el Estado peruano a través de sus fuerzas armadas.[2]​ Durante el primer gobierno de Alan García operaron grupos con similar modus operandi, como el Comando Rodrigo Franco y el Grupo Scorpio.[3]​ El grupo Colina fue dirigido por el mayor del Ejército Peruano Santiago Martín Rivas.

Fue un destacamento de operaciones especiales de inteligencia en el interior de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE), el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), que son organismos de inteligencia del ejército similares a la CIA de EE. UU. o el CIFAS de España, con independencia operativa para planear y seleccionar objetivos. El destacamento Colina tiene supuesta partida de nacimiento durante la implementación del Plan Cipango en agosto de 1991, pero se conoce que ya operaba en realidad desde fines de la década de 1980.[4]

El destacamento operó secretamente con la orden de efectuar seguimiento, captura y eliminación de terroristas, de forma similar al GEIN de la Policía Internacional.

Supuestamente el Destacamento Colina estuvo formado por 32 hombres y 6 mujeres, entre oficiales y suboficiales y el Mayor Martín Rivas los reclutó e instruyó pero nunca mencionó que serían un comando de ajusticiamiento.[5]

Una de sus intervenciones fue el 3 de noviembre de 1991 en el Jirón Huanta 840 Barrios Altos, donde se organizaría una actividad social infiltrada por agentes de inteligencia, quienes aseguraron la asistencia de terroristas miembros de Sendero Luminoso. El año 2001 algunos agentes narraron que ingresaron sorpresivamente, recibieron las identidades de los sospechosos por parte del agente infiltrado en el lugar y luego de ordenarles permanecer agachados dispararon. Las siguientes intervenciones fueron similares pero los agentes subordinados confesaron no tener cómo comprobar que Martin Rivas estaba autorizado a seleccionar objetivos y decidir las ejecuciones. Las operaciones eran secretas y los miembros de este grupo, no podían definir claramente si tenían oficialmente licencia para realizar estas ejecuciones. Existían varios otros destacamentos como el Destacamento Leoncio Prado, en continuo trabajo, y era imposible identificar la actividad delictiva del destacamento Colina, que funcionó hasta julio de 1992, a diferencia de anteriores grupos secretos, con actividad más extensa en gobiernos anteriores, como el Grupo Scorpio, que pareció desactivarse en 1989.[6]

Aunque en un principio se negó la existencia de este grupo por su carácter secreto, los documentos encontrados y la confesión de algunos agentes, han permitido establecer la existencia indubitable del destacamento, aunque sin haberse podido llegar a saber la implicación, participaciones o complicidad con estos crímenes, en los niveles más altos dentro del ejército mismo, o a nivel gubernamental (que de hecho, tuvieron que haberlas habido).[7]

Tenía como misión colaborar con el seguimiento y la detención de miembros de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), organizaciones terroristas que funcionaron en el Perú desde 1980 y que colocaron al país en Estado de emergencia. El grupo Colina fue responsable de asesinatos y desapariciones de al menos unas 49 personas, entre dirigentes estudiantiles, sindicalistas y abogados defensores de los detenidos en las cárceles.

Algunos agentes han implicado al asesor presidencial Vladimiro Montesinos, pero la mayoría confiesa contar solo con la versión de Martin Rivas acerca de veracidad de la autorización de los niveles superiores de gobierno. Ningún agente logra implicar al general Nicolás de Bari Hermoza Ríos, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, debido al reconocimiento de la independencia operativa de los aparatos de inteligencia en el mundo.[8]

Los agentes más experimentados del Grupo Colina habían formado parte de otros destacamentos anteriormente. La entrega de armamento y silenciadores se dio en un contexto de numerosos atentados terroristas al día, haciendo necesario un poder de fuego disuasivo para protegerlos mientras estuvieran haciendo guardia o enfrentando al enemigo. Los entrenamientos físicos, prácticas de tiro, destreza en colocación de silenciadores y perfeccionamiento de reflejos, eran imprescindibles para cualquier oficial de inteligencia del mundo moderno y no extrañaba que los miembros del grupo los tuvieran a su disposición.

Por estos hechos se han presentado varias denuncias por violaciones a los derechos humanos, que forman parte del proceso judicial que se le sigue al expresidente Alberto Fujimori.

Según el informe de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación[2]​ los crímenes cometidos por el Grupo Colina habrían sido las siguientes:

También, según declaraciones de Jesús Sosa Saavedra, alias 'Kerosene', el Grupo Colina asesinó al espía ecuatoriano Enrique Duchicela en 1988.[23]

Se especula que algunos agentes, condenados a 15 años de prisión por el caso La Cantuta pero luego liberados por la Ley de Amnistía (para casos entre junio de 1980 y julio de 1992), fueran los responsables del asesinato de la agente del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) Mariela Barreto (quien fue conviviente y tuvo un hijo de Martin Rivas) el 22 de marzo de 1997.

En años recientes se ha enjuiciado a los miembros de este Grupo Colina y también a Vladimiro Montesinos. En el juicio del expresidente Alberto Fujimori se le acusó de tener responsabilidad e influencia en la creación y dirección del destacamento,[24]​ lo cual está en trámite.



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