Las joyas de pasar son un conjunto de joyas reunidas por la reina Victoria Eugenia de España, vinculadas al jefe de la Casa Real española, y lucidas a su vez por las reinas de España.
Fue la condesa de Barcelona la que acuñó la expresión joyas "de pasar", cuando la reina Victoria Eugenia (nacida princesa de Battenberg) le entregó las piezas históricas al morir su esposo, el rey Alfonso XIII.
Dichas joyas se transmiten de soberana a soberana, siguiendo las indicaciones de la reina Victoria Eugenia de España en su testamento.
En primer lugar, cabe recordar que a la muerte de la reina Victoria Eugenia en 1969, estas joyas recayeron como depositario en el conde de Barcelona y fueron utilizadas por su esposa aunque nunca llegaron a reinar. Las alhajas, en el momento de la proclamación de Juan Carlos I como rey de España en 1975, pasaron a ser de su propiedad y de la de su esposa respetando la línea de sucesión. Si bien, la reina Sofía de España, en un acto de prudencia en plena Transición, esperó a que se promulgara la Constitución de 1978 para empezar a lucirlas.
Un codicilo testamentario sitúa en primer plano las ocho piezas descritas al vincular su propiedad, ya por tres generaciones, al jefe de la Casa.
El testamento de doña Victoria Eugenia comienza así: “Dado en Lausanne, a 29 de junio de 1963. Yo, doña Victoria Eugenia de Battenberg y Windsor, Reina que fui de España por mi matrimonio con el Rey Alfonso XIII, de cuyo enlace subsistieron al presente cuatro hijos, llamados Don Jaime, Don Juan, Doña Beatriz y Doña Cristina, por el presente testamento ológrafo ordeno mi última voluntad según las siguientes cláusulas…”. Cuando se hizo público, se encontraron dos codicilos también ológrafos y escritos en papel con el membrete de “Vieille Fontaine”.
En el primero de ellos se lee:
“Las alhajas que recibí en usufructo del Rey Don Alfonso XIII y de la misma Infanta Isabel, que son:
Desearía, si es posible, se adjudicasen a mi hijo Don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto Don Juan Carlos. El resto de mis alhajas, que se repartan entre mis dos hijas”.
Esta fortuna en joyas, se complementa con los regalos hechos por otros miembros de la Familia Real. La reina madre, doña María Cristina, le regalará una diadema de brillantes y perlas, de gusto rococó y un buen collar de gruesas perlas de seis hilos; la infanta doña María Teresa, colgante y pendientes de rubíes y brillantes; la infanta doña Isabel, otro colgante, de zafiros y diamantes; y el príncipe viudo de Asturias, don Carlos, un brazalete de rubíes y brillantes, piezas estas últimas que corrieron suertes distintas.
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