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Hospital de las Cinco Llagas



El antiguo hospital de las Cinco Llagas de Nuestro Redentor, también conocido como hospital de la Sangre, es un edificio que se encuentra situado en el barrio de la Macarena de Sevilla y que actualmente constituye la sede del Parlamento de Andalucía.

El Hospital fue fundado por Catalina de Ribera y Mendoza en 1500, como hospital para mujeres.[1]​ Fue dotado de un gran patrimonio, dado en donaciones, y para su constitución fueron otorgadas dos bulas del papa Alejandro VI, en 1500 y 1502. También obtuvo las bulas de Clemente VII y Julio III en 1524 y 1549 para estar exento de la jurisdicción ordinaria. Catalina de Ribera solicitó la bula de Alejandro VI para que solo se atendieran a mujeres, pero la bula de Clemente VII de 1524 lo hizo extensible a los hombres pobres. Solo tuvo funciones sanitarias aunque a partir de 1750 se utilizó parte como hospicio.[2]

Los patronos, administradores y visitadores serían los padres priores de los monasterios de Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo. Hay que mencionar que, aunque estos patronos tuvieran autoridad para actuar en nombre de la Iglesia por bula pontifica, el hospital dependía directamente, desde su fundación, de la Santa Sede, sin obedecer a cualquier otra institución laica o eclesiástica y sin pagar diezmos.[2]

La primera sede del hospital de las Cinco Llagas se ubicó en la calle Santiago[1]​ en las casas que tenía Catalina de Ribera sobre el número 10 collación a Santa Catalina, constaba únicamente de 15 camas. En 1535 el hijo de Catalina de Ribera, Fadrique Enríquez de Ribera, VI adelantado mayor de Andalucía y I marqués de Tarifa, amplió la dotación monetaria para construir el actual edificio a extramuros de la ciudad, en el arrabal de la Macarena. Fue el primer gran edificio de carácter público que se erigió fuera de la muralla medieval y constituyó uno de los motivos del desarrollo del arrabal, actual barrio de la Macarena, que comenzó a desarrollarse a partir del siglo XVI al levantarse allí las viviendas de los obreros encargados de su construcción y posteriormente los trabajadores del mismo. Fadrique murió, en 1539 sin dejar herederos y todos sus bienes fueron a parar también al hospital. La nueva sede del hospital se abrió el 5 de marzo de 1559.[2]

El hospital tuvo muchos benefactores, entre ellos Diego de Yanguas, natural de Logroño, tesorero de la Casa de la Moneda.[2]​ El hospital se enfrentó a una grave crisis en 1649, cuando se produjo la epidemia de peste en la ciudad, en la que murió su administrador, Gabriel de Aranda, el secretario, curas del hospital, el barbero y en especial los eclesiásticos que tenían que administrar los santos óleos a los fallecidos.

La segunda mitad del siglo XVII tendría sequías, plagas de langostas, precipitaciones intensas, etcétera, que empeorarían las condiciones de vida y, en consecuencia, la mortandad. El terremoto de Lisboa de 1755 afectaría a muchos edificios de la ciudad, entre ellos el hospital. Las crisis económicas y las guerras de España afectaron negativamente a las rentas del hospital durante la segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII. En 1779 mejoró su situación económica, pero volvió a empeorar por las inundaciones los años 80 de ese siglo, que produjeron una elevada mortandad. En 1791 hubo de reducir personal. A comienzos del siglo XIX otra gran peste asoló la ciudad. Este siglo también se situaría un hospital militar en las instalaciones, dentro del área de convalecencia masculina. Durante la Guerra de la Independencia, por la ocupación francesa, el hospital se quedó sin patronos entre 1810 y 1814, que fueron obligados a marcharse por las tropas invasoras.[2]​ El hospital militar estuvo aquí hasta 1927.[3]

Sin embargo, vendrían tiempos mejores por el intervencionismo estatal. Esto posibilitaría, en 1837, la unificación de los hospitales de las Cinco Llagas, Amor de Dios, Espíritu Santo, del Cardenal y de la Bubas en el primero de ellos, que pasó a llamarse hospital Central. Hay que mencionar también que, a lo largo de su historia y hasta comienzos del siglo XIX, el hospital de las Cinco Llagas mantuvo una estrecha relación de colaboración con el hospital del Cardenal, gracias a que compartían patronos de los monasterios de San Jerónimo de Buenavista y de Santa María de las Cuevas.[2]

El edificio fue proyectado por Martín de Gainza, quien dirigió las obras hasta su muerte, en 1556. Dos años más tarde se encargó la continuación de la obra a Hernán Ruiz II, inaugurándose aunque incompleto dos años más tarde.

Su planta es rectangular y se articula en torno a 10 patios, de los que solo se construyeron nueve, si bien solo se conservan en la actualidad ocho. El elemento más característico del edificio es sin duda su iglesia, situada en el patio central de los siniestros, exenta, posee planta de cruz latina y un amplio carácter renacentista. Es más alta que el resto del edificio. En su interior es donde se celebran actualmente los plenos, destaca su retablo mayor, construido por Diego López Bueno con pinturas de Alonso Vázquez según diseño de Asensio de Maeda.

Para la construcción de la nueva fábrica presentaron sus diseños los arquitectos Luis de Villafranca, Martín de Gaínza, Francisco Rodríguez Cumplido y Luis de Vega, siendo elegido entre todos ellos el proyecto de Martín de Gaínza, quien se encarga del comienzo de las obras en 1546, dirigiéndolas hasta su muerte en el año 1556. En todo ese tiempo levantó los patios de poniente, las fachadas y las torres, sin los remates.

De un refinamiento exquisito e insuperable clasicismo, su racionalidad y mesura sirvió de exponente de una nueva arquitectura, contrapuesta a la abigarrada y caótica ciudad medieval de intramuros que existía en la Sevilla de su época; y representa una de las mejores muestras de la arquitectura renacentista en toda Andalucía.

El plan de este edificio, el de más envergadura de la España de su tiempo, se basó en el de las fundaciones hospitalarias de los Reyes Católicos, aunque aproximándose más al modelo que en ellos se había copiado, el del hospital Mayor de Milán, obra de Filarete. Concebido como un gran rectángulo con torres en las esquinas y cuyas fachadas se articulan en dos pisos mediante órdenes clásicos, la inicial simetría de su planta planificada alrededor de cuatro grandes patios fue posteriormente alterada al situarse la iglesia aislada en el centro de uno de ellos.

El edificio presenta largas fachadas que se dividen horizontalmente en tres cuerpos mediante molduraciones rematadas por una cornisa. Verticalmente se presentan sus huecos entre pedestales, en los que se apoyan órdenes apilastrados dóricos y, sobre estos, otros jónicos. Los balcones de la planta superior se flanquean entre órdenes abalaustrados, frontones y acróteras, en una ordenación continuada de marcado italianismo.

Decisiva intervención en la obra tiene Hernán Ruiz II, quien después de ser nombrado Maestro Mayor de las obras de este hospital en 1558, termina algunas de las partes que dejó sin acabar Martín de Gaínza, su antecesor, y remata las torres.

Su principal aportación en la construcción consiste en su majestuosa e innovadora iglesia, de planta de cruz latina con cuatro capillas laterales y ábside semicircular delante de la sacristía. Con esta iglesia se inaugura el tipo de las denominadas "de cajón", de tanta trascendencia en la arquitectura sevillana posterior. En sus alzados interiores se levantan, sobre cada dos capillas, altos órdenes jónicos apoyados en ménsulas con diseño de capitel dórico, cubriendo su única nave con tres bóvedas vaídas.

Tanto interior como exteriormente cuenta con bellas portadas de mármol, sobresaliendo la personal interpretación de su autor en la articulación de los elementos y en la ornamentación de su portada principal, situada a los pies, compuesta a modo de arco triunfal romano donde se incluye un medallón con emblemas de la fe, la esperanza y la caridad, esculpidos por Juan Bautista Vázquez el Viejo en 1564.

Tras la muerte de Hernán Ruiz II (1569) le sucede en las obras el italiano Bevenuto Tortello, quien en los escasos tres años que duró su presencia al frente de ellas poco o nada queda reconocible.

Ya en el siglo XVII le corresponde a Asensio de Maeda, por entonces maestro mayor de las obras de este hospital, realizar su fachada principal y levantar en ella su gran portada de acceso, la parte más representativa del conjunto, según las trazas dadas por Miguel de Zumárraga; obra de claro carácter manierista de 1618.

El edificio presenta su fachada principal precedida por un amplio espacio ajardinado dividido en dos zonas bien diferenciadas entre los que se levanta una alta y amplia verja de hierro. El jardín más exterior, más amplio y con arbolado de mayor porte, abierto para su acceso para el público general; y el más cercano al edificio, realizado a base de setos cuidadosamente recortados que se distribuyen según un trazado simétrico y muy ordenado, adecuado a la solemnidad y el clasicismo de la fachada, de acceso restringido.

En este espacio interior se ha incluido en 2007 el grupo escultórico de Hércules con dos leones y columnas que se realizó para la Exposición Universal (la Expo´92), y que estuvo ubicado durante el evento delante del pabellón de Andalucía. Dicho conjunto es obra del escultor y pintor malagueño José López-García Seguiri.[4]

El edificio funcionó como hospital hasta el año 1972. Tras años de abandono, en 1986 se redactan los proyectos para su conversión en la sede del Parlamento de Andalucía, inaugurándose el 28 de febrero (día de Andalucía) de 1992. La restauración total del edificio finalizó en el año 2003, con la conclusión de los trabajos de recuperación de los patios y estancias que no se habían acometido durante los años ochenta.[5]



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