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Lacrimabili statu Indorum



Lacrimabili statu Indorum[1]​ (en español, Lamentable estado de los indios), es la penúltima encíclica publicada por Pío X, en la que trata de las condiciones inhumanas a las que están sometidos los indios de América del Sur.

En el momento en que Pío X escribe esta encíclica la esclavitud había sido abolida oficialmente en Sudamérica; en concreto en Brasil, uno de los países sudamericanos en que la esclavitud estaba más extendida, el 13 de mayo de 1888, mediante la llamada Ley Áurea la esclavitud fue rotalmente abolida.[2]​ Sin embargo, en la práctica la situación real -tal como expone la propia encíclica- no se había resuelto totalmente.

Le encíclica del Pío X se sitúa en la línea de sus antecesores, y no solo de Benedicto XIV, a cuya encíclica Inmensa pastorum[3]​ (1741) se refiere expresamente, citando algunos de sus textos. Ya en el siglo XVI el papa Pablo III se promulga en 1537 la bula Sublimis Deus, en la que se declara a los indígenas como hombres en todas sus capacidades, lo que hace sustituir a la esclavitud en pro de la encomienda.

El papa dirige la encíclica a los arzobispos y obispos de América latina, y la comienza recordando aquella otra encíclica de Benedicto XIV, que trató el mismo tema al que el va a dedicar esta

Recoge unas palabras de aquel papa que considera plenamente aplicable al momento y que marca, desde el principio, la gravedad de la situación que desea atajar


Tras exponer de un modo breve, pero lleno de fuerza, los abusos y atrocidades que sufren en aquellas tierras los indígenas; ante las primeras noticias le costo creer que esos hecho eran ciertas; pero ya no puede dudar, tanto por testimonios de los propios obispos, de misioneros y de los delegados de la sede apostólica. Por mucho tiempo ha pensado el modo de reparar tantos males y ha pedido de Dios luces para acertar. Por otra parte le consuela

Pasa el papa a exponer los medios que ha de poner la Iglesia, por esto pide a los obispos que sigan promoviendo las instituciones existentes en sus diócesis que se dirigen al bien de los indios, procurando establecer otras que consideren útiles para el mismo fin. Además, deben advertir a sus fieles la obligación que tienen de ayudar a las misiones entre los nativos, tanto mediante limosnas como con sus oraciones; un comportamiento que exige no solo la religión, sino también la propia patria. Por lo demás, ha de cuidarse especialmente que tanto en las escuelas como en los templos se recomiende la caridad cristiana

El papa considera que, contando con el asentimiento y favor de la autoridades públicas, procurará extender la acción apostólica en aquellas regiones y establecer nuevas misiones, donde los indios pueden encontrar refugio y defensa. Además, para que la labor de los obispos en esta tarea tenga la mayor eficacia posible, el papa siguiendo el ejemplo de Benedicto XIV. condena y declara culpables de un enorme delito a aquellos que

Completa ese cita del texto de Benedicto XIV, con una medida disciplinar, "reservar a los ordinarios de lugar el poder absolver de tales crímenes a tales penitentes en el sagrado tribunal de la confesión".

Considera el papa que con esta encíclica ha seguido los pasos de sus predecesores, y menciona expresamente a León. Concluye la encíclica recordando a los obispos que contarán en la tarea que les recuerda con el apoyo de los gobiernos de aquellas repúblicas, del trabajo de los sacerdotes, y especialmente de los misioneros, de los fieles de sus diócesis y, lo que es más importante, con la gracia divina que no les faltará.



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