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Las Hurdes, tierra sin pan



Las Hurdes, tierra sin pan es un documental de 27 minutos, dirigido por el cineasta español Luis Buñuel y rodado entre el 23 de abril y el 22 de mayo de 1933.[1]

Aunque originalmente era mudo, en 1935 obtuvo dinero de la embajada de España en París para sonorizarlo (narrado en francés por una voz superpuesta).

Se trata de una obra de referencia en el cine documental, desde que en el prestigioso Festival de Cine de Mannheim en 1964 la incluyeran entre los doce mejores documentales de la historia.[2]

La película se desarrolla en Las Hurdes, una región montañosa de la provincia de Cáceres (España) alrededor del pueblo de La Alberca, cuyos habitantes estaban tan poco desarrollados y aislados que incluso el pan les era desconocido. De acuerdo con el filme, el principal ingreso para este pueblo era el subsidio del Gobierno que recibían por admitir a niños huérfanos. Buñuel, que realizó la película luego de leer el estudio antropológico de Maurice Legendre Las Jurdes: étude de géographie humaine (1927),[3]​ tomó un enfoque surrealista al realizar su expedición antropológica. El resultado fue un documental en el que las exageradas descripciones del narrador sobre la miseria humana de Las Hurdes contrastan con la actitud plana y desinteresada de los habitantes.

Este crudo documental sobre la situación de atraso en que permanecían Las Hurdes está basado en un estudio de antropología de Maurice Legendre, quien había estudiado Las Hurdes durante casi veinte años, titulado Las Jurdes : étude de géographie humaine (1927), que por esos años leyó el cineasta. Con esta película Buñuel da un giro a su obra, alejándose del surrealismo ortodoxo para acercarse a propuestas más sociales y al antifascismo. Pero el surrealismo (que en francés es literalmente «sobre la realidad») siempre aspiró a reflejar la realidad en sus distintas facetas y nunca a darle la espalda. Tanto la «Santa Objetividad», que por entonces preconizaba Dalí, como su «método paranoico-crítico», partían de la realidad para encontrar los elementos nunca vistos convencionalmente para constituir nuevas facetas del surrealismo, que no en vano, era un movimiento de rebeldía contra la sociedad burguesa en todos sus aspectos y que tenía como arma principal el escándalo. Buena parte de estos objetivos se cumplen en esta cinta de Buñuel, pues consiguió escandalizar a los gobernantes e intelectuales de su tiempo y con ello obtuvo una repercusión que permitió difundir el mensaje social y de denuncia que tenía este documental financiado por el intelectual anarquista Ramón Acín.[4][página requerida] La belleza terrible y amarga de las imágenes de Las Hurdes (el burro matado por abejas, el entierro del niño en su ataúd blanco descendiendo por el río) encierra tanto surrealismo como los fragmentos documentales de La Edad de Oro.

En este documental se realiza un recorrido por la comarca y los habitantes de Las Hurdes. La película refleja la situación en que se encontraban algunas zonas de España, tan atrasada que el pan no se conocía, y la recogida de huérfanos, con la correspondiente pensión gubernamental, era la fuente principal de ingresos. Es polémica la legitimidad de la cinta como documental antropológico, pues Buñuel, además de rodar a los habitantes y las costumbres de esta comarca cacereña, construyó en ocasiones escenas a la medida de sus necesidades y siguiendo la moda estética de la «España negra», como muestran fotos fijas del rodaje que se conservan. Puede observarse, en este sentido, que la cabra despeñada fue abatida por una escopeta cuyo humo se observa en las propias imágenes de la película. Asimismo, el burro matado por las abejas y devorado por perros y buitres tiene las patas atadas, y coincide con uno de los motivos más obsesivos para el cineasta, el del carnuz, que ya aparecía en el ambiente de la Residencia de Estudiantes, y se puede documentar en varios cuadros de Dalí de esa época y en los burros podridos encima de los pianos de Un perro andaluz. Algunos documentalistas como Pío Caro Baroja le han reprochado esta manipulación de la realidad y el daño ocasionado a los hurdanos, protagonistas de una exhibición truculenta. Empero, hay que pensar en si hay algún documental que no seleccione y manipule en mayor o menor medida la realidad objetiva en dirección a los fines perseguidos, que en este caso, no lo olvidemos, eran denunciar ante las autoridades una situación de atraso a la que había que poner remedio, en la línea de los valores comunistas a los que el grupo de André Bretón se había ido acercando en la década de los treinta. Cabe preguntarse si hubiera sido tan efectivo como testimonio social de no haber procedido a exagerar unas carencias que ponían en evidencia la dejadez institucional que las habían permitido.

De todos modos, la obra ha sido elogiada por grandes documentalistas como Joris Ivens, Joseph Losey y Robert Flaherty. Carlos Saura la tuvo como punto de partida para su documental Cuenca, a raíz del cual declararía en 1958:[cita requerida]

Al estreno del filme en el Palacio de la Prensa de Madrid acudió el doctor Gregorio Marañón, que había acompañado a Alfonso XIII en su visita a Las Hurdes en 1922.[5]​ Indignado por lo desagradable y según él lo injusto de la película, protestó enérgicamente contra ella,[cita requerida] opinión que recibió y compartió el gobierno de la Segunda República[cita requerida] que decidió prohibirla por la mala imagen que presentó de España. En 1937 el filme se estrenó en Francia donde, también a los pocos días de su proyección, hubo de ser retirada a instancias del gobierno francés y de la prensa.[cita requerida]

Es curioso observar que casi veinte años después ocurrió algo parecido con la película Los olvidados, que retrataba los barrios más deprimidos de Ciudad de México y cuyo estreno en México provocó reacciones violentísimas. Fue solicitada la expulsión de Buñuel por parte de la prensa, sindicatos y otras asociaciones. Permaneció solo cuatro días en cartel sin que faltaran intentos de agresión física contra el cineasta,[cita requerida] solo que en esta ocasión el premio conseguido en el Festival de Cannes hizo que la película fuera avalada por el prestigio de este importante certamen, así como por la defensa que de ella hicieron algunos intelectuales mexicanos, entre los que destacó Octavio Paz.[6]

Buñuel mató al menos dos animales durante la filmación de Las Hurdes. Un hurdano afirmó que había hecho los arreglos para que un burro enfermo fuera cubierto con miel para que pudiera ser filmado mientras era picado hasta la muerte por abejas. Además de eso, su equipo le disparó a una cabra montés junto a un acantilado para poder filmarla al caer.[7]



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