Juan de la Torre y Díaz Chacón, fue un conquistador español, uno de los soldados más representativos de los extremeños que participaron en la conquista americana, ya que su vida estuvo envuelta en un continuo batallar en las diversas facetas del proceso que se llevó a cabo en el territorio peruano.
Nació antes de 1500 en Villagarcía de la Torre (Badajoz) y era hijo de Hernando de la Torre y de Leonor Díez Chacón. A los 15 años, marcha con su padre a Santo Domingo y al año siguiente se establece en Puerto Rico con alguna ocupación de escasa importancia. En 1520, vuelve a Santo Domingo donde ocupará el cargo de alguacil mayor del Santo Oficio y recibirá encomienda de indios.
Durante su estancia en Santo Domingo, se casa con Catalina de Feria y en 1524 se trasladaba a Tierra Firme con el séquito castrense de Francisco de Barrionuevo, que había sido nombrado gobernador de Castilla del Oro, o Nombre de Dios. Después de algunas escaramuzas que sostienen en Urabá con Alonso de Heredia por cuestiones de límites, Juan de la Torre marchaba a Panamá.
En Panamá, Juan de la Torre se alista en las mesnadas de Francisco Pizarro para la segunda expedición que emprendía al Mar del Sur en 1526. Si hasta entonces la vida de Juan había sido anodina y descansada, en la isla del Gallo había de experimentar las mayores necesidades que puede soportar un hombre. Aquellos parajes solamente ofrecían hambre y desolación, y la situación de los hombres de Pizarro no podía ser más desventurada.
A pesar del panorama desolador de aquella isla y de las innumerables calamidades que pasarán aquellos hombres, el 27 de septiembre de 1527, Juan de la Torre se convertía en uno de los “Trece de la Fama”, aquellos valientes que secundaron a Pizarro en su empeño de continuar buscando el Imperio incaico y el oro soñado. Con aquella acción de la isla del Gallo, Juan de la Torre ratifica su calidad de hidalgo en virtud del título que se le concedió como “Caballero de la banda y de la espuela dorada”, a diferencia de otros a los que se les confirió la gracia de usar el don.
Después de esta acción regresa a Panamá a finales de 1527 y volverá al Perú en 1531 para reintegrase a la conquista con el cargo de maestre de campo general, que le había concedido Pizarro. Interviene en los primeros lances que se desarrollan en Túmbez, asiste a la fundación de San Miguel de Piura, que es la primera ciudad española en el Perú y se queda en la nueva ciudad al mando de la guarnición que ha dejado Pizarro.
En 1532, por orden de Francisco Pizarro, Juan de la Torre era condenado a muerte. El delito achacado era un letrero que apareció un día a la puerta de la iglesia de Piura en el que se atacaba satíricamente a Pizarro y a sus hermanos; este sería el motivo de la tal condena. Pero como de la Torre juró y perjuró ser inocente de la acusación que le achacaban, Pizarro le perdonó la vida y lo condenó a destierro en Cuba.
Algún tiempo después, la confesión de un soldado moribundo devolvió el honor a de la Torre, ya que el agonizante aseguró que el condenado no había sido el autor de la ofensa. Entonces Pizarro lo perdonó y le ordenó reintegrarse a su puesto. En 1535, de la Torre volvió al Perú encargándose nuevamente de las tareas castrenses que antes desempeñaba.
El 15 de agosto de 1540, Juan de la Torre fundaba la “Villa de la Asunción de Nuestra Señora del Valle Hermoso de Arequipa”, con la colaboración del teniente de gobernador Garcí Manuel de Carbajal que había escogido previamente el sitio adecuado para asentar el poblado.
Una vez llevada a cabo la fundación de Arequipa y levantadas las primeras viviendas, el primer alcalde nombrado para dirigir los destinos de la ciudad fue Juan de la Torre, quien recibía dos fanegas de tierra para fabricar su casa y las caballerizas.
Las agrias disputas entre los partidarios de los Pizarro y de los de Almagro, dieron origen a crudos enfrentamientos que terminaron midiendo sus fuerzas en los campos de batalla. Al final, Diego de Almagro el viejo, es derrotado en la batalla de las Salinas y ejecutado en el Cuzco el 8 de julio de 1538. Esta ejecución originará el asesinato de Francisco Pizarro, quien morirá en Lima, el 26 de junio de 1541 a manos de los partidarios del hijo de Almagro.
Cuando murió Francisco Pizarro, Juan de la Torre ejercía de alcalde en Arequipa y en cuanto llegó a Lima el pesquisidor real Cristóbal Vaca de Castro para solucionar el conflicto entre almagristas y pizarristas, Juan de la Torre se puso a la orden del enviado regio y lo acompañó hasta que terminó el conflicto en la batalla de Chupas, donde sería ejecutado Diego de Almagro el Mozo, el 16 de septiembre de 1542. Terminada la guerra entre ambos bandos, de la Torre volvía a Arequipa.
Las Leyes Nuevas eran un conjunto de ordenanzas aprobadas el 20 de noviembre de 1542 que pretendían mejorar las condiciones de los indígenas en la América española, incidiendo fundamentalmente en la revisión del sistema de encomienda. Esta revisión oficial desató el descontento generalizado de los conquistadores que desaprobaban tales medidas por ir en contra de sus intereses, ante la inmediata revisión los encomenderos nombran como caudillo a Gonzalo Pizarro para que encauce la oposición a tales normas reales.
Para dar cumplimiento al mandato, Blasco Núñez Vela llegaba al Perú como primer virrey del territorio, con la misión especial de hacer cumplir las Leyes Nuevas; y de la Torre, como defensor del Poder Real, se ponía a sus órdenes. En la batalla de Iñaquito, Gonzalo Pizarro vence y ordena ejecutar al virrey el 18 de enero de 1546, y una vez terminada la contienda, de la Torre volvía a su casa de Arequipa.
Pero Gonzalo seguía desafiando al Poder Real y al sur del virreinato peruano se levantaba en armas Diego Centeno a favor de la Corona y en contra de Gonzalo Pizarro; de la Torre vuelve a tomar las armas a favor de la causa real al lado de Centeno, pero el 20 de octubre de 1547 Gonzalo Pizarro derrotará a los de las fuerzas reales en la batalla de Huarina y Juan de la Torre se refugiaba nuevamente en Arequipa.
Los conflictos de rebeldía eran constantes y en el territorio peruano continuaba el descontento y las protestas. La Corona deseaba disciplinar a los que desobedecían las órdenes reales, y para esta misión Carlos I enviaba al clérigo don Pedro de la Gasca con poderes extraordinarios y cédulas en blanco firmadas por el emperador para que la Gasca aplicara los correctivos necesarios a quienes no acataban las leyes del Reino.
Cuando llega la Gasca al Perú, Juan de la Torre volvía a tomar las armas a favor de la Corona y se ponía a las órdenes del clérigo, y el 9 de abril de 1548 participaba en la batalla de Jaquijaguana, vencen a las fuerzas de Gonzalo Pizarro y este será condenado a muerte y ejecutado junto con su lugarteniente Francisco de Carvajal.
Por la excelente hoja de servicios a favor de la Corona que tenía Juan de la Torre, y después de tanto batallar en las guerras civiles peruanas, el esforzado extremeño recibía el premio merecido. Por título firmado por la Gasca se le concedía varias encomiendas de indios en Acari, Camiña, Cajamarca y Segu.
Como de la Torre había enviudado en 1544 de Catalina de Feria y Villegas, contrajo nuevamente matrimonio con Ana Gutiérrez; esta moría también y de la Torre, cuando tenía 72 años, casa por tercera vez en julio de 1551 con doña Beatriz de Padilla Casillas y Narváez, natural de Granada, hija del Capitán D. Francisco de Casillas y Narváez y de Da. Inés de Padilla, y al año siguiente volvía a ocupar, por dos años consecutivos, el cargo de alcalde de Arequipa.
Con el ajusticiamiento de Gonzalo Pizarro todavía no se había apagado el descontento que produjo la aplicación de las Leyes Nuevas y cuando la Gasca organizó los nuevos repartimientos, muchos de los encomenderos levantaron la voz de protesta por considerar que habían sido perjudicados en sus asignaciones.
Entonces aparece Francisco Hernández Girón como nuevo líder de los descontentos y armando un gran ejército se apresta a lograr lo que Gonzalo Pizarro o había sido capaz de conseguir. El Poder Real volverá a la carga para terminar de una vez con aquellos actos de rebeldía que turbaban la paz y perjudicaban seriamente el desarrollo socioeconómico de Perú.
Juan de la Torre volvía a tomar las armas a favor de la Corona y se unía a las fuerzas del mariscal Alonso de Alvarado. Después de algunas batallas entre los dos bandos donde salió victorioso Hernández Girón, al final en la batalla de Pucará será derrotado y posteriormente llevado a Lima donde será ajusticiado.
Un hijo de Juan de la Torre, de igual nombre que su padre, también era ajusticiado por militar en las fuerzas de Hernández Girón. El día del suplicio del hijo, se comenta que Juan de la Torre salió a la calle vestidos de rojo y vociferando que su hijo era merecedor de tal castigo por haber sido traidor a su rey.
Además de haber peleado en las filas de Hernández Girón, el hijo de Juan de la Torre fue ajusticiado principalmente por haber torturado a un cacique de la tribu de los cañaris para que le revelara donde escondía el oro.
Al terminar el conflicto de Hernández Girón, Juan de la Torre volvió a Arequipa y se integraba nuevamente a la vida edilicia desempeñando el cargo de contador desde 1554 hasta el 61, y el de alcalde desde 1561 al 68. Posteriormente a esta fecha ocupaba el cargo de regidor perpetuo hasta 1575.
Juan de la Torre moría en Arequipa sobre 1590.
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