Hiria (jónico: Ὑρίη Huriē, koiné: Ὑρία Huria) es un topónimo mencionado en el Catálogo de naves de Homero, en donde encabeza la posición de los contingentes de Beocia, donde Hiria y la pedregosa Aulis, de la flota reunida, lideran la lista.
El lugar fue asignado al territorio de Tanagra por Estrabón, quien no es más preciso sobre su localización, ya que al parecer no estaba habitada en su tiempo. Pausanias no la menciona. Modernas identificaciones del emplazamiento cerca de Aulis la sitúan próxima a Megalo Vouno, sobre un montículo de la llanura costera cerca de la paralia de Drámesi (Παραλία Αυλίδος [τέως Δράμεσι]), junto al estrecho de Euripo, frente a la isla de Eubea; en donde se ha encontrado cerámica del Heládico, y las excavaciones han revelado cerámica micénica temprana en una tumba.
Aquí Hirieo (griego antiguo Ὑριεύς) que no tenía hijos, y que había rezado a los dioses para tener uno. Zeus, Poseidón y Hermes, le visitaron disfrazados, orinaron en una piel de toro, la enterraron en la tierra, y ésta produjo un niño. Fue llamado Orión —como si «de la orina»— después de un hecho inusual.
vivió un rey llamadoComo otros nombres arcaicos de ciudades griegas, como Athenai o Micenas, Hurai es la forma plural: su nombre una vez había evocado el lugar de «las hermanas de la colmena». Según la obra Glossai de Hesiquio de Alejandría, la palabra cretense ὕρον - hyron significa «enjambre de abejas» o «colmena» Aunque su lugar de nacimiento («colmena») se ha conectado con Potnia Theron, la «Señora» minoica-micénica, más antigua que Deméter—quien ella misma se llamaba «la pura Madre Abeja». Alada, armada con la toxina, creadores de la miel fermentable (véase hidromiel), aparentemente partenogénesis en su inmortal colmena, las abejas funcionaban como emblemas de otras personificaciones de la Diosa madre: Cibeles, Rea la Madre Tierra, y la arcaica Artemisa honrada en Éfeso. Píndaro recuerda que la Pitia, sacerdotisa preolímpica de Delfos permaneció como la «abeja délfica», largo tiempo después de que Apolo hubiera usurpado el antiguo oráculo y el santuario. En el himno homérico a Apolo, éste reconoce que su don de la profecía le vino por primera vez de tres doncellas abejas.
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