Los Juicios de Auschwitz (en alemán, Auschwitzprozesse), llamados también Procesos de Auschwitz en Fráncfort, fueron una serie de juicios que se llevaron a cabo en la ciudad de Fráncfort entre 20 de diciembre de 1963 y 19 de agosto de 1965 contra 22 acusados por su papel en el campo de concentración y exterminio (CCyE) Auschwitz-Birkenau durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien el nombre popular del proceso no es categórico, conocido en inglés como Second Auschwitz Trial ("el segundo juicio de Auschwitz") debido a un juicio anterior celebrado en Polonia bajo el mismo nombre. En cambio, en alemán se suele incluir en esta serie de juicios, una segunda secuencia de menor alcance mediático (1965-1966) y una tercera (1967-1968), refiriéndose a cada una de ellas por su número ordinal. En cualquier caso, el nombre oficial del proceso, presidido por el juez del Tribunal Superior de Hesse, Hans Hofmeyer, fue Caso penal contra Robert Mulka, et. al., quien había sido el oficial superior entre los acusados.
El proceso judicial estaba en su mayor parte abierto al público, por lo que servía para traer a la atención ciudadana, tanto la alemana como la internacional, muchos detalles sobre el Holocausto. El juicio se saldó con 6 condenados a cadena perpetua y algunos otros que recibieron la máxima pena establecida por ley por sus crímenes.
La importancia del proceso radica en haber sido el escenario jurídico en el que la República Federal de Alemania reconoció por primera vez la responsabilidad criminal bajo el derecho alemán, y no el internacional, de individuos que prestaron servicio en los campos de exterminio (todos los procesos anteriores, tanto los juicios de Núremberg, celebrados por los aliados, como los convocados en los países conquistados por los alemanes, eran obra de terceros y basándose en la definición de crímenes de lesa humanidad en la ley internacional). A partir de los juicios de Auschwitz, y a pesar del número limitado de imputados y de las penas, se dio a entender que cualquier persona que prestó servicio en los CCyE es enjuiciable. También es importante a la luz de que muchos alemanes creían que los procesos criminales eran consecuencia inevitable de la derrota alemana en la guerra, más que una cuestión de justicia, ya que habían sido llevados a cabo por los vencedores.
Junto con el juicio a Adolf Eichmann en Israel, los procesos de Frankfurt llevaron a la conciencia pública el cambio de enfoque jurídico y el empeño de las autoridades por capturar y llevar ante la justicia a los criminales de guerra nazis.
La importancia del material recabado y presentado a lo largo de los juicios es tal, que la Unesco le dedicó en 2017 un estatus especial (special heritage status) de Patrimonio Documental de la Humanidad.
La mayoría de oficiales y superiores del campo de Auschwitz, incluido Rudolf Höß, quien era el más longevo comandante del campo, fueron devueltos a las autoridades polacas en 1947 después de haber servido de testigos de la acusación en el juicio principal de Núremberg. En los juicios que se llevaron a cabo posteriormente en Cracovia, muchos de los acusados fueron condenados a la horca por crímenes de suma crueldad y tortura de prisioneros. Estos procesos se conocen en inglés y algunos otros idiomas como "Primer juicio de Auschwitz", para distinguirlo del alemán. Te todos los acusados del proceso, solo uno, Hans Münch, fue finalmente exonerado.
A cargo de la acusación estaba el fiscal general del Estado de Hesse, Fritz Bauer, quien buscaba atribuir responsabilidades individuales a los exfuncionarios de Auschwitz-Birkenau. Sin embargo, de los alrededor de 8000 individuos implicados en la administración del campo (incluyendo a 200 celadores), la complejidad del proceso y falta de jurisprudencia en la legislación alemana provocaron que solo 22 de los investigados fueran imputados. De acuerdo con la legislación alemana de la época (que cambiaría posteriormente ), los acusados afrontaron cargos únicamente por crímenes perpetrados por su propia iniciativa, y no por actos realizados "bajo órdenes", los llamados crímenes de genocidio contemplados en la legislación internacional y aplicados en juicios anteriores, que en Alemania hubieran entrado bajo la definición de cómplices.
Los acusados eran desde miembros de las SS hasta kapos, sobre todo cuando estos últimos habían participado en los procesos de selección, es decir el envío directo de prisioneros de las "rampas de selección" a las cámaras de gas (automáticamente incluyendo a todos los niños menores de 14 años y las madres que no consentían separarse de ellos). En el transcurso de los juicios fueron llamados a testificar unos 360 testigos, de los que 210 eran supervivientes de Auschwitz.
Las autoridades alemanas tenían informaciones sobre los crímenes perpetrados por los acusados y su paradero ya en 1958,
pero nunca llegaron a materializarse en un proceso judicial.Richard Baer, SS-Sturmbannführer y último comandante de Auschwitz, quien era uno de los acusados principales del caso, murió en el centro de detención mientras estaba siendo investigado.
Las condenas en el primer juicio de Frankfurt, dictadas en agosto de 1965, fueron (conforme orden de imputación).
Cómplice de asesinato conjunto (11 casos, 10.050 víctimas)
Asesinato conjunto (109 casos)
Cómplice de asesinato conjunto (al menos 1.010 víctimas)
Asesinato conjunto (33 casos, al menos 2.250 víctimas)
Asesinato conjunto (2 casos, 1.002 víctimas)
Cómplice de asesinato conjunto (6 casos, 2.730 víctimas)
Posteriormente revisado y exculpado
En un juicio de 1963, el asesino de la KGB Bohdan Stashynsky, quien había cometido varios asesinados en la República Federal alemana en los años 1950, fue condenado como mero cómplice en los asesinatos, aseverando los jueces del caso que la responsabilidad por los mismos recaía en sus jefes de la KGB, quien le habían dado las órdenes de asesinato.
Aquel caso sentó una jurisprudencia, conforme a la cual la justicia de la República Federal alemana considera que en un sistema totalitario, solo quienes dictan las órdenes de asesinato pueden ser condenados por el mismo, mientras que sus subordinados que siguen estas órdenes son meros cómplices - una figura jurídica con responsabilidad penal menor que la de un asesino. En el contexto del nacionalsocialismo, la interpretación que se le daba era bien radical, dándose situaciones en las que un operario de las cámaras de gas, quien había causado la muerte de miles de personas, conforme al derecho alemán tenía menos responsabilidad penal que un guardia de las SS quien había matado a una sola persona por iniciativa propia.
Como consecuencia, en los juicios de Frankfurt solo pudieron ser acusados de asesinato los imputados que, mientras prestaron servicio en Auschwitz, cometieron asesinatos que no se les habían ordenado. El peso de las acusaciones y la cantidad de material era tal, que los delitos de violencia que no resultaran en muertes (por ejemplo, mutilaciones y torturas - delitos que suelen conllevar una larga pena de prisión), ni se contabilizaban dentro de las condenas finales.
Fritz Bauer dijo haberse mostrado categóricamente en contra de esta interpretación, pero muchos, entre otros un joven Helmut Kohl, entonces militante júnior en la UCD, se habían manifestado en su contra. Para apoyar su visión de la justicia, Bauer obtuvo apoyo de miembros del Instituto de Historia Moderna (Institut für Zeitgeschichte) de Múnich, incluyendo a historiadores de renombre como Helmut Krausnick, Hans-Adolf Jacobsen, Hans Buchheim y Martin Broszat, quienes comparecieron como expertos de la acusación. Posteriormente los datos que aportaron formarían la base teórica del libro de 1969, "Anatomía del Estado de las SS", que fue el primer ensayo exhaustivo sobre las SS basado en sus propios registros.
A lo largo del juicio se recabó una inmensa cantidad de documentos, fotos, registros y testimonios, sin precedentes (puesto que fue la primera vez que se investigaron testigos en la propia Alemania que podrían poseer dicha documentación). Algunas colecciones de fotos, como el álbum de Karl Höcker (el adjunto de Richard Baer), actualmente en el Museo Memorial del Holocausto de EE. UU., son de incalculable valor testimonial.
La compilación comprende los 183 días de testimonios entre 1963 y 1965 que, según la Unesco, centraron la atención del mundo en las cuestiones de fondo, políticas y raciales, de un homicidio industrializado, facilitando por primera vez un extenso análisis del nacionalsocialismo.Wiesbaden, incluyendo 430 horas de grabaciones en 103 cintas de los testimonios de 319 testigos, tanto supervivientes como 80 miembros del personal administrativo, las SS y la policía del campo.
Contiene 454 volúmenes de archivos, que actualmente se encuentran en los Archivos Estatales de Hesse enEsta compilación de material se debió sobre todo a que Fritz Bauer había invertido grandes esfuerzos y recursos en la localización y aprehensión de documentos y testimonios referentes al sistema y estructura de los campos.
Algunos de los críticos con los resultados del proceso argumentan que, más allá de las limitaciones impuestas por el derecho penal alemán, se había centrado más en estos detalles que en los delitos concretos de las personas, permitiendo que la mayor parte de los criminales se quedaran fuera del proceso. Sea como sea, el resultado sigue siendo a día de hoy una invaluable compilación de material que ha servido de base para los estudios e investigaciones sobre el Holocausto que se han realizado con los años. Su importancia se refleja en su inclusión en el Registro de la Memoria del Mundo (Memory of the World Register) de la Unesco.
Dado que el las autoridades judiciales de Fráncfort no disponían de un sitio adecuado para celebrar un juicio de esta envergadura, se prestó la sala del Parlamento de Hesse (Saal des Stadtparlaments im Frankfurter Rathaus, Römer) para la primera fase del proceso
. En abril de 1965 concluyó el acondicionamiento del Bürgerhaus Gallus que ofrecía el aforo necesario para las fases avanzadas del juicio. Aunque el juicio alcanzó concienciar a la sociedad alemana, tanto Bauer como muchos círculos de víctimas y otros, tanto en Alemania como en otros países, consideraron sus resultados un fracaso.
Según Bauer, los medios de comunicación habían tratado a los acusados como si fueran monstruos para marcar una distancia entre ellos y la sociedad alemana, disculpándola de esta manera de toda responsabilidad moral o culpa colectiva por lo sucedido en Auschwitz, como si no hubieran sido parte de la sociedad alemana normativa. En una entrevista Bauer dijo que la prensa: En cuanto a la condena de los acusados por mera complicidad, Bauer cargo contra los jueces con dureza, aseverando que a través de sus razonamientos pudo parecer que Alemania era el territorio ocupado, y que los alemanes no tenían ninguna otra opción que seguir órdenes:
Según una encuesta de opinión pública realizada a pocos días de dictar sentencias, un 57% de los alemanes se mostraba en contra de futuros juicios contra exnazis.
A día de hoy (2019), entre el total de unos 8.000 miembros de las SS destinados en Auschwitz y sus "subcampos" que sobrevivieron la guerra, un total de 789 individuos han sido juzgados, siendo condenados unos 750.
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