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La Nación Clandestina (película)



La Nación Clandestina[1]​es una película dirigida por el director boliviano Jorge Sanjinés, cuyo rodaje se estrenó en el año 1989, con mucho éxito. La película se basaba en la transculturación de su pueblo. Al hablar de transculturación estamos pensando en las permutaciones, prestamos, interacciones posibles entre dos culturas, pero también en el vínculo jerárquico que se establece entre una cultura activa y otra supuestamente pasiva. La cultura foránea, invasora, conquistadora, se devora a la nativa, conquistada y dominada. El título del film “La nación clandestina” ya hace referencia de por sí a la relación brutalmente asimétrica entre una cultura dominante mayoritaria y otra oprimida minoritaria, encarnadas, respectivamente, en los mundos urbano y rural. Una nación que late, vive y se desarrolla dentro de otra. O mejor dicho, dos naciones conviviendo simultáneamente en tensión, en conflicto permanente en el mismo país. Dos naciones asimétricamente vinculadas, reunidas a la fuerza. Una de ellas asume un lugar visible, hegemónico, totalizante, opresor. La otra es su contracara: ocupa una posición invisible, oculta, oprimida, clandestina.

Jorge Sanjinés, un artista de mucho talento donde nos hizo partícipes de esta espectacular obra maestra como es La Nación Clandestina, haciéndonos conocer mas a fondo la historia y la cultura de América Latina pero de manera principal de nuestra querida Bolivia a través del cine.


Sebastián Mamani,[1]​un campesino de origen Aymara, que había sido expulsado de su comunidad, regresa a ella para danzar hasta morir. La comunidad campesina, de la que ha sido expulsado años atrás por haberla traicionado, lo ha condenado al exilio bajo amenaza de muerte si vuelve a presentarse en ella. Durante el tiempo que ha vivido en la ciudad, se ha visto confrontado con la dura realidad de tener que vivir aislado de su grupo social. En la ciudad de La Paz era discriminado por su color de piel y su condición de indio. Al comprender que su existencia individual sólo tiene sentido en la convivencia con los demás, intenta reivindicarse y alcanzar la integración aún a costa de su sacrificio. Por tal motivo, Sebastián decide bailar hasta morir la danza del Tata Danzante (mezcla de diablo y santo simultáneamente), un antiquísimo rito con el que espera reparar los daños que ha causado a su comunidad, y, al mismo tiempo, liberarse de su carga como individuo. El baile concluye así al igual que el film con la muerte del ejecutante, exhausto por el esfuerzo realizado, bajo una vestimenta multicolor y una pesada máscara de diablo.

Al elegir retornar a su comunidad para morir y reparar el dolor causado, Sebastián decide dejar atrás una vida urbana en la que era despreciado, sojuzgado y humillado por su condición de Aymara. Comprende que la salida del sistema que lo aliena y lo desconoce, no puede realizarse nunca en solitario, sino dentro del seno de su colectividad.

[3]​Sebastián Mamani regresa a su comunidad Aymara de origen, de la que fue expulsado, tiempo atrás cargando la gran máscara de la muerte, para danzar hasta morir, en una suerte de expiación de los pecados que ocasionaron su exilio y como una manera de renacer en su identidad cultural perdida.

Durante su viaje rememora su pasado.

Jorge Sanjinés[4]​nació el 31 de julio de 1936 en La Paz y es probablemente el dueño de la trayectoria más impresionante de la historia del cine boliviano. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y Dirección de Cine en la Escuela Fílmica de la Universidad Católica de Chile. De regreso a Bolivia, organizó al lado de Oscar Soria el grupo que quedó conocido más tarde como Ukamau, al que se unieron después Ricardo Rada y Antonio Eguino. Juntos fundaron la Escuela Fílmica Boliviana, en la que dictaron cursos Jorge Ruiz, Augusto Roca y Hugo Roncal. De efímera duración, debido a la mala voluntad e intervencionismo del gobierno, la escuela tuvo como mayores frutos la realización de Revolución, primera película independiente del grupo y que ha sido iniciada en 1961 y concluida en 1963, y el Primer Festival Fílmico Boliviano en la UMSA, en el cual se exhibieron la mayoría de las películas bolivianas producidas desde 1948. En 1966, Ukamau fue premiada en Cannes y al año siguiente el grupo se convirtió en productora. Yawar Mallku, primera realización de la empresa, fue premiada en Venecia y Valladolid. En 1975, exiliado en Ecuador, mantuvo la línea de su cine, que consiste en la valoración de la cultura andina, la denuncia de los abusos en contra de los campesinos y el cine junto al pueblo. Fuera de Aquí y Banderas del Amanecer, esta última codirigida con su esposa Beatriz Palacios, fueron filmadas en el exterior y lo mantuvieron en la senda de los premios internacionales. Jorge Sanjinés fue uno de los creadores de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (1984) y en 1989 se convirtió en el primer director boliviano a recibir la Concha de Oro en San Sebastián, por La Nación Clandestina. Entre sus incontables logros, están las retrospectivas de sus obras en los festivales de Amiens, Toulouse, Freiburg y Santa Cruz de la Sierra y su inclusión en el libro inglés “World Cinema” (por los 100 años de cine). En 1998, el Times de Londres editó un volumen enciclopédico de la historia del siglo XX y Sanjinés fue destacado como uno de los cuatro mejores cineastas.




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