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Hérnicos



Los hérnicos o erniciī fueron un pueblo que habitó en el sureste del Lacio, entre el lago Fucino y el río Sacco (Trerus). Mantuvieron una estrecha relación con los latinos. Eran vecinos de los volscos, al sur, y de los ecuos y marsos, al norte.

Al igual que muchos pueblos itálicos no tenían un desarrollo urbano importante y los nucleaba un centro religioso, Anagni. Se organizaban como una confederación de tribus: Alatri, Piglio, Veroli, y Ferentino.[1]

Conservaron durante largo tiempo su independencia y en 486 a. C., eran lo suficientemente poderosos como para concluir un tratado con los latinos.[2]

Para protegerse de los volscos y los ecuos se integraron en la Liga Latina. Sin embargo, en 362 a. C. perdieron gran parte de sus territorios a manos de Roma,[3]

En 306 a. C., la segunda guerra samnita llegó a su fin y el Senado Romano decidió la suerte de los prisioneros hérnicos, quienes habían combatido junto a los samnitas. La mayoría de las ciudades hérnicas declararon la guerra a Roma, con la excepción de Ferentinum, Aletrium y Verulae. Fueron fácilmente sometidos por el cónsul romano Quinto Marcio Trémulo, y su principal ciudad, Anagni fue conquistada y reducida al estatus de praefectura ; mientras que Ferentinum, Aletrium y Verulae fueron recompensadas por su fidelidad con la concesión del estatus de municpia libres, y con el derecho de matrimonio con los romanos, privilegio envidiable en aquella época.[4]

El nombre de los hérnicos, como el de los volscos, está ausente en la lista de pueblos itálicos en el suministro de tropas en 225  a. C.;[5]​ de lo cual se deduce que su territorio no se diferenciaba ya del Lacio y habrían recibido probablemente la ciudadanía romana sin derecho de sufragio. Sus magistrados fueron privados de la jurisdicción civil y degradados a la condición de prefectos. Las inscripciones latinas más antiguas del distrito datan de la guerra social.[6]

Nada prueba que los hérnicos hubieran hablado jamás un dialecto realmente diferente del latín, pero una o dos glosas indican que su vocabulario tuvo rasgos característicos, como podría esperarse en los pueblos que mantuvieron hábitos y costumbres locales: su nombre con la terminación en -cus . Por los otros tipos de tribus, cuyo nombre finaliza en -cus, —como el de los volscos— parece que fueron los primeros habitantes de la costa occidental de Italia, habiéndose establecido antes que las tribus cuyo nombre tiene el sufijo en -nus.

Conway, Italic Dialects (Cambridge University Press, 1897), p. 306 y sigs., donde se pueden encontrar las glosas, los topónimos y los onomásticos.




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