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León III (emperador)



León III el Isaurio (en griego: Λέων Γ΄ ὁ Ἴσαυρος [Leōn III ho Isauros]; c. 68018 de junio de 741), también conocido como el Sirio, fue Emperador bizantino desde 717 hasta su muerte. Acabó con el período de inestabilidad, defendiendo con éxito el Imperio ante los árabes, y adoptó la iconoclasia como política religiosa[1]

León nació en la provincia siria de Comagene. Ascendió rápidamente en el ejército, y bajo Anastasio II se le concedió el mando del Ejército de Oriente. En 717 se rebeló contra el usurpador Teodosio III y, en su marcha hacia Constantinopla, fue elegido Emperador en su lugar. Durante el primer año del reinado de León, la capital sufrió un grave sitio por parte de los árabes, que aprovecharon el desorden civil en el Imperio para llevar una fuerza de 80 000 hombres hasta el Bósforo.[2]​ Debido a su decidida defensa, León consiguió que los árabes se retirasen tras 12 meses de asedio. Un factor importante en la victoria bizantina fue el uso del fuego griego.[3]

Tras librar así al Imperio de una amenaza que puso en peligro su existencia, León se dedicó a consolidar su administración, que había sufrido durante los anteriores años de anarquía. Aseguró también sus fronteras invitando a colonos eslavos a instalarse en regiones despobladas y restaurando la eficiencia del ejército. Cuando los árabes volvieron a atacar en 726 y 739, fueron derrotados decisivamente en la batalla de Akroinon. Sus reformas civiles supusieron la eliminación del sistema de prepago de impuestos, que imponía la carga fiscal sobre los grandes terratenientes, la conversión de los siervos en una clase de arrendatarios libres y la remodelación del derecho de familia y del derecho marítimo. Todas estas medidas, que se incorporaron al nuevo código de 740, encontraron una cierta oposición por parte de la nobleza y el alto clero.

Pero la reforma legislativa de mayor peso llevada a cabo por León estaba relacionada con cuestiones religiosas: en concreto con la iconoclasia. Tras un intento, aparentemente exitoso, de obligar al bautismo de todos los judíos y montanistas del Imperio (722), León decretó una serie de edictos contra el culto de las imágenes que fue llamada la "reforma iconoclasta" o "reforma iconoclástica"(726-729).[4]​ Esta prohibición de una costumbre, que sin duda había dado lugar a todo tipo de abusos, parece haber estado inspirada por un deseo genuino de mejorar la moral pública, y obtuvo el apoyo de la aristocracia oficial y de un sector del clero. Pero una gran mayoría de los teólogos y casi todos los monjes se opusieron a estas medidas con firme hostilidad, y en la parte occidental del Imperio el pueblo rechazó obedecer el edicto. En Grecia se desató una revuelta, basada sobre todo en la cuestión religiosa, que fue aplastada por la flota imperial (727), y dos años después, León suprimió la oposición abierta en la capital al destituir al patriarca de Constantinopla Germán.

En Italia, la actitud desafiante de los papas Gregorio II y Gregorio III en la cuestión del culto de las imágenes condujo a una extremada disputa con el emperador. Gregorio III reunió varios concilios en Roma con el fin de anatemizar y excomulgar a los iconoclastas (730 y 732). León respondió transfiriendo el sur de Italia y Grecia de la jurisdicción papal a la del patriarca de Constantinopla. La pugna se tradujo también en un levantamiento armado en el exarcado de Rávena (727), que León intentó dominar enviando una gran flota, pero la destrucción de su armamento a causa de una gran tormenta jugó en su contra. Finalmente, sus súbditos del sur de Italia incumplieron sus edictos religiosos y la provincia de Rávena se escindió del Imperio.

El emperador murió de hidropesía en junio de 741.




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