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Jesús Carrasco Jaramillo



¿Dónde nació Jesús Carrasco Jaramillo?

Jesús Carrasco Jaramillo nació en Olivenza.


Jesús Carrasco Jaramillo (Olivenza, Badajoz, 1972) es un escritor español que saltó al panorama literario internacional con su primera obra, Intemperie (2013). Traducida a más de una veintena de idiomas, la novela cuenta también con una versión en cómic y una adaptación cinematográfica, dirigida por Benito Zambrano. Después publicaría otras dos novelas: La tierra que pisamos (2016) y Llévame a casa (2021).

Jesús Carrasco nació en Olivenza, en la provincia de Badajoz (España), en 1972. Luego se trasladó al pueblo toledano de Torrijos, adonde su padre había sido destinado como maestro.[1]​ Se licenció en Educación Física,[2]​ luego viajó a Escocia y en 2005 se asentó en Sevilla, donde continuó trabajando como redactor publicitario antes de dedicarse plenamente a la escritura.

La naturaleza como relación del hombre con la tierra es el telón de fondo que comparten las novelas de Jesús Carrasco.[3]​ Sin embargo, mientras que en Intemperie el campo es un escenario «ineludible», en la segunda novela sirve para entender la importancia que reviste para cada uno de los personajes principales.[4]​ En su tercera novela vuelve a la tierra llana y seca donde se crio, un territorio que él siente como «el espacio natural de sus emociones», el lugar sobre el que, a través de sus escritos, posa una mirada agradecida, una mirada «amorosa».[5]

La novela arranca con la historia de un niño que, por razones desconocidas para el lector, se ve obligado a huir de su pueblo y a enfrentarse él solo a una naturaleza despiadada y hostil. Adentrándose en la llanura, una noche se encuentra con un taciturno cabrero con el que tratará de protegerse de unos hombres que le persiguen.

El manuscrito se presentó en la Feria del Libro de Fráncfort de 2012, donde se vendieron los derechos de publicación en numerosos países, antes incluso de que se editara en España.[6]​ Finalmente, sería el sello Seix Barral, del Grupo Planeta, el que se hizo con los derechos para el ámbito hispanohablante. El título se incluyó dentro de la colección Biblioteca Breve.

Entre los múltiples galardones obtenidos, figuran el Premio al Mejor Libro de 2013 otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid;[7]​ el Premio de Cultura, Arte y Literatura, de la Fundación de Estudios Rurales; el English PEN Award; y el Prix Ulysse a la Mejor Primera Novela. Fue elegido Libro del Año por El País y seleccionado por el diario The Independent como uno de los mejores libros traducidos de 2014 en Reino Unido.[8]

Para los críticos literarios, esta novela fue la que dio trascendencia mediática a la corriente neorruralista de la literatura española del siglo XXI. Las narraciones de ambiente rural habían quedado muy relegadas a partir de la década de 1980, pero, a la estela del escritor pacense, volvieron a resurgir en la obra de Iván Repila, Manuel Darriba, Óscar Esquivias, Jenn Díaz y Lara Moreno.[9][10]

En 2016 se publicó una versión en cómic, y en agosto de 2018 se terminó el rodaje de la versión cinematográfica, dirigida por Benito Zambrano.[11]

En febrero de 2016, Jesús Carrasco publicó su segunda novela, La tierra que pisamos, editada también por Seix Barral. La historia es una ucronía enmarcada a comienzos del siglo XX: España ha sido anexionada por un gran imperio de otro país europeo y, tras la pacificación, las élites militares eligen un pueblo de Extremadura que a modo de gratificación se les ofrece a los mandos a cargo de la ocupación. Eva Holman, esposa de uno de ellos, vive así un idílico retiro... hasta que en su huerto aparece un hombre que acabará por invadir su vida entera.

La reflexión sobre la influencia de la tierra, del escenario, sobre el ser humano vuelve a ser primordial, aunque esta vez la estructura narrativa es más compleja. El propio autor descubrió mientras la escribía que, alterando la línea narrativa con saltos temporales, podía «dosificar» mejor los momentos clave, las emociones, y que la historia tenía que ser contada «a bocanadas» porque había momentos muy intensos. Su contexto también es mucho más amplio, de grandes catástrofes, de episodios de la historia más reciente: la guerra civil española, los totalitarismos europeos, la colonización. Hay intensidad, violencia, choque identitario y cultural, campos de concentración, ultrajes y atropellos en territorios conquistados.  

En cualquier caso, la intención última del escritor es mover a la reflexión sobre la idea de pertenencia, sobre la relación con la tierra; con el lugar en el que nacemos, pero también con el planeta que nos sostiene.

La gente idealiza la naturaleza porque no la conoce. […] El campo es una realidad muy dura. Se vive en una comunidad pequeña donde el anonimato no existe y la naturaleza no es amable con el hombre. Me interesa narrar esta parte nada bucólica de la naturaleza: una naturaleza no inclemente sino indiferente al ser humano.[12]

La tierra que pisamos fue galardonada en 2016 con el Premio de Literatura de la Unión Europea, otorgado por la Federación Europea e Internacional de Libreros, el Consejo Europeo de Escritores y la Federación Europea de Editores.[13]

En 3 de febrero de 2021 salió a la venta (una vez más de la mano de Seix Barral) la tercera obra de Jesús Carrasco, Llévame a casa, una novela sobre los lazos que unen y distancian a la familia, sobre el «mandato ético ineludible» que todo hijo habrá de afrontar tarde o temprano: el de cuidar él de sus padres cuando estos se hacen mayores.[14]​ En palabras del autor:[15]

Con 320 páginas, es la más voluminosa de sus novelas y la primera que se ambienta en un marco espaciotemporal explícito.

Sinopsis

La historia se centra en Juan, que acude a su pueblo, en la provincia de Toledo, al entierro de su padre. Su intención es pasar unos días allí y luego regresar a Edimburgo, donde reside desde hace cuatro años; pero inesperadamente recibe de su hermana una noticia que le obligará a cambiar de planes.

Proceso de escritura

Durante el periodo de promoción del libro, Carrasco respondió a cuestiones diversas sobre cómo se gestó la novela. Preguntado por su largo silencio de cinco años desde su anterior publicación, manifestó que no había dejado la literatura, pero que la había desarrollado en otros escritos que luego guardó en un cajón. Cuando llegó la inspiración de lo que acabaría siendo su tercera novela, el proceso de escritura resultó «torrencial»[14]​. En una entrevista para la cadena SER declaró:[5]

Siguió reescribiendo el borrador durante un año. Ese periodo coincidió cronológicamente con la primera etapa de la pandemia de COVID-19, un suceso que sin embargo no le impulsó a abrir el foco sobre otros destinatarios necesitados de cuidados. En su entorno vital y en el de sus personajes ya había y seguía habiendo suficiente desvalimiento de unos y oportunidad de redimirse de otros, de modo que «no necesitaba mirar fuera; simplemente con el material que tenía en casa o sus cercanías podía elaborar los contenidos para la novela»[5]​.

Temas

La novela se construye en torno a objetos muy familiares y a emociones muy «domésticas»; habla de cotidianidad, de objetos y de olores; de los convencionalismos, de afectos más o menos soterrados; pero, sobre todo, del cuidado del desvalido. El tema del acto de cuidar a otra persona es recurrente en todos los trabajos de Carrasco, si bien aquí adquiere una dimensión más poderosa.[5]

También se observan otras señas de identidad comunes, como la huida y el regreso al hogar. El tono sigue siendo pesimista, pero menos oscuro y triste:[5]

Es la más autobiográfica: el protagonista y el autor son de la misma edad y han seguido trayectos vitales similares. Jesús Carrasco también se ha movido entre dos geografías que quiere, dos hogares (una comarca de Torrijos y una ciudad escocesa), trabajó en la hostelería fregando platos en Escocia y corrió campo a través por las llanuras toledanas.[14]

La principal característica de la prosa de Jesús Carrasco es la precisión: «El lenguaje es la herramienta máxima, el arma total para el desarrollo del ser humano. Y la precisión es fundamental para expresar de manera concisa y nítida qué es lo que sucede en el mundo y qué es lo que yo intento representar». Próximo a este atributo está el de la contención, el de dejar que sea el lector el que complete el dibujo: «Gran parte de mi trabajo está en utilizar esas herramientas para involucrar al lector, en buscar espacios en blanco que intento rodear de elementos. Lo óptimo para mí sería que el lector rellenase ese espacio en blanco con la emoción».[12]​ Aun así, reconoce que su obsesión por «cincelar» el texto, por llevar al límite la artesanía de la palabra, le ha llevado en ocasiones al bloqueo creativo.[12]

Carrasco se declara deudor de la literatura norteamericana: Raymond Carver, Richard Ford, John Updike y, en especial, Cormac McCarthy,[7]​ en el que encuentra poder literario y humano por el mundo que describe, con sus referentes estéticos, la crudeza, el paisaje, lo descarnado de las emociones y el salvajismo, «esa frontera entre lo civilizado y lo animal».

La prosa escueta, contenida y aparentemente descarnada de Carrasco no está exenta de lirismo. Para el dibujante Javi Díaz, que ilustró la versión en cómic de Intemperie, los «toques poéticos» contenidos en una historia tan dura brindan «un respiro» al lector. El propio autor ha declarado su fascinación por la poesía. Esa dimensión estética es la que hace posible que en una narración dura, atravesada de acontecimientos tan crueles como los que suceden en la novela, «siempre pueda aparecer una flor, ese punto que brilla y que rompe la escena, el ritmo».[16]



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