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Hédi Baccouche



Hédi Baccouche fue un político tunecino, nacido en Hammam Sousse el 15 de enero de 1930 y fue primer ministro del 7 de noviembre de 1987 al 27 de septiembre de 1989.[1][2][3]

Nació en Hammam Sousse el 15 de enero de 1930,[4]​se licenció en Letras en París y ocupó el cargo de embajador de Túnez en Suiza, Ciudad del Vaticano entre 1981 y 1982 y Argelia.[4][2]​ Fue director del Partido Socialista Desturiano entre marzo de 1984 y 14 de abril de 1987.[5]

Coincidiendo con el inicio de la presidencia de Zine El Abidine Ben Ali tras su golpe de estado al régimen del que fue el primer presidente de la República de Túnez, Habib Burguiba, ocupó el cargo de primer ministro entre el 7 de noviembre de 1987 y el 27 de septiembre de 1989. Durante este periodo, mantuvo también su puesto de secretario general del Partido Socialista Destouriano, que habría de transformarse en la Agrupación Constitucional Democrática.[6]

En marzo de 2018 publicó su libro de memorias En toute franchise.Témoignage d'un militant pour l'indépendance et le développement de la Tunisie (Sud Éditions). La obra ha sido descrita como una referencia testimonial dirigida a historiadores e «hijos de su país», que narra la visión de los acontecimientos de los que fue testigo Baccouche.[7]

Figura influyente de la política de su país, falleció a los noventa años el 21 de enero de 2020,[8]​ siendo enterrado en el cementerio de Hammam-Sousse (Túnez).[9]

Comienza su actividad como militante a la edad de 13 años en la Juventud Desturiana, organizando manifestaciones, contribuyendo en la capacitación de sus afiliados, y colaborando con el partido en actividades de mayor calado; tal fue el caso de su participación como representante de las Juventudes en la huelga general de 1946.[10]​ Durante su adolescencia estuvo muy implicado en actividades de carácter asociativo, llegando a fundar un grupo de Scouts musulmanes en su ciudad con tan solo 15  años. A los 18, fundó una asociación cultural, los Jóvenes Escolares, de la que fue su presidente, mientras que seguía manteniendo una relación estrecha con el Neo-Destur. Desde muy joven desarrolló un sentimiento de devoción hacia Burguiba, participando incluso del grupo de jóvenes que lo ayudaron en su huida al Cairo. Esta admiración hacia su figura habría de mantenerla incluso al acentuarse las tensiones entre Burguiba y el politburó del partido, encabezado por Salah Ben Youssef, que acabó por producir una enorme fisura en el movimiento nacionalista.

Estudió en Francia durante la década de 1950. Paralelamente, prosiguió con sus actividades políticas dentro del sindicato de estudiantes de la Unión General de Estudiantes de Túnez; momento en que fue arrestado por Francia. Durante la década de 1960, fue nombrado gobernador y secretario del comité de coordinación de Bizerta, lo que le convirtió en miembro de facto del comité central del Partido Socialista Desturiano tras la celebración del Congreso del Destino, acontecido en Bizerta en 1964. Sucesivamente, se convirtió en gobernador de Sfax y Gabes. También fue alcalde de Hammam Sousse desde 1960 hasta 1964. Fue designado como miembro de la Cámara de consejeros por Ben Ali el mismo año de su creación en 2005.También fue miembro del comité central de la Agrupacón Constitucional Democrática[11]

Después de la independencia, Al-Baccouche ocupó varios puestos destacados en el partido y el gobierno, llegando a ser nombrado gobernador en varios estados, incluidos Bizerte, Sfax y Gabes, y fue una de los pocas personalidades que desempeñaron un papel importante en los períodos de Ben Ali y Bourguiba.

En 1960, Al-Baccouche se desempeñó como funcionario del partido en Sousa con Abd al-Majid Rizkallah, y alcanzó el cargo de subdirector en 1961, hasta convertirse finalmente en director del partido. Posteriormente, ejerció de asesor para Hadi Nouira entre los años 1978 y 1979, momento en el que intentó cambiar y reformar el modus operandi del partido. En estos esfuerzos,  organizó una conferencia para tratar la transformación y restructuración del partido en 1979, donde enfrentó incontables acusaciones para ser luego destituido de sus funciones.

Al-Baccouche fue nombrado embajador en el Vaticano entre 1981 y 1982, antes de convertirse en embajador en Argelia.  Luego, el 16 de marzo de 1984, fue nombrado director del Partido Socialista Constitucional. En 1987 se convirtió en ministro de Asuntos Sociales y, tras el Movimiento del 7 de noviembre de 1987, se convirtió en primer ministro del gobierno de Zine El Abidine Ben Ali, quien encabezó el movimiento que derrocó al régimen de Bourguiba. Al-Baccouche fue quien redactó el manifiesto del Movimiento del 7 de noviembre de 1987. El documento, leído por Zine El Abidine Ben Ali, anunciaba su toma del poder después de Habib Bourguiba, y reivindicaba el pluralismo, la democracia y el pacto nacional, superar las diferencias con Gaddafi y apoyar las relaciones con Argelia como principios de su mandato. La independencia llegó en forma de estado soberano, y adentró a Túnez en la modernidad. El desarrollo económico se equiparó con los niveles de otros países, y las relaciones exteriores se vieron fortalecidas. Al-Baccouche fue destituido de su cargo el 27 de septiembre de 1989, since bien siguió siendo miembro del Comité Central de la agrubacin Constitucional Democrática.

El deterioro de las relaciones de Baccouche con Ben Ali llevaron a la caída de su figura. Celoso del presidente, exaltado por un entorno político que buscaba desestabilizarlo y confrontarlo, el primer ministro comenzó a ver sus poderes reducidos y relegados hasta confluir en el momento de su caída el 27 de septiembre de 1989[12]​. Sin embargo, no era la primera víctima de las maquinaciones de la camarilla de un presidente que había logrado, a juicio de Baccouche, «concentrar todos los poderes» y que ya se habían cobrado un año antes la reputación de otro íntimo colaborador, Habib Ammar, que ocupaba la cartera de interior. Su caída fue bien recibida además por Libia, quien no perdonó su actuación en contra de la expulsión de 30.000 tunecinos unos años antes. Para Baccouche, su salida del ministerio representaba un fracaso añadido a otros anteriores que desacreditaban su compromiso político, como lo fueron sus apuestas por la experiencia socialista de Ben Salah, o por la apertura de Hédi Nouira, que nunca pudo llevar a término.

«Pensé que asociándome al cambio del 7 de noviembre me valdría de los medios para compensar los fracasos pasados, abrir perspectivas movilizadoras para la juventud, asumir nuestros logros por insuficientes que fuesen, mejorarlos y realizar mis grandes ambiciones para el país, pero no ha sido posible y con mi partida del gobierno, recreo un nuevo y último fracaso. De ahí mi tristeza y mi queja» (Baccouche).[13]

Título con el que finaliza el libro, Baccouche dedica el último bloque de sus memorias a la revolución de 2011, en cuya primera etapa le tocó adoptar un papel de mediador entre distintos actores para iniciar la puesta en marcha de los mecanismos constitucionales que facilitaron el inicio de la transición. Entre esos actores cabe destacar la presencia del movimiento islamista, que buscaba mayor reconocimiento. Según cuenta, una de sus mayores preocupaciones fue tratar de salvar al partido retomando la vieja denominación de Neo-Destur y tratando de reconstituirlo, apartando a las viejas glorias comprometidas con el régimen de Ben Ali. La operación no tuvo éxito debido a la falta de compromiso de la antigua élite desturiana por asumir una experiencia pervertida por un régimen corrupto. Baccouche, confesará: “después de esta incursión de algunos días en los meandros del poder, decidí definitivamente retirarme de la acción política”. Un retiro que no le impidió seguir sintiéndose miembro del Neo-Destur, desturiano “de por vida, incluso si [el partido] cambia de nombre y aún más, si jurídicamente se disolviese”.[14]

Dos años antes de su muerte, publicó un libro de memorias que esclarece aspectos de interés en la historia tunecina, titulado En toute franchise. Témoignage d’un militant pour l’indépendance et le développement de la Tunisie. Se trata de un libro que cuenta a modo vivencial la realidad del autor. El propio título revela algunas de las claves del libro: la franqueza con la que habla, sin importarle corregir versiones de la historia oficial o criticar a quien, por otra parte, está en el centro de la autobiografía y es objeto casi permanente de la admiración del  propio autor; la figura de Habib Burguiba, padre de la independencia del país.  La trayectoria de Baccouche atraviesa momentos de gloria, pero también etapas de ostracismo e incluso de penalidades, de las que habla siempre con modestia y sin tapujos, descubriéndose, como reza el propio título del libro, como un «militante por la independencia y el desarrollo de Túnez». El libro está compuesto de cuatro partes que dividen la trayectoria vital del autor. Una  primera relata su juventud («Patriote engagé derrière Bourguiba depuis la prime jeunesse». Una  segunda, más larga, recuerda su vida como responsable político bajo el régimen de Habib Burguiba («Mes responsabilités dans le Parti, les régions et au niveau national sous l’autorité du Président Bourguiba»). La  tercera, un tanto más breve, relata el periodo bajo mandato de Ben Ali («Avec Ben Ali, Président de la République»). Culmina con una parte que, a modo de epílogo cuenta la última y nueva etapa que vive el país tras la revolución del 2011 («Une retraite active»).  A esta soberbia exposición de los acontecimientos se le añaden 40 páginas de fotos de su vida y algunos anexos que testifican su papel activo en determinadas circunstancias cruciales para el país.[15]

Hédi Baccoura falleció el 21 de enero de 2020 en la ciudad de Túnez, a la edad de 90 años, siendo considerado como una de las figuras más influyentes de la vida política de los últimos años en la historia de su país.[16]





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