Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay, tiene una historia de casi tres siglos, que comienza en la época de la colonia española.
Entre 1680 y 1683 la soberanía era de España en la región. Los colonizadores portugueses de Brasil establecieron diversos asentamientos sobre las costas del Río de la Plata, frente a la ciudad de Buenos Aires, como Colonia del Sacramento. Sin embargo, los españoles no efectuaron ningún intento para desalojar a los portugueses hasta 1723, cuando comenzaron a fortificar las alturas que rodean la bahía de Montevideo. Una expedición española proveniente de Buenos Aires, organizada por el gobernador español en esa ciudad, Bruno Mauricio de Zabala, obligó a los portugueses a abandonar el lugar, en el que los españoles empezaron a poblar la nueva ciudad, inicialmente con seis familias provenientes de Buenos Aires y luego con familias arribadas desde las Islas Canarias; aunque de hecho, ya había un poblador establecido en la zona, el genovés Jorge Burgues. El 20 de diciembre de 1724 se confeccionó un padrón de habitantes y, finalmente, el 24 de diciembre se trazó un plano delineatorio y se la designó como San Felipe y Santiago de Montevideo, nombre que posteriormente sería abreviado en Montevideo. Según el padrón oficial, en sus orígenes estuvo compuesta por cincuenta familias de origen canario, más 1000 tapes (guaraníes) a los que posteriormente se sumarán africanos de origen bantú de los reinos de Bengela, Ngola y Kongo como esclavos. En 1726 adquirió el estatus de ciudad. La segunda oleada de isleños llegó a la ciudad el 27 de marzo de 1729, treinta familias canarias en esta ocasión.
La importancia de Montevideo (poco después capital de una Gobernación) como principal puerto del Virreinato del Río de la Plata le granjeó en varias oportunidades enfrentamientos con Buenos Aires, capital del Virreinato.
El 19 de enero de 1811, tras los sucesos revolucionarios de 1810, el virrey Francisco de Elío trasladó la capital del virreinato a esa ciudad, desde donde gobernaron las últimas autoridades hispanas.
Hubo dos invasiones inglesas al Río de la Plata. En la Primera Invasión Inglesa, de 1806, las tropas británicas ocuparon la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, y fueron vencidas 45 días después, el 12 de agosto de 1806, por una expedición militar salida del fuerte de Montevideo, al mando del capitán de navío Santiago de Liniers, que reconquistó para la corona española la ciudad de Buenos Aires. En mérito a ello, el Rey de España concedió, en 1809, a esta población el título de la “Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo”, facultándola a añadir en su escudo de armas las banderas inglesas abatidas al pie del cerro, y en torno a este una corona de olivo atravesada por las reales armas, palma y espada. La expedición militar proveniente de Montevideo, comandada por Santiago de Liniers, a la que se sumaron milicias populares porteñas, constituyó un proceso conocido como la Reconquista.
En la Segunda Invasión Inglesa, de 1807, las tropas británicas, luego de tomar Montevideo, fueron rechazadas cuando intentaron ocupar Buenos Aires por las fuerzas defensoras, que se componían de tropas regulares y de milicias urbanas, integradas por población que se había armado y organizado militarmente durante el curso de las invasiones. Este proceso fue conocido como la Defensa.
En la Revolución de Mayo de 1810 y durante el levantamiento revolucionario de las provincias del Río de la Plata, Montevideo se mantuvo fiel a las autoridades españolas, por lo que fue sitiada en 1811 y entre 1812 y 1814, año en que fue ocupada por los patriotas. Entre 1817 y 1828 fue ocupada por portugueses y brasileños.
Tras la consolidación de Uruguay como Estado independiente en 1828, la ciudad fue establecida como capital del nuevo Estado Oriental del Uruguay.
Sufrió un sitio de 8 años entre 1843 y 1851, durante la Guerra Grande, que le valió el sobrenombre de "Nueva Troya".
En 1888 se registró el único terremoto que la ha afectado en su historia.
En el correr del siglo XIX recibió grandes cantidades de inmigrantes europeos, especialmente españoles e italianos, seguidos de franceses y alemanes, además de las más diversas nacionalidades de aquel continente y zonas periféricas a él (ingleses, polacos, griegos, húngaros, rusos, libaneses, armenios, judíos de diversos orígenes, etc.) que aportaron su importante diversidad cultural.
La ciudad se fue extendiendo, abarcando toda la costa este del departamento, la bahía y buena parte de la zona norte. Este crecimiento no fue bien planificado; Francisco Piria y otros hábiles rematadores de bienes raíces tentaron a muchas familias a establecerse en terrenos relativamente alejados del Centro.
La Rambla de Montevideo le ha dado una fisonomía muy característica a esta ciudad, con su arco de playas.
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