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Jacques-François Blondel



¿Qué día cumple años Jacques-François Blondel?

Jacques-François Blondel cumple los años el 17 de enero.


¿Qué día nació Jacques-François Blondel?

Jacques-François Blondel nació el día 17 de enero de 1705.


¿Cuántos años tiene Jacques-François Blondel?

La edad actual es 319 años. Jacques-François Blondel cumplió 319 años el 17 de enero de este año.


¿De qué signo es Jacques-François Blondel?

Jacques-François Blondel es del signo de Capricornio.


¿Dónde nació Jacques-François Blondel?

Jacques-François Blondel nació en Ruan.


Jacques François Blondel (Ruan, 17 de enero de 1705 - París, 9 de enero de 1774), fue un arquitecto y urbanista francés, uno de los más importantes teóricos de la arquitectura del siglo XVIII. Ejercerá una notable influencia sobre los arquitectos racionalistas franceses del siglo XX. Fue el nieto del también arquitecto François Blondel, conocido como François Blondel el grande, arquitecto de la Villa de París, autor de la Puerta Saint-Denis en 1672, y cuyo curso de arquitectura había aparecido en cuatro volúmenes en 1683.

Si no hubiera que retener más que el nombre de un gran profesor de arquitectura del siglo XVIII, este sería el de Jacques-François Blondel. Nacido en Ruan, comenzó su carrera como grabador de arquitectura, pero con el tiempo se convirtió en arquitecto. Persona conservadora y reflexiva, con una mente muy racional, contribuyó a ordenar la consolidada tradición clásica francesa y su práctica. Su trabajo «De la distribution des maisons de plaisance et de la décoration en général», que se publicó en París (1737-38) y contenía 155 láminas cuidadosamente grabadas, fue enormemente influyente. Pese a ello fue rechazado en la «Académie royale d'architecture» y lo compensó abriendo en 1743, en París, una escuela privada de arquitectura, la «École des Arts» (que cerrará dos veces para reabrir (1747 y 1754) antes de quebrar en 1754). Siguiendo el relato de uno de sus alumnos, Pierre Patte:

En esos años, y los siguientes, una larga nómina de arquitectos franceses se beneficiaron de sus enseñanzas: Étienne-Louis Boullée, Alexandre Théodore Brongniart, Jean-François-Thérèse Chalgrin, Louis Jean Desprez, Charles De Wailly, Jacques Gondouin, Claude Nicolas Ledoux y Jean-Baptiste Rondelet; y algunos otros extranjeros, que llevarían el neoclasicismo a sus países, como el anglo-sueco Sir William Chambers o el danés Caspar Frederik Harsdorff.

Al final, por esta labor y tras la publicación, en cuatro volúmenes, de «L'Architecture française» (1752-56) —una obra que seguía la serie comenzada por el también arquitecto, Jean Marot, en la que realizó un completo estudio de la arquitectura del último siglo y en el que analizó la mayoría de los edificios franceses, elaborando un buen contexto histórico y proporcionando información detallada que de otro modo se hubiera perdido—, fue recibido en la Academia en 1755 donde le piden la remodelación de la ciudad de Metz y la mejora de Estrasburgo y, más adelante, en 1762, llegará a ser profesor de la «École de l'Académie». Pero permanece fiel a su Escuela de Artes donde sigue enseñando. Este reconocimiento institucional le abrió las puertas de algunos encargos públicos, como la Plaza de Armas de la villa de Metz (1761), con el acondicionamiento de la Plaza del Ayuntamiento (Hôtel de Ville) que incluyó el pórtico clásico añadido delante de la catedral gótica que los alemanes destruyeron en 1905; y el Plan de embellecimiento de la villa de Estrasburgo (1767).

En 1771 comenzó a publicar su «Cours d'architecture ou traité de la décoration, distribution et constructions des bâtiments», que incluía las lecciones impartidas en el curso de 1750 y en años siguientes. Contaba con nueve volúmenes en 1777 (un volumen de láminas cada dos volúmenes de texto), siendo los últimos volúmenes editados bajo la supervisión de uno de sus discípulos, Pierre Patte. Su práctica y enfoque enciclopédico, que hacía caso omiso de los excesos del Rococó, sobreviviría a los cambios de gusto y se mantuvo en la corriente principal de la formación de la arquitectura francesa durante varios decenios más.

Si Jacques-François Blondel deseaba «modernizar» la enseñanza de la arquitectura, lo menos que puede decirse es que sus referencias eran por lo menos arcaicas. Su arquitecto de referencia era François Mansart, pero nada decía, por ejemplo, a propósito de los arquitectos contemporáneos, como Jacques-Germain Soufflot, cuyo proyecto y trabajos para la Iglesia de Sainte-Geneviève (futuro Panteón) eran coetáneos de su profesorado. E incluso, nada dice sobre Laugier.

Blondel buscaba un sistema absoluto de normas basado en la racionalidad de la formación académica. Pensaba que siempre debía prevalecer la búsqueda de una hermosa "ordenación" que corresponda a la finalidad del edificio: resulta de la armonía de todos los elementos, la conformidad a las leyes de la naturaleza; así como a las exigencias de la razón.

Blondel consideraba que el ideal de belleza se halla en los modelos antiguos, sin embargo no se trata de realizar una copia servil. Las condiciones históricas y geográficas de Francia no son las mismas que las de Roma o Grecia. Lo esencial es lograr que la apariencia de una arquitectura sea armoniosa con la construcción y sobre todo con la distribución interior, que debe ser cómoda, y con la función del edificio. Los elementos arquitectónicos debe ser lo bastante armoniosa como para expresar una especie de "poesía muda". Y así cumplir el más elevado criterio de calidad: una arquitectura de "estilo auténtico".

Algunos arquitecto franceses del siglo XX, entre quienes figura Auguste Perret (1874-1954), el arquitecto del hormigón, verán en Blondel al primer teórico de la arquitectura neoclásica. Jacques- François Blondel no solo fue el último teórico en reconocer la total validez de la sintaxis de las columnas clásicas y en recuperarla enfrentándose a la arquitectura "irracional" y extravagante del rococó, sino que también fue el último en erigir una gran teoría de la arquitectura antes de la caída del Antiguo Régimen.

Deben añadirse a esta lista algunos otros muy respetables, pero, una vez más, un poco anticuados, como su abuelo François Blondel, Germain Boffrand y Libéral Bruant. Aunque resumida, Blondel detiene su corpus de referencia, tanto teórico como edificatorio, en 1730. Fue una de las cosas que le reprochará su alumno más conocido, Ledoux, en las páginas centrales de «L'Architecture considérée sous le rapport de l'art, des mœurs et de la législation» (publicada en 1804).

Esto era tanto más extraño cuanto que Blondel era uno de los miembros de la «société des gens de lettres» que, bajo la dirección de Diderot y d'Alembert, se ocupaban de redactar la Encyclopédie. D'Alembert le presentó así:

Salvo algunos errores materiales —títulos, año de fundación de la École des Arts, atribución de la última edición de Augustin-Charles D'Aviler, que era realmente de Pierre-Jean Mariette, pero que puede que Blondel haya grabado o re-grabado las planchas— la presentación fue evidentemente muy elogiosa. Desbordado por la tarea, o poco interesado en la oportunidad, Blondel recurre frecuentemente a Aviler, errores incluidos.[3]​… Abandona la empresa tras la publicación del volumen VII (1757), sin duda porque no temiendo más que peligros, su reciente elección en la Académie d'Architecture (e incluso su acceso a encargos) le impedían asumir cualquier riesgo posterior… Los artículos mejor construidos indican que todo el conjunto sin duda había sido imaginado, si no redactado, si se tienen en cuenta las remisiones a otros artículos propuestas. (Véase el artículo relativo a la albañilería, entre otros.)

La ruptura de 1757 dará la mano a Louis de Jaucourt, caballeroso, infatigable, pero poco dado a las cosas de la arquitectura. Fue él quien redactará por ejemplo los muy indigentes artículos sobre los órdenes arquitectónicos o sobre la situación («situation», término entonces empleado como emplazamiento («site»). Entre otros colaboradores, Goussier (§ Coupe des pierres), Antoine-Nicolas Dezalliers d'Argenville (en lo concerniente a los jardines), o Edme-François Mallet, el abad Mallet (para el diseño de iglesias). Queda, sin embargo de su contribución, por ejemplo, el artículo «Décoration» que, de todos los hechos, valdría casi para resumir su doctrina:

Es de destacar que la decoración, aunque la menos útil, era la parte más interesante de la Arquitectura. Las dos palabras maestras eran embellecimiento («embellissement») y carácter —«Esta palabra tomada en un sentido general; significa una marca o una figura trazada en el papel, metal, piedra o cualquier otro material, con la pluma, buril, cincel u otro instrumento, a fin de hacer conocer o designar cualquier cosa».[4]​ «Las bellas artes que presentan a nuesra reflexión los objetos visibles e invisibles de la naturaleza, deben designar cada una de ellas de manera que se conozca a qué género pertenecen y por qué propiedad se distingune de cualquier otro objeto de su especie. El talento de delimitar con precisión los rasgos característicos, es de hecho una de las partes capitales del arte.»[5]​— en la que Blondel centra todo sus esfuerzos teóricos.

El edificio debe de anunciar su destino, lo que Germain Boffrand había sido el primero en afirmar:

Y es por esta teoría del carácter que se puede si no transgredir las reglas de la Arquitectura, al menos adaptarlas, como lo avanzó también Boffrand, diciendo así que las proporciones solas pueden bastar: «Estos órdenes arquitectónicos, en que las progresiones llevan del rústico a lo sublime, tienen proporciones relativas a su carácter y a la impresión que deben hacer: cada uno de estos tres órdenes tiene una elegancia que conviene a su especie únicamente, y no conviene a otra (…) No es siempre necesario para hacer sentir estos caracteres diferentes, emplear en los edificios columnas y pilastras con su entablemento...»[6]

Con Blondel, se está ya en las premisas de lo que se llamará más tarde la arquitectura parlante, de la que los mayores adeptos serán Étienne-Louis Boullée —«Yo llamo carácter al efecto que resulta del este objeto, y causa en nosotros una impresión cualquiera»[7]​— o Claude Nicolas Ledoux: «Todas las diferentes especies de producciones que dependen de la arquitectura deben de llevar la impronta del destino particular de cada edificio, todas deben de tener un carácter que determine su forma general, y que anuncie para que es la construcción.»[8]​ «Se dice, hablando de una construcción, que su arquitectura es simbólica, cuando el estilo que caracteriza su decoración saca el motivo que ha hecho erigir el edificio…»[9]

Como dirá a finales del siglo XVIII Quatremère de Quincy, al principio del artículo que insertó en el «Dictionnaire d'Architecture» de la Encyclopédie Méthodique: «Carácter, s.m. Hay pocas palabras de un uso más frecuente y más familiar que esta que va ser objeto de este artículo. También hay pocas que hayan sufrido de una manera más sensible la influencia del uso.»[10]​ Este artículo es el más largo (de los casi 150.000) de ese diccionario.



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