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La rebelión de las masas



La rebelión de las masas es el libro más conocido de José Ortega y Gasset. Se comenzó a publicar en 1929 en forma de artículos en el diario El Sol, y en el mismo año como libro. Está traducido a más de veinte lenguas. Se centra en su concepto de "hombre-masa", las consecuencias del desarrollo que habrían llevado a que la mayoría suplantara a la minoría, carácter de estas masas, "muchedumbre", y de las aglomeraciones de gente y a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa: masa y el hombre-masa que la compone.

En 1937, escribe un "Prólogo para franceses" y un "Epílogo para ingleses", los cuales deben leerse después del propio libro, pues carecen de sentido propio. Según Julián Marías, la obra de Ortega está incompleta y sería El hombre y la gente el que lo completaría.[cita requerida]

La rebelión de las masas está escrito y publicado en la época de ascensión del fascismo. Mussolini se hallaba ya en el poder y desde España se miraba a Italia, desde la derecha radical y sectores de la oligarquía económica (el mundo de las finanzas, la empresa y terratenientes), también desde la burguesía conservadora, se anhelaba la existencia de un partido fascista en España.[1]​ Al tiempo, en Rusia se ha dado ya la revolución bolchevique y Europa vive el apogeo de los movimientos de masas de izquierdas.

Ortega y Gasset no se pronunció a favor del fascismo, al menos abiertamente, por el contrario, se pronunció en contra de la revolución bolchevique y del fascismo, tratando ambos fenómenos como revoluciones estériles, repetidas ya en la historia incapaces de hacerla avanzar, teniendo los mismos defectos que esas otras revoluciones históricas, achacándoles su enfrentamiento con las tradiciones.[2]​ También es cierto que como liberal conservador defendió públicamente el sistema liberal y el parlamentarismo; no obstante, su concepción elitista de la sociedad,[3]​ sus ideas, principalmente las expuestas en La rebelión de las masas, por las propias ideas expuestas en él y por el momento de su publicación, momentos en los que se estaba dando forma a los diversos intentos de crear un partido fascista en España, fueron fuente de inspiración para los promotores de estas formaciones. Ramiro Ledesma Ramos, discípulo suyo y colaborador en Revista de Occidente,[4]​ revista fundada por Ortega y Gasset, nunca ocultó su influencia; y José Antonio Primo de Rivera, cofundador de Falange Española, fue su "admirador entusiasta".[5]

En La rebelión de las masas, Ortega y Gasset desarrolla su idea del "hombre-masa", tomado en su conjunto —las masas populares— y en su individualidad.

Para Ortega y Gasset uno de los males de su tiempo fue el que las clases populares accedieran a los espacios anteriormente reservados a las élites, desde restaurantes y salas de teatro a la posibilidad de toma de decisiones políticas, esto último mucho más grave. Diferencia entre las élites naturalmente formadas por hombres cualificados y las clases populares, también la burguesía, formadas por "individuos sin calidad"; aunque admita que en las clases populares puede encontrarse "almas egregiamente disciplinadas" y en las élites se esté produciendo el advenimiento de hombres-masa. Cada grupo social contaría con una minoría selecta de personas, minoría mayoritaria en las élites (que en su actualidad se estaría corrompiendo, poniendo como ejemplo el acceso de "intelectuales incualificados, incalificables y descalificados"), y en las clases obreras estarían surgiendo "almas egregiamente disciplinadas".[6]

Ahora, de pronto, aparecen bajo la especie de aglomeración, y nuestros ojos ven dondequiera muchedumbres. ¿Dondequiera? No, no; precisamente en los lugares mejores, creación relativamente refinada de la cultura humana, reservados antes a grupos menores, en definitiva, a minorías. La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: sólo hay coro.

[...]

La división de la sociedad en masas y minorías excelentes no es, por lo tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores e inferiores. Claro está que en las superiores, cuando llegan a serlo, y mientras lo fueron de verdad, hay más verosimilitud de hallar hombres que adoptan el «gran vehículo», mientras las inferiores están normalmente constituidas por individuos sin calidad.

El hombre-masa sería consecuencia de que en su tiempo habrían mejorado las condiciones de vida de las clases populares y la burguesía; según Ortega y Gasset, la comodidad de que disfrutaba, lo habría llevado a la abulia, pensando únicamente en él, en su bienestar, pidiendo todos los derechos sin reconocer sus obligaciones, despreciando las jerarquías.

[...]

También, Ortega añora la ausencia de permeabilidad entre estratos sociales:

Más allá de las influencias políticas y sociológicas, que siempre serán discutidas y discutibles, La rebelión de las masas como parte de la obra de Ortega y Gasset cuenta con numerosos seguidores, entre los que se contarían el grueso de sus discípulos. Julián Marías, uno de ellos, ha manifestado que «los diferentes escritos de Ortega son como las cimas de un iceberg, por debajo de las cuales queda operante, aunque oculta, la mole sumergida» advirtiendo que «La rebelión de las masas ha sido leído ignorante y malévolamente».[7]



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