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Las aves



El Dramatis Personae en la comedia antigua depende de la interpretación de evidencia textual.[1]​ Esta lista está desarrollada a partir de la traducción de Luis M. Macía Aparicio.[2]

Las aves (griego Όρνιθες, Ornithes, latín Aves). Comedia griega de Aristófanes que ganó el segundo premio en las Grandes Dionisias del año 414 a. C. En el 415 la flota ateniense había partido para la expedición a Sicilia y su éxito estaba todavía por dilucidar. Ha sido celebrada por críticos modernos que la consideran una fantasía llevada a cabo a la perfección[3]​ destacable por la representación de los pájaros y la alegría de las canciones.[4]​ A diferencia de las obras tempranas del autor no se incluye mención directa a las guerras del Peloponeso y hay pocas referencias a la política ateniense, a pesar de haberse escenificado poco después del inicio de la expedición a Sicilia, una ambiciosa campaña militar que en gran medida incrementó el compromiso ateniense con el esfuerzo de guerra. A pesar de ello, la obra tiene muchas referencias indirectas a la política y la vida social de Atenas. De las obras de Aristófanes que han llegado a nuestro tiempo, Las aves es la de mayor extensión y aun así, es un ejemplo bastante convencional de la comedia antigua.

La obra comienza con dos hombres de mediana edad que caminan por un paraje desierto, en plena naturaleza, guiados por un grajo y una corneja. Uno de ellos declara a la audiencia que están hartos de la vida en Atenas, donde la gente no hace nada más que discutir todo el día sobre leyes, y litigar, y están buscando a Tereo, un rey que fue en el pasado metamorfoseado en Abubilla, pues creen que puede ayudarles a encontrar una vida mejor en otro lugar. Justo entonces aparece un pájaro grande y temible, exigiéndoles saber en qué andan y acusándoles de ser cazadores de pájaros. Resulta ser el criado de Abubilla. Le tranquiliza y entra para llamar a su amo. Momentos después aparece Abubilla, un pájaro no muy convincente que atribuye su falta de plumas a que es invierno, y que en esa estación a todos los pájaros se les caen las plumas. Está contento con discutir su petición y mientras tanto uno de ellos tiene una idea brillante —las aves, dice, deberían dejar de volar como idiotas y en vez de eso, construir ellos mismos una gran ciudad en el cielo, pues esto no solo les permitirá gobernar a los hombres, sino también bloquear a los dioses olímpicos de la misma manera en que los atenienses han hecho lo mismo recientemente con la isla de Melos para someterla. A Abubilla la idea le gusta, y se muestra conforme con ayudarles a llevarlo a cabo, siempre que los dos atenienses puedan primero convencer a los otros pájaros. Entonces llama a su esposa, el Ruiseñor (Progne), y le pide que comience con su música celestial. Las notas de una flauta invisible llenan el teatro y mientras tanto Abubilla proporciona la letra, llamando a todos los pájaros del mundo de sus diferentes hábitat —pájaros de los campos, de montaña y de los árboles, aves acuáticas, de las marismas y los mares. Estos empiezan a aparecer pronto y cada uno de ellos es identificado con su nombre nada más llegar. Cuatro de ellos bailan juntos mientras que el resto forma un Coro.

Al descubrir la presencia de hombres, los pájaros recién llegados vuelan alarmados y enojados, pues la Humanidad ha sido su enemigo desde siempre. Sigue una escaramuza, durante la cual los atenienses se defienden con utensilios de cocina que encuentran en el nido de Abubilla, hasta que al final Abubilla logra persuadir al Coro de que sus invitados humanos merecen ser oídos. El más listo de los dos atenienses, a quien se debe la brillante idea, pronuncia entonces un discurso formal, diciéndoles a los pájaros que ellos fueron los dioses originales y urgiéndoles a recuperar sus poderes y privilegios perdidos de los recién llegados olímpicos. Convence por completo a los pájaros, quienes urgen a los atenienses para que los lideren en su guerra contra los dioses usurpadores. El más listo de ellos entonces se presenta como Pistetero («Convincente») y su compañero como Evélpides («Ilusionado» o «Crédulo»). Se retiran al nido de Abubilla para rumiar una raíz mágica que hará que les crezcan las alas. Mientras tanto, el Ruiseñor emerge de su escondrijo y se manifiesta como una figura femenina encantadora. Preside el Coro de Pájaros cuando se dirigen al público en una parábasis convencional:

El Coro hace un breve relato de la genealogía de los dioses, pretendiendo que las aves son hijas de Eros y nietos de la Noche y Erebo, fundamentando así su pretensión a una divinidad anterior a los Olímpicos. Cita algunos de los beneficios que el público obtiene de las aves (como las primeras advertencias de un cambio de estación) e invita al público a unirse a ellos puesto que las aves podrán fácilmente hacer cosas que los simples hombres temen hacer (como golpear a sus padres y cometer adulterio).

Pistetero y Evélpides surgen del nido de Abubilla riéndose de su poco convincente parecido con un ave. Después de una discusión, ponen nombre a la ciudad en el cielo, llamándola Nefelococigia (Νεφελοκοκκυγία), lo que literalmente significa «ciudad de las nubes y los cucos»; en otras traducciones la llaman Píopío de las Nubes,[2]​ y entonces Pistetero empieza a hacerse cargo de las cosas, ordenando a sus amigos que supervisen la construcción de las murallas de la ciudad mientras él organiza y lidera un servicio religioso en honor de los pájaros como los nuevos dioses. Durante este servicio, le molestan toda una serie de visitantes que no son bienvenidos, incluyendo un joven poeta que pretende que le contrate la ciudad como su poeta oficial, un intérprete de oráculos con profecías en venta, un famoso geómetra, Metón, ofreciendo una serie de planos urbanos, un inspector imperial de Atenas con ojo para ganancias rápidas, y un vendedor de decretos intentando establecer una serie de leyes originalmente escritas para una ciudad remota y escasamente conocida de los Olofixios. Pistetero expulsa a estos intrusos y entonces se retira dentro para acabar con el servicio religioso. Los pájaros del Coro se adelantan para otra parábasis. Promulgan leyes prohibiendo crímenes contra los de su clase (cazarlos, enjaularlos, rellenarlos o comérselos) y acaban aconsejando a los jueces del festival que les den el primer premio, o se arriesgan a que defequen encima suyo.

Pistetero regresa a escena momentos antes de que llegue un mensajero informando de la construcción de los nuevos muros: han acabado gracias a los esfuerzos colaborativos de numerosas especies de aves. Un segundo mensajero llega entonces con la noticia de que uno de los dioses olímpicos se ha colado a través de las defensas. Se organiza la caza, la diosa Iris es detectada y arrinconada y pronto es llevada por la guardia. Después de ser interrogada e insultada por Pistetero, se le permite volar hasta su padre Zeus para quejarse sobre la forma en la que le han tratado. Apenas se ha ido ella cuando aparece un tercer mensajero, declarando que los hombres en multitudes están acercándose para unirse a la nueva ciudad en el cielo. Otro conjunto de visitantes inoportunos llegan, tal como se había anunciado, cantando debido a la inspiración de la nueva ciudad. Uno es un joven parricida que está exultante ante la idea de que aquí por fin tendrá permiso para acabar con su padre. El famoso poeta Cinesias va a continuación, pronunciando versos incoherentes según la inspiración poética se adueña de él. El tercero es un sicofante encantado de la idea de demandar víctimas que no llegarán a tiempo a los juicios. Todos son devueltos por Pistetero. Llega entonces Prometeo, protegido por un parasol porque es enemigo de Zeus e intenta que no lo vea desde el cielo. Ha llegado para advertir a Pistetero: los Olímpicos pasan hambre porque el humo de las ofrendas ya no les llega; están desesperados por firmar un tratado de paz pero Pistetero no debe negociar con ellos hasta que Zeus le entregue su cetro y su novia, Soberanía —ella es el poder real en la casa de Zeus. Una vez que logra su misión, Prometeo se marcha, justo momentos antes de que llegue una delegación de Zeus. Solo hay tres delegados: el hermano de Zeus, Posidón, el simple de Heracles y un dios todavía más tonto venerado por los bárbaros tríbalos. Pistetero fácilmente es más listo que Heracles, quien a su vez amedrenta al dios bárbaro para que siga su idea, de manera que Posidón es superado en votos dos a uno – la delegación acepta los términos de Pistetero. Es proclamado rey por un heraldo celestial y la encantadora Soberanía le entrega el cetro de Zeus. La festiva reunión se marcha al compás de una marcha nupcial: ¡Oh himen, oh himeneo!

Cuando Las aves se representaron en el año 414 a. C., los atenienses aún eran optimistas sobre el futuro de la expedición a Sicilia,[6]​ que se había emprendido el año anterior bajo el mando conjunto de Alcibíades, quien la había promovido con entusiasmo, y el más experimentado general ateniense, Nicias, quien se había opuesto a la empresa. A pesar de este optimismo público, se estaba desarrollando una controversia en Atenas sobre la mutilación de los hermai, un acto de impío vandalismo que había lanzado sombras de duda sobre la expedición siciliana incluso antes de que la flota abandonase el puerto. El vandalismo dio como resultado una «caza de brujas» liderada por extremistas religiosos y apoyada por sacerdotes de los misterios eleusinos, lo que llevó a la persecución de pensadores racionalistas como Diágoras de Melos.[7]​ Se sospechaba que el propio Alcibíades se había implicado en actividades anti-religiosas y un barco estatal, la Salaminia, fue enviada a Sicilia para llevarlo de vuelta a Atenas para ser sometido a juicio. Sin embargo, logró escapar de quienes le custodiaban y se ofreció un talento de oro por las autoridades atenienses a cualquiera que pudiera acreditar haberle dado muerte.[8]​ Alcibíades ya había sido una figura controvertida en la política ateniense durante algunos años antes – se había combinado con Nicias para lograr el ostracismo del líder populista Hipérbolo. Hipérbolo fue un frecuente objeto de sátira en las obras de Aristófanes, un papel previamente interpretado por Cleon, que había muerto en 422.

Aristófanes escribía para el entretenimiento de sus conciudadanos y sus obras están llenas de referencias tópicas. La siguiente explicación de referencias tópicas en Las aves se basa en la obra de varios eruditos[9][10][11]​ (se omiten las referencias habituales a dioses convencionales):

Se ha señalado que Las aves ha sufrido más que ninguna otra obra de Aristófanes del exceso de interpretación por parte de los estudiosos.[80]​ La alegoría política aparece destacadamente en las interpretaciones del siglo XIX: Píopío de las Nubes puede identificarse con la expedición siciliana como una empresa excesivamente ambiciosa, los atenienses podrían entonces identificarse con los pájaros, y sus enemigos con los dioses olímpicos. El siglo XX también ha recurrido a interpretaciones alegóricas —por ejemplo, Pistetero ha sido interpretado como una metáfora de Alcibíades.[81]​ Píopío de las Nubes ha sido entendida por algunos eruditos como una representación cómica de una polis ideal y ha sido entendida como un ejemplo admonitorio de una polis que va mal; según otro punto de vista, en cambio, la obra no es más que un entretenimiento escapista.[82]

La amistad entre Pistetero y Evélpides se representa de forma realista a pesar de lo irreal de su aventura. La clave de su amistad es la forma en que ambos se vacilan, con buen humor, y bromean con los puntos débiles del otro (p. e. en las líneas 54-5, 86–91, 336–42) y prueba de su amistad es la comodidad con la que trabajan juntos en situaciones difíciles, ampliamente debido al deseo de Evélpides de ceder la iniciativa y el liderazgo a Pistetero. La relación padre-hijo entre Filocleón y Tiracleón en Las avispas y la relación esposo-esposa entre Cinesias y Mirrina en Lisístrata son otros ejemplos de la habilidad de Aristófanes para representar a la humanidad de manera convincente en los argumentos más improbables que se puedan imaginar.

Toynbee, en su Estudio de Historia, señala que hay una relación entre Las aves y el Nuevo Testamento, señalando ejemplos significativos de correspondencia:

Cree que el Nuevo Testamento se vio influido por una tradición literaria que empezó con Aristófanes. Una gran diferencia es que Aristófanes presenta estas ideas como una fantasía cómica, mientras que el Nuevo Testamento las trata como una revelación totalmente en serio.[83]

Las aves se parece a las primeras obras de Aristófanes en aspectos claves de su estructura dramática. Tales parecidos son evidencia de un género de drama antiguo conocido como comedia antigua. Variaciones de estas «convenciones» son significativas puesto que demuestran que o bien son un camino aparte de la comedia antigua, una corrupción en el texto o que el autor pretendía un efecto dramático único. Variaciones en esta obra se encuentran en las siguientes convenciones:




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