Kāmadeva es el dios hindú del amor.
Se le suele representar como un hombre alado, joven y hermoso. Tiene un arco de caña de azúcar (con abejas posadas sobre él) y sus flechas están decoradas con cinco tipos de flores fragantes. La cuerda está hecha con abejas [que producen miel kama madhu: ‘la miel del deseo’] enganchadas entre sí.
Su nombre kāma significa ‘deseo sexual’ (según algunos monjes hindúes: ‘lujuria’, más peyorativo) y deva: ‘dios’. El conocido libro Kāma Sūtra (‘aforismos de Kāma’ o ‘máximas sobre el amor’) de Vatsiaiana, está inspirado en este dios hindú.
Su compañera es la primavera (con sus símbolos: un cucú, un loro, abejas, y la brisa suave).
De acuerdo con el Śiva Purāna, Kāmadeva es hijo (o mejor dicho creación) del dios Brahmā (creador del universo).
De acuerdo con otras fuentes, incluido el Skanda Purāna, Kāmadeva es hermano de Prasuti; ambos son hijos de Shatarupa (‘cien formas’), la cual es creación del Señor Brahmā. Todas las fuentes coinciden en que Kāmadeva está casado con Ratī, hija de Prasuti y del patriarca Daksha (quienes son creaciones de Brahmā). De acuerdo con el Bhāgavat Purāna, Kāmadeva reencarnó como Pradyumna, el hijo del dios Krishná y de su primera esposa Rukminī.
Quizás el mito más conocido respecto de Kāmadeva es el que cuenta su aniquilación y posterior resurrección en manos del Señor Shivá. En el Kumāra Sāmbhava, Kandarpa (Kāmadeva) resolvió ayudar a la doncella Pārvatī para que se ganara el amor del Señor Shivá. Kandarpa disparó sus invisibles dardos de deseo contra Śivá para interrumpir su meditación y permitir que Pārvatī se ganara su atención. Pero el ardid se le volvió encontra: Shivá se distrajo momentáneamente de su meditación, pero inmediatamente se dio cuenta de lo que había sucedido. Se enfureció, abrió su terrible tercer ojo y con una sola encendida mirada prendió fuego a Kandarpa. El cuerpo de Kandarpa quedó reducido a cenizas.
La calamidad no era sólo personal, ya que la aniquilación de Kāma (el deseo sexual), provocaría que el mundo se volviera frígido y nunca más se regenerara. Incluso el casamiento de Śhivá y Párvatī nunca tendría lugar. Más tarde, atendiendo al pedido de los dioses (que temían que ya no hubiera más humanos que les ofrecieran oblaciones) y la intercesión de la diosa Párvati en favor de la esposa de Kandarpa, Rati, el Señor Shivá lo resucitó, asegurando de esa manera la continuidad reproductiva del mundo. Shivá volvió a Kandarpa a la vida, pero solo como una imagen mental.
Se cree que Holī (el festival anual en que los participantes se tiran pinturas unos a otros) —y especialmente la pirotecnia que se enciende ese día— se trata de algún tipo de conmemoración de esta leyenda.
Los fundamentalistas hindúes (de tendencia al celibato) interpretan este mito como una enseñanza de Shiva a la humanidad, aleccionando a los seres humanos a valorar más el estado mental y emocional del amor que la lujuria física.
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