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José Andrés Rázuri



Guerra de la Independencia:

Guerra grancolombo-peruana:

José Andrés Rázuri Esteves (San Pedro de Lloc, La Libertad, 28 de septiembre de 1791 - San Pedro de Lloc, 4 de enero de 1883), fue un militar y agricultor peruano. Oficial del Ejército Libertador, tuvo un importante papel durante el desarrollo de la Batalla de Junín, al cambiar una orden de retirada de un escuadrón de los Húsares del Perú por el de ataque, lo que decidió y puso el triunfo patriota en dicho encuentro bélico.

Fue hijo de la unión de Juan José Rázuri y de María Severina Esteves. Estudió en el Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, a instancias de sus padres para que siguiera la carrera religiosa, pero optó por dedicarse a la agricultura. Se alistó a la causa libertadora de San Martín en Huaura en 1820, siendo incorporado al Regimiento de Granaderos de los Andes. Participó en la consolidación de la independencia en el norte del país, estuvo presente en la ocupación de Lima en 1821 e intervino en la batalla de Pichincha en 1822. Al llegar Simón Bolívar, se le encomendó el reclutamiento y preparación del Regimiento de Húsares del Perú en 1824, con el que participó en la batalla de Junín, durante la cual, su escuadrón se mantuvo a la expectativa. Al producirse la feroz acometida de la caballería realista, se ordenó a su escuadrón que se retirara del campo para ponerse a salvo, pero Rázuri varió dicha orden por la de ataque a la carga y fue esta audaz decisión lo que permitió que se volteara la situación a favor de los patriotas. Participó luego en la Batalla de Ayacucho, y con el grado de Capitán acompañó a Gamarra en la campaña sobre Bolivia de 1828, ascendiendo a Sargento Mayor. Luego marchó al norte a participar en la guerra contra la Gran Colombia en 1828, actuando en la batalla del Portete de Tarqui de 1829. Tras el derrocamiento del presidente José de La Mar, se retiró del ejército y se dedicó a la agricultura. En las postrimerías de su vida, retornó a su tierra natal, donde dejó de existir el 4 de enero de 1883.

La 96ta promoción de Oficiales de la Escuela Militar de Chorrillos del Ejército del Perú, que se graduó el 1 de enero de 1992 lleva su nombre, así mismo también lleva su nombre el Regimiento de Caballería Blindado "Coronel de Caballería José Andrés Rázuri" N.º 123, acantonado en la localidad de Challapalca departamento de Tacna en Perú.

José Andrés Rázuri, joven militar, viajó a la Sierra (Huaraz) para ponerse a disposición del general José de San Martín; en esos tiempos, se necesitaba de personas que despertasen el espíritu del pueblo peruano y ayudaran al ejército libertador a cumplir con su cometido. Rázuri fue tomado en cuenta por San Martín, quién lo destacó al actual departamento de La Libertad y lo puso en contacto con los patriotas de Trujillo y Lambayeque.

La ciudad de Lambayeque, proclamó su independencia el 31 de diciembre de 1820. No estuvieron de acuerdo con dicha proclamación el sargento mayor Antonio Gutiérrez de la Fuente y otros tres oficiales, quienes marcharon de Lambayeque a Trujillo. Cuando llegaron a San Pedro de Lloc, el sargento fue tomado prisionero a la altura de la alameda de la entrada norte de la ciudad por Santiago Rázuri, José Andrés Rázuri, José Agustín Esteves, José C. Hurtado, junto con muchos patriotas que se unieron para cortarles el paso debido a que la señora Rioja, familiar de Santiago Rázuri, avisó de lo sucedido en Lambayeque y de los fugitivos.

Posteriormente, José Ceferino Hurtado, procedió a ejecutar el acto de Proclamación de la Independencia el 10 de enero de 1821.San Pedro de Lloc se desligaba así de la opresión española.

En ese entonces José Andrés Rázuri tenía el rango militar de alférez.

San Martín necesitó en un momento dado, estrechar el enlace con los patriotas, que en la provincia de Trujillo preparaban la insurrección, enviando correspondencia y mensajes verbales, absolutamente confidenciales pero de gran importancia.

Estos mensajes estaban dirigidos a patriotas residentes en Trujillo, Lambayeque y Piura. En principio, estos mensajes se referían a reclutar hombres para formar el ejército independentista.

Sabiendo San Martín que José Andrés Rázuri conocía los caminos y pueblos norteños, además de su pasión y vehemencia por la causa de la Libertad, lo designó para que llevara a cabo tan importante cometido.

Rázuri, en cumplimiento de su misión, marcha de regreso al norte, pero ya no solo a San Pedro de Lloc, sino hasta Lambayeque y Piura. Organizó y realizó su marcha en perfectas condiciones.

Al pasar por San Pedro de Lloc, dejó instrucciones a su hermano Santiago para que vendiera una parte de sus tierras y con el importe de esas ventas, adquiriese ganado, equipo, armas y todo lo necesario para construir, con personal voluntario, una pequeña unidad de caballería a la que, posteriormente designó como “Los Dragones de Pacasmayo”, que fue incorporada, poco después, al regimiento “Húsares del Perú” que sería a partir del 6 de agosto de 1824, el “Glorioso Húsares de Junín”.

“Los Dragones de Pacasmayo” se formó con personal voluntario del valle de Jequetepeque.

En el mes de febrero, las fuerzas realistas españolas mantenían bajo su ocupación la sierra central y sur; en junio, Simón Bolívar se dirigió con sus fuerzas hacia el sur, con el fin de enfrentarse a los realistas, comandados por el general José de Canterac.

Ambos ejércitos se encontraron en las llanuras de Junín, al noroeste del valle de Jauja, el 6 de agosto de 1824, donde Rázuri se hallaba como ayudante del primer escuadrón de los Húsares del Perú. Al iniciarse la batalla, su escuadrón se hallaba en la reserva, oculto en una quebrada, a la espera de las órdenes del alto mando.

La batalla duró una hora; fue un combate cuerpo a cuerpo, con lanzas y sables, sin que se utilizaran armas de fuego. Murieron unos 250 realistas y 150 insurgentes. La victoria independentista se atribuye a la intervención de un escuadrón de los Húsares del Perú, al mando del coronel argentino Isidoro Suárez, quien pidió órdenes a su superior, el general peruano José de la Mar, pues su escuadrón permanecía intacto. Rázuri fue el encargado de llevar el mensaje a La Mar, quien le respondió: «Diga Ud. al Comandante Suárez que salve ese escuadrón como pueda», pero Rázuri, embargado por el sentimiento patriota, falseó la respuesta y dijo: «Mi Coronel, el general La Mar ordena que cargue Ud. de todos modos». Suárez ordenó entonces la carga contra la retaguardia realista, lo que desordenó a esta y permitió el éxito patriota.

Terminada la batalla de Junín, el general La Mar mandó llamar a Rázuri y le dijo: «Debería usted ser fusilado; pero a usted se le debe la victoria de hoy día». Bolívar, que se había alejado un tanto del escenario y ya daba por hecho la derrota, estalló en alegría al enterarse de la victoria y cambió el nombre de los Húsares del Perú por el de Húsares de Junín, tal como se les conoce hasta hoy en día.

Lograda la independencia del Perú, Rázuri permaneció en el ejército peruano y fue ascendido a capitán. Participó en la invasión peruana de Bolivia de 1828 y luchó en la guerra contra la Gran Colombia de 1829. Pero tras el derrocamiento del presidente José de La Mar, optó por dejar el servicio y se dedicó a la agricultura, labor que solo interrumpió para ejercer como subprefecto de Piura en 1837.

Se casó en 1834 con María Josefa Echeandía y Ramos en la Hacienda Tambogrande.

Estando en el retiro recibió el grado de Coronel del Ejército Peruano, siendo presidente de la República el mariscal Ramón Castilla, en mérito y reconocimiento a sus servicios en la campaña de la Independencia.

Tuvo una gran longevidad y alcanzó hasta los días de la guerra con Chile (1879-1883).

Su último deseo fue ser llevado a su tierra natal, para morir allí y ser enterrado en su suelo. Su hija Josefa, atendiendo al deseo de su padre, lo llevó a San Pedro de Lloc, y como no tenía más familia que su hermano Casimiro, lo dejó con él (1881).

"El Colorao", como era apodado, vivía en una vieja casona de portón y ventana, en la calle de la Independencia (hoy Dos de Mayo), al lado de la casa del alemán Schäfer.

Desde que llegó a San Pedro fue bienvenido. La gente veía en él, al héroe legendario que había peleado en mil batallas por causa de la independencia.

Era José un anciano bonachón que calzaba una gorrita de terciopelo azul. A pesar de su ancianidad y de estar un poco “chocho”, a José se le veía molesto, por el saludo constante que le prodigaban los chilenos en la calle, cosa que le desagradaba; es más, no los podía ver, y cuando los veía venir refunfuñaba.

Los chilenos, por su parte, sabían quien era Rázuri, y sabían de la épica gesta de Junín. Los oficiales chilenos habían dado órdenes terminantes a sus soldados de no molestarlo.

Un día, le hizo prometer a su hermano Casimiro, que cuando muriera, inmediatamente lo enterrara en el cementerio para no dar ocasión a que los “benditos chilenos” le rindieran honores.

Y así fue, el 4 de enero de 1883, murió José Andrés Rázuri, y sin más, su hermano Casimiro llevó en carreta el féretro al cementerio y le dio sepultura.

A eso de las 9 de la mañana, un piquete de soldados chilenos vestidos con uniforme de gala, se apersonó a la casa de los Rázuri, tocaron a la puerta, la que abrió Casimiro, vestido de riguroso luto; le dieron el pésame y le manifestaron su deseo de rendir honores al ilustre prócer.

Casimiro con voz grave les manifestó que su hermano había sido enterrado muy temprano.

Desde el 6 de agosto de 1953, sus restos reposan en el Panteón de los Próceres de Lima.

Otra anécdota más

Cuando José Andrés Rázuri, se quedaba en su casa, en la época de la ocupación chilena, existía el toque de queda, donde cada poblador, debía apagar su luces y pernoctar a puerta cerrada en sus hogares.

Los batallones chilenos recorrían San Pedro de Lloc, haciendo cumplir de manera estricta y cruel, el toque de queda; justamente a esa hora Don José Andrés Rázuri, tenía la costumbre de encender sus lamparines exteriores y quedarse en el pórtico de su casa contemplando la calle; al momento del inicio del toque de queda; por su puesto que este acto no agradaba a los oficiales chilenos, quienes tenían que solamente saludar de manera cortés al héroe de la gesta de Junín, mientras él disfrutaba de la tarde y del calor de su lamparín en pleno toque de queda.



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