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Jasón



Jasón (en griego antiguo, Ἰάσων) es un héroe de la mitología griega.

Según las diferentes versiones, su madre fue Alcimede, hija de Fílaco, o bien Polimede, tía de Odiseo, aunque también son mencionadas Polimela, Eteoclímene, Polifeme o Teogneta.[1]​Su padre fue Esón, hijo de Creteo y rey de Yolco hasta que su medio hermano, Pelias, lo destronó. Según otro relato, Esón confió el reino a su hermanastro Pelias, hasta que Jasón alcanzase la mayoría de edad.

Pelias, tío de Jasón, tras consultar sobre su futuro, fue advertido por el oráculo de que tuviera cuidado con un hombre calzado con una sola sandalia, porque pondría en peligro su trono.

Jasón fue educado por el centauro Quirón hasta que se convirtió en adulto. Cuando cumplió los veinte años, se dirigió a Yolco dispuesto a recuperar el trono que por herencia le pertenecía. Vestía de manera extraña, cubierto con una piel de pantera, con una lanza en cada mano y con el pie izquierdo descalzo, según algunos porque había perdido una sandalia cruzando un río y había ayudado a Hera a cruzarlo, representada como una anciana, y esta más tarde se lo agradeció. Con esta indumentaria se presentó en la plaza pública de Yolco en el momento en que su tío Pelias se disponía a celebrar un sacrificio. Pelias no lo reconoció, pero sintió miedo por el extranjero descalzo. Jasón permaneció con su padre Esón cinco días y al sexto se presentó a Pelias y le reclamó el trono que legítimamente le pertenecía. Pelias decidió alejarlo de su tierra enviándolo a una difícil misión: viajar hasta la Cólquide (al pie del Cáucaso), y traer de allí el vellocino de oro, la piel de un carnero fabuloso que había salvado la vida a Frixo, sobrino de Pelias, y lo había trasladado a la Cólquide. Allí Frixo ofreció en sacrificio a Zeus este carnero y luego regaló la piel del animal, que era de oro, al rey Eetes. Este lo consagró a Ares y lo depositó en un árbol custodiado por una serpiente que nunca dormía. Según otra versión, el propio Jasón, inspirado por Hera, se habría impuesto la realización de la prueba. Y es que, al presentarse ante Pelias, este advirtió su pie descalzo y, comprendiendo el peligro que le anunciaba el oráculo, le preguntó qué castigo impondría a un individuo que conspirase contra su rey. Jasón contestó que lo enviaría a buscar el vellocino de oro, respuesta que se volvió contra él.

Jasón solicitó entonces la ayuda de Argos, hijo de Aréstor, y, por consejo de Atenea, construyó la nave Argo, que había de conducir a la Cólquide a Jasón acompañado de un grupo de héroes griegos cuyo número oscila entre 45 y 69 según las diversas fuentes, que tomaron el nombre de Argonautas (navegantes del Argo). Reunidos pues los Argonautas, se hicieron a la mar en dirección a la Cólquida.[2][3]

No mucho después, llegaron a la isla de Lemnos, donde sólo habitaban mujeres. La reina, Hipsípila, que se enamoró de Jasón, le contó que las mujeres de la isla habían sido castigadas por la diosa Afrodita, al no rendirle culto, impregnándolas de un olor tan desagradable que los hombres las habían rechazado, uniéndose con mujeres de las islas vecinas. En venganza, las lemnias mataron a los hombres de la isla. Los Argonautas permanecieron en la isla un tiempo, se unieron amorosamente a ellas y luego se marcharon. Jasón tuvo dos hijos de Hipsípila como resultado de ello llamados Euneo y Nebrófono.[4]

Después de pasar por algunos países, llegaron a Salmideso, donde encontraron a Fineo, ciego y adivino, al que los Argonautas ayudaron a deshacerse de las Harpías, monstruos voladores con rostro de mujer, garras y alas, que, cumpliendo un castigo impuesto por los dioses, impedían que Fineo pudiera alimentarse.

Fineo, en agradecimiento, informó a los Argonautas sobre el camino a seguir hasta la Cólquida y además les dijo cómo podían superar el peligro que les esperaba al llegar a las Rocas Azules, dos enormes peñascos flotantes en continuo movimiento que chocaban entre sí aplastando a todos los que pretendían pasar entre ellas.

Superado este obstáculo, llegaron a la Cólquida. Jasón anunció a su rey, Eetes, su propósito. Este le dijo que le dejaría llevarse el vellocino de oro si antes conseguía unir a los dos toros que lo custodiaban, arar un campo con ellos, sembrar sobre los surcos unos dientes que había entregado Atenea al rey y luego vencer a la serpiente que nunca dormía y que permanecía al pie del árbol donde se hallaba el vellocino. Medea, la hija del rey Eetes, que era hechicera, se enamoró apasionadamente de Jasón y ayudó a este a llevar a buen término su hazaña (previo compromiso de Jasón de llevarla consigo a Yolco), poniendo en práctica su brujería.

Dio a Jasón una pócima mágica para que no le hicieran daño los toros monstruosos. Habiendo conseguido unir a los toros, lanzó los dientes sobre los surcos hechos en la tierra. De ellos brotaron cientos de hombres armados, llamados Espartos, que se lanzaron contra el héroe, pero este, siguiendo las instrucciones de Medea, arrojó una piedra entre ellos y los ejércitos se enfrentaron entre sí. Luego, Medea provocó un terrible sueño a la serpiente, Jasón se apoderó de la preciada piel y huyó con sus hombres, con Medea y con el hermano de ésta, Apsirto, en su embarcación.

Los hombres de Eetes persiguieron a la nave y Medea mató a su hermano, que era un niño, lo despedazó y lo arrojó al mar. El rey Eetes recogió los restos de su hijo y perdió de vista a los Argonautas.[5]​ En otra versión, Apsirto no era niño, sino un hombre adulto que fue enviado por Eetes al mando de un grupo de colcos armados en persecución de los Argonautas. Los alcanzó en el Mar Adriático, en la corte de Alcínoo en Istria. Allí Alcínoo se ofreció como juez y dijo en secreto a su esposa Arete que decidiría entregar a Medea de vuelta con los colcos si era virgen pero en caso contrario se la daría a Jasón. Arete informó a Jasón de ello y la noche anterior al juicio desvirgó a Medea, por lo que al día siguiente, fue entregada a su esposo. Apsirto no se conformó y continuó persiguiendo a los Argonautas hasta una isla en la que Jasón estaba realizando sacrificios y fue donde Jasón mató a Apsirto.[6]​ A veces se considera que la muerte de Apsirto fue fruto de una conspiración en la que intervino también Medea.[7]

Durante el viaje de regreso, los Argonautas debieron sortear diversos peligros además de la persecución de los colcos; tempestades, el asedio de las Sirenas, el ataque de los monstruos Escila y Caribdis o el ataque del gigante Talos. Finalmente llegaron a Yolco. Allí Jasón entregó el vellocino a Pelias y tramó su muerte con ayuda de Medea. Ella convenció a las hijas de Pelias de que podría devolver la juventud a su padre si lo partieran en trozos y lo cocieran. Así lo hicieron y provocaron la muerte del rey. Acasto, hijo de Pelias, expulsó a Jasón y a Medea de Yolco.[8]

Entonces Jasón y Medea huyeron a Corinto, donde vivieron felices durante diez años. Tuvieron dos hijos. Pero más tarde, Jasón repudió a Medea para casarse con Creúsa, hija de Creonte, el rey de Corinto. Medea, para vengarse, acabó con la vida de Creúsa y con la de los hijos que había tenido con Jasón, Mérmero y Feres.[9]

Tras esto, Jasón regresó a Yolco en una expedición de castigo junto con Peleo y los Dióscuros contra el rey Acasto y su esposa. Saquearon la ciudad y Jasón o su hijo Tésalo ocuparon el trono. Hay diversas versiones sobre su muerte: se decía que se había suicidado a causa de la tragedia causada por Medea pero también existía la tradición de que había muerto al caerle encima un trozo de madera podrida de la nave Argo.[10][11][12]

Se han rodado varias películas de cine y de televisión que tratan sobre el viaje de los argonautas en busca del vellocino:



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