Un bebé es un ser humano de una edad todavía muy corta, que no puede hablar ni tampoco caminar. Un bebé recién nacido es un neonato.
El bebé es totalmente dependiente de sus progenitores o tutores, necesitando de su atención para poder satisfacer sus necesidades básicas o para realizar actividades elementales. Ante cualquier necesidad o incomodidad, el bebé llorará para atraer la atención de los adultos.
Cuando nace el bebé y los padres vuelven con él al hogar, comienza una vida nueva, con nuevos horarios, costumbres y actividades que giran absolutamente entorno al recién nacido. Los cuidados básicos del mismo, son parte de las tareas que deben realizarse y para las que hay que estar muy bien preparados y dispuestos.
Entre los cuidados básicos del bebé están:
Sin lugar a dudas, el mejor alimento para el bebé es la leche materna y por ello es que se promueve tanto la lactancia y sus múltiples beneficios (protección contra enfermedades, inmunidad, fortalecedora del vínculo afectivo entre madre e hijo, etc.).
Sin embargo, pueden existir casos en los que por diversas razones (enfermedad o ausencia de la madre por ejemplo) esto no es posible y se debe recurrir a la leche de fórmula.
En uno u otro caso, lo importante es tener claro que el bebé debe ser alimentado a demanda, inclusive durante la noche.
En el caso del amamantamiento, si bien es casi instintivo el reflejo de succión del bebé y la colocación del pequeño al pecho materno, es preciso saber como hacerlo para prevenir que el bebé lastime los pezones de su madre al succionar mal, trayendo como consecuencia que en situaciones extremas, deba interrumpirse la lactancia.
Cuando el bebé es alimentado con leche de fórmula, lo que debe tenerse en cuenta es la higiene y manipulación de los utensilios y de la leche, ya que un mal manejo puede acarrear problemas digestivos al bebé. Deben lavarse muy bien las manos antes, prepararse la fórmula con agua fría, previamente hervida durante unos 10 minutos, y estar todos los utensilios correctamente esterilizados.
Luego de alimentar al bebé, hay que hacerlo eructar, para que expulse el aire que tragó mientras comió, previniendo así gases y vómitos. Para ello, la mamá, papá o adulto a cargo, se coloca un paño limpio sobre el hombro y poniendo al bebé en posición vertical con la boca sobre el paño, se lo deja unos minutos hasta que eructe.
Es introducir alimentos aparte de la leche, a partir de los 6 meses es necesario el cambio de alimentación porque el bebé lo va exigiendo y sus necesidades nutricionales van cambiando.
El cambio de alimentación requiere ayuda y paciencia ya que no aceptará el cambio tan rápido. Lo primero es tener control sobre las posibles intolerancias alimenticias, es decir, si algún alimento produce diarrea, estreñimiento u otro tipo de enfermedades al bebé. Por ello se introduce poco a poco para ir teniendo un buen control. La alimentación diaria depende de la edad, peso y talla por lo que las cantidades las va determinando el mismo bebé.
Hay algunos alimentos que se deben evitar durante el primer año, ya sea por el riesgo de alergias o atragantamientos como:
Los primeros 1,000 días de vida, el tiempo que transcurre aproximadamente entre la concepción y el segundo año de vida, es un período único de oportunidad en el que se establecen los fundamentos de una salud, crecimiento y desarrollo neurológicos óptimos a lo largo de la vida. La desnutrición debilita este fundamento, lo que lleva a morbilidades significativas, como mala salud y, más insidiosamente, una pérdida sustancial del potencial de desarrollo neurológico.
La piel del neonato tiene unas características especiales a tener en cuenta en el cuidado diario:
En general los bebés recién nacidos defecan luego de cada ingesta, es por ello que es necesario mudar su pañal luego de alimentarlo, higienizándolo con un algodón o gasa embebida en agua tibia, secarlo bien y poner un pañal limpio. Es importante recordar que a las niñas hay que limpiarlas de adelante hacia atrás, para evitar arrastrar bacterias del ano a la vulva y a los varones levantando el pene para higienizar bien alrededor del mismo y los testículos, pero sin correr el prepucio.
Además de después de alimentarlo, se debe vigilar de tanto en tanto el pañal del bebé para ver si necesita cambio, ya que aunque no defeque, ni está muy mojado también necesita cambio, porque de lo contrario puede irritarse y pasparse su delicada piel. Los cuidados generales que deben tenerse con la piel de los bebés recién nacidos son los siguientes:
La higiene del ombligo es sumamente importante. No debe mojarse por nada y se limpia a diario cada vez que se cambia el pañal del bebé, con una gasa embebida en alcohol, envolviéndolo luego con una gasa seca. Debe controlarse que esté seco, que no haya secreciones ni feo olor. El ombligo caerá alrededor de los 10 días de nacido el bebé.
Durante los primeros tiempos el bebé lo único que hace es comer, defecar y dormir. Pasa prácticamente todo el día y la noche durmiendo y esto es totalmente normal. Para que el sueño sea seguro, se recomienda que duerma en su cuna, no entre medio de sus padres para evitar accidentes de sofocación, sin almohada, boca arriba y con la cabeza de lado, ya que esta posición, según varios estudios, es la más segura para prevenir la muerte súbita del lactante.
Es importante vigilar al pequeño durante su sueño, para cerciorarse de que esté respirando bien, no haya mantas, sábanas ni ningún objeto que pueda estar cubriendo su rostro y asfixiarlo, esté abrigado, cómodo y en la posición segura.
Antes de la caída del cordón umbilical, debe tenerse mucho cuidado al higienizar al bebé, puesto que esa zona no puede mojarse. Es por ello, que muchos padres optan por no sumergir al bebé al baño hasta después que haya caído el ombligo. Sin embargo, la higiene debe hacerse de una u otra forma, sino se quiere sumergir al bebé por temor, puede utilizarse una gasa mojada con agua y jabón e ir lavando por partes su cuerpo, teniendo la precaución de quitar bien el jabón para que no irrite su piel y lavar su cabello aparte.
Una vez que el cordón cayó y que puede mojarse al bebé con tranquilidad, se lo puede sumergir en la bañera, siempre cuidando que la cabeza quede fuera del agua. En general, se aconseja lavar primero la cabeza, antes de desvestirle, para evitar que se enfríen, y luego quitarle la ropa y lavar su cuerpo con agua templada, previamente probada la temperatura.
Es conveniente que la habitación en la que se bañe al bebé esté correctamente climatizada y que no existan corrientes de aire que puedan enfriarlo.
Dado lo delicada de la piel del bebé recién nacido, no se aconseja el uso de talcos, lociones, aceites ni perfumes directo sobre su piel. Solamente champú especial para niños y jabón neutro. El perfume puede ponerse sobre la ropa y un poco en su cabeza ya que el uso de talco puede llegar a una irritación.
Cortar las uñas del bebé es fundamental para evitar que pueda lastimarse el mismo. Existen tijeras especiales que tienen las puntas redondeadas u otras para arriba, que son ideales para esto. Muchos recomiendan realizarlo cuando el bebe está dormido, ya que el niño por naturaleza tiende a ser muy inquieto para realizar este tipo de actividad.
La ropa del bebé debe lavarse con jabón neutro para evitar reacciones alérgicas o irritaciones en su piel y plancharse posteriormente.
Lo ideal es que la ropa del recién nacido sea de algodón, ya que no suele causar reacciones en su piel.
Hay que tener cuidado con la cantidad de ropa que se pone al bebé, ya que si bien no controla bien la temperatura, abrigarlo en exceso también puede ser peligroso y hacer que esté molesto e incómodo.
El contacto físico con el bebé es fundamental para su desarrollo físico y emocional. El sentir el olor, la voz y el calor de su madre o padre, hace que el niño se sienta protegido, seguro. Hablarle, cantarle, besarle y acariciarlo contribuye al sano desarrollo de su personalidad.
Las infecciones respiratorias (bronquiolitis, resfriados, procesos gripales, etc.) se suelen producir en el periodo otoño-invierno (de septiembre a marzo en el hemisferio norte, de marzo a septiembre en el sur). Se da con mayor frecuencia en niños menores de seis meses y es más grave en los menores de seis semanas. Los siguientes son factores de riesgo para coger infecciones respiratorias:
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