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Incidente de laguna Pitiantuta



El Incidente de laguna Chuquisaca o Pitiantuta (Chaco Boreal) consistió en el ataque sorpresivo realizado por el ejército boliviano al fortín paraguayo Carlos Antonio López, ubicado sobre esa laguna, el 15 de junio de 1932. Un mes después el ejército paraguayo recuperó esa posición. Constituye uno de los motivos del inicio de la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay.

La laguna que los nativos Chamacocos/Tomaraxos de la región llamaban desde época inmemorial Pitiantuta, es un espejo de agua dulce ubicado en la zona central del Chaco Boreal.[1]

Fue "descubierta" el 20 de marzo de 1931 por el explorador Belaieff, al servicio del ejército paraguayo. En el mes de julio de aquel año se fundó en sus orillas, hacia el sureste, el fortín Carlos Antonio López. Fue uno de los secretos mejor guardados por el ejército paraguayo.

En sus Memorias, el Presidente boliviano Daniel Salamanca Urey, manifestó:

Aquejado económicamente por la Crisis Mundial, en agosto de 1931, el gobierno boliviano solicitó un préstamo a Simón I. Patiño, dueño de una gran fortuna originada en el estaño. La finalidad era dar un fuerte impulso a la penetración boliviana en el Chaco. Patiño facilitó la suma 25 000 libras esterlinas sin intereses.

El ejército boliviano puso en ejecución un plan de triple penetración en el Chaco. El primer grupo explorador, partiendo de Roboré en el norte, fundó los fortines Ingavi, Aroma y Florida. El grupo explorador central, partiendo de Charagua, estableció los fortines ‘’27 de noviembre‘’ y Picuiba en la zona más desértica del Chaco. El tercer grupo explorador partió del río Pilcomayo, en el sur, instalando los fortines Fernández, Loa, Bolívar y Camacho. Faltaba únicamente establecer contacto entre el fortín Camacho y las unidades de la Tercera División que se encontraban acantonadas en el fortín Baptista.

El Estado Mayor boliviano ordenó al comando de la 4.ª División, instalado en el fortín Muñoz, enlazar esos dos fortines . Esta tarea debía realizarse evitando provocaciones con los puestos paraguayos que pudieran encontrarse en esa dirección del avance.

En abril de 1932, esa misión fue encomendada al capitán Víctor Ustárez, considerado como el más hábil explorador del ejército boliviano, que recorrió con su grupo más de 200 km, en varios sentidos, sin poder establecer ese enlace. Como esa expedición no llegaba al fortín Baptista ni tampoco volvía al fortín Camacho, después de 20 días de espera, se envió un avión de reconocimiento para tratar de ubicarla desde el aire. El avión estaba piloteado por el mayor Jordán con el mayor Óscar Moscoso (2.º comandante del RC-5 ‘’Lanza‘’) como observador.

Según Moscoso, el informe que dirigió el 25 de abril al comandante de la 4.ª División decía:

Este informe, que menciona la presencia paraguaya en el borde de la laguna y que según Moscoso él lo envió ni bien terminó su vuelo de exploración, nunca fue encontrado y existe la sospecha de que, dado los problemas diplomáticos que se produjeron a posteriori, nunca existió y que Moscoso lo inventó para salvar fundamentalmente su responsabilidad en los hechos del mes de junio de 1932.

Una vez conocida la novedad, el 26 de abril, mediante comunicación cablegráfica, la jefatura del Estado Mayor instruyó al comando de la 4.ª División (a cargo del coronel Peña) lo siguiente: "....el objeto, impónese urgentísima ocupación Laguna Grande", nombre inicial dado por el ejército boliviano a la laguna para diferenciarla de otras más pequeñas existentes al suroeste. Salamanca aceptó esa misión advirtiendo a Osorio que se hiciese sin crear roces con los paraguayos. La 4.ª División envió dos patrullas hacia la laguna en los primeros días de mayo. Ni el capitán Ustárez ni el teniente Eduardo, responsables de cada una de ellas, lograron localizarla.

Estimulado por la propuesta del 6 de mayo de 1932 del secretario de estado de los Estados Unidos, Francis White, presidente de la Comisión de Neutrales, de que el pacto de no agresión que se estaba discutiendo entre Bolivia y el Paraguay tomaría como base de partida los territorios ocupados por las partes hasta el momento de su firma, el ejército boliviano aceleró su plan de localizar y ocupar la laguna.

Extrañamente, y pese a la protesta del coronel Enrique Peñaranda que quería dar la tercera misión al capitán Ustárez, fue un oficial de grado más alto, el mayor Moscoso, por decisión del Estado Mayor General, que tenía menos experiencia que aquel en el monte chaqueño, el que salió el 24 de mayo del fortín Camacho, con una fuerza de 25 soldados y 3 tenientes del RC-5 ’Lanza‘’ apoyados por guías aborígenes Chulupíes o Lenguas, en búsqueda de la laguna.

El general boliviano Luis Sánchez Guzmán menciona un radiograma que el Estado Mayor General envió a Peñaranda al día siguiente de la partida de Moscoso y que él lo reenvió de inmediato a este:

y Sánchez Guzmán agrega: "El radiograma había sido elaborado por el teniente coronel Ángel Rodríguez, supuesto “cerebro gris” de la Sección Operaciones del Estado Mayor contento por las complicaciones que esto traería al gobierno de Salamanca y supuestamente solo al gobierno". Rodríguez manifestó en esa oportunidad, ante el coronel Salinas (firmante del documento), lo siguiente:

Sánchez Guzmán menciona además que ese mismo oficial había intentado hacer algo parecido meses antes:

El general Hans Kundt, que los conocía a todos de muchos años atrás, los definió abiertamente ante el Ministro de Guerra Joaquín Espada, diciendo que el general Filiberto Osorio era un "hipócrita" y que el teniente coronel Ángel Rodríguez era un "canalla".[2]

Después de una marcha forzada de veinte días a través de 170 km. de espeso monte y poca agua, Moscoso llegó a su objetivo al anochecer del 14 de junio de 1932. Al amanecer del día siguiente, sus fuerzas se aproximaron con cautela a las casuchas que había divisado desde el avión a finales del mes de abril de 1932, en el lado sudeste de la laguna. Las tropas paraguayas, un cabo y 5 soldados, al notar la presencia boliviana y los disparos que hacían en su avance, abandonaron el fortín. El ejército paraguayo denunció después la baja del cabo Liborio ( u Oliborio) Talavera como muerto, desaparecido o prisionero. Solo dos meses atrás el fortín paraguayo había contado con una dotación de 45 soldados del RC-2 ‘’Coronel Toledo‘’.

El coronel Peñaranda envió al general Filiberto Osorio, el siguiente telegrama:

Moscoso destruyó el fortín paraguayo y erigió una serie de fortificaciones a unos 600 metros al noroeste de esa posición a la que denominó fortín Mariscal Santa Cruz. Estableció dos retenes sobre picadas de acceso que se dirigen al noreste y sureste previendo la lógica reacción paraguaya. Comenzó además la construcción de una pista de aterrizaje de emergencia en el lado oeste de la laguna. A fines de junio sus fuerzas aumentaron a 7 oficiales, 143 soldados, 1 sección con 2 ametralladoras pesadas, 16 ametralladoras livianas, 1 sección sanitaria y 23 000 cartuchos.

Cuando el presidente Daniel Salamanca, según sus propias palabras, se enteró de esta operación militar realizada por Moscoso, se sintió anonadado. "La noticia me llegó como un rayo inesperado".[3]​ Sus terminantes instrucciones de evitar roces con los paraguayos en el Chaco habían sido desobedecidas y, para colmo, sin su autorización, se había ocupado un fortín paraguayo. Toda su política internacional de desmilitarizar el Chaco se vino abajo en un instante. Con la claridad que le era habitual, el presidente Salamanca dijo premonitoriamente:

Ordenó entonces al general Osorio iniciar una investigación y desocupar inmediatamente el fortín paraguayo.

Sin embargo, para el Estado Mayor la posesión de la laguna era indispensable por la abundancia de agua que tenía. Por esa razón Osorio, mediante telegrama enviado al comando de la 4.ª División, instruyó confusamente:

Osorio, al mismo tiempo, envió otro telegrama al comando de la 4.ª División (provisoriamente a cargo del coronel Peñaranda) con el texto de una "representación" [petición] que este oficial debía firmar como propia y enviarla de vuelta al Estado Mayor. Este radiograma, (Cifrado 930: Muñoz, 19/6/1932, hora 22:30)[4]​ que también desapareció de los archivos, decía:

Sin embargo Peñaranda sabía, por el croquis que había recibido de Moscoso y dos vuelos de exploración posteriores, que el nuevo fortín boliviano se encontraba a escasos metros al noreste de la laguna y no sobre la margen occidental. El mismo Moscoso le había manifestado que, por razones topográficas, la ocupación del lago en su lado oeste lo alejaría del agua unos 3 km y que además ya había destruido el fortín paraguayo.

Aun así Peñaranda firmó la "representación" y años después de terminada la guerra del Chaco, interpelado públicamente por el historiador boliviano Querejazu Calvo, se justificó diciendo que había sufrido "una presión moral sofocante" de sus superiores. El Presidente Salamanca, que desconocía lo que estaba ocurriendo a su espalda, después de una acalorada reunión con Osorio, acabó por aceptar la falsa representación del comando de la 4.ª División que había sido redactada por el propio Osorio o Ängel Rodríguez del Estado Mayor. Sin saber donde estaba el nuevo fortín pensó que la ocupación boliviana del lado oeste de la laguna podía transformarse en un límite natural entre Bolivia y Paraguay. Al mayor Moscoso se lo mantuvo oficialmente desinformado de todas estas cuestiones.

Mientras tanto, los soldados paraguayos que huyeron, tras una marcha de tres días, llegaron totalmente agotados hasta la punta del riel que nace en el puerto Casado siendo después interrogados por el propio teniente coronel Estigarribia. El gobierno paraguayo, al darse cuenta del tremendo error del gobierno boliviano que lo convertía en agresor, ocultó la noticia en su frente interno. Al desconocer lo que ocurría entre el presidente Salamanca y el Estado Mayor boliviano, el gobierno paraguayo no podía comprender los motivos de esta contradictoria acción militar boliviana que se daba en el transcurso de una negociación para firmar un tratado de no agresión en el Chaco. Tampoco era consistente con el plan puesto en marcha por Salamanca que, según la inteligencia paraguaya, consistía en reducir los efectivos del ejército por problemas en la economía boliviana afectada por la crisis mundial: caída del precio y el volumen de estaño exportado.

El teniente coronel Estigarribia planificó rápidamente el envío de dos contingentes para recuperar el control de la zona. El primero, de 84 hombres, al mando del teniente Ernesto Scarone, atacó por sorpresa el 29 de junio un retén adelantado al mando del teniente boliviano Arévalo al que había conocido circunstancialmente en Buenos Aires-Argentina y que falleció accidentalmente luego de haber sido capturado. Ante la presencia de fuerzas superiores enviadas por Moscoso al retén, Scarone se retiró del lugar estacionándose en Anta, a 25 km de la laguna. Las bajas bolivianas, además del teniente Arévalo fueron 3 soldados muertos, 3 desaparecidos y 1 herido. Las fuerzas paraguayas tuvieron 2 muertos y 1 herido.

Esa misma noche y en días siguientes Moscoso recibió de Peñaranda nuevos refuerzos entre ellos 59 soldados del RI-5 ‘’Campero‘’ integrado por reclutas que ni siquiera sabían disparar sus fusiles, que estaban aquejados de paludismo y que recién habían llegado de Bolivia.[5]​ El día 5 de julio, Moscoso, preocupado por su aislamiento en medio del monte, a 170 km de su base y pensando que los paraguayos volverían en cualquier momento, le pidió a Peñaranda que aclarara concretamente qué debía hacer:

La Cancillería boliviana aprovechó este primer sondeo realizado por el ejército paraguayo para transformar el ataque de Moscoso del 15 de junio en una suerte de incidente fronterizo emitiendo el siguiente comunicado lleno de falsedades:

Dado que Bolivia se negaba a reconocer su estatus de agresor, el gobierno paraguayo amenazó con retirar sus representantes de la Comisión de Neutrales y de esa manera dar por terminada la mediación de ese organismo.

Haciendo coincidir la fecha de ataque con la retirada de los diplomáticos paraguayos acreditados en Washington en protesta por la ocupación boliviana, Estigarribia envió el segundo contingente al mando del capitán Abdón Coronel Palacios compuesto por 16 oficiales, 402 soldados, ametralladoras y morteros. El día 15 de julio, mientras las patrullas y retenes bolivianos daban el parte de "sin novedad", comenzó el primer sondeo paraguayo. La acción del día consistió en movimientos de patrullas y ataques de morteros contra los 172 hombres que contaba Moscoso y que estaban atrincherados al noreste de la laguna donde había comenzado a construir el fortín Mariscal Santa Cruz. La presión continuó el día siguiente. A la tarde, después de un griterío (sapucay) que anunciaba que el ataque paraguayo iba a comenzar (pero que no se produjo), Moscoso comprobó que todas sus fuerzas habían huido hacia Camacho dejándolo solo con apenas 14 soldados. Desesperado se precipitó hacia el enemigo gritando: “¡YO SOY EL COMANDANTE DE LAS FUERZAS, HAGAN CESAR EL FUEGO!", pero los disparos a su alrededor lo volvió a la realidad y buscó refugio junto al cabo Maceda y algunos soldados que seguían combatiendo y finalmente no tuvo otra opción que retirarse hacia Camacho, alcanzando en el camino a los que habían huido. En el juicio iniciado a posteriori a pedido de Salamanca fue liberado de toda responsabilidad.

Resultó incomprensible que durante casi un mes de ocupación y sabiendo con certeza que los paraguayos tomarían las medidas necesarias para recuperar la zona, el Estado Mayor boliviano, que le había dado tanta importancia estratégica a la laguna, hasta el punto de montar todo un andamiaje para engañar a Salamanca, haya mantenido a Moscoso prácticamente aislado pues carecía de radio por lo que se comunicaba con estafetas a caballo que tardaban tres días en ir de la laguna al fortín Camacho, sin instrucciones precisas, sin apoyo de mayores y más capacitados refuerzos y sin municiones suficientes para resistir en su posición. En los días previos al ataque, debido a la escasez de alimentos, los tuvo que racionar a la mitad. Desde el punto de vista militar, el coronel Peñaranda fue, en gran medida, el responsable directo del fracaso y la retirada del mayor Moscoso.

El historiador boliviano Querejazu Calvo resumirá este episodio que dio lugar a una guerra absurda de la siguiente manera:

En el discurso que pronunció desde los balcones del palacio Quemado, el 19 de julio de 1932, a raíz de la recuperación paraguaya de la laguna ocurrida 3 días antes, dijo:

Miles de ciudadanos bolivianos que lo escuchaban, sin sospechar el engaño, morirían poco tiempo después en la desconocida y árida planicie chaqueña.



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