La leyenda negra de la Inquisición es un término utilizado por aquellos autores que creen en la existencia de una imagen fantaseada o exagerada de la Inquisición o Santo Oficio como una organización basada en el terror y la barbarie humana. Como tal, forma parte de la Leyenda negra de la Iglesia Católica y es una de sus fracciones más recurrentes.
Edward Peters la define como "un cuerpo de leyendas y mitos que, entre los siglos XVI y XX, establece el carácter percibido de los tribunales inquisitoriales y que han influido sobre todo intento posterior de recuperar la realidad histórica".
En 1223 la Iglesia católica creó por primera vez en Sicilia un tribunal para juzgar delitos contra las creencias católicas, o delitos de herejía. Con el tiempo esos tribunales se generalizaron, fundamentalmente en España y sus provincias americanas, Portugal e Italia.
Los tribunales de la Inquisición se caracterizaron por perseguir a los disidentes religiosos (cátaros, luteranos, calvinistas, protestantes), quienes expresaban opiniones no aceptadas por la Iglesia, quienes tenían creencias religiosas no cristianas (judíos, musulmanes), mujeres consideradas brujas, etcétera. Famosos han sido los juicios seguidos contra Galileo Galilei, Giordano Bruno y Juana de Arco así como el sacerdote inquisidor Savonarola.
La Inquisición tenía la facultad de torturar a los acusados y de hecho lo hacía al menos en un 30% de los casos, así como de condenar a muerte a los encontrados culpables (la pena máxima de los ejecutados fue mediante la hoguera cuando el condenado no confesaba).La Inquisición también tenía el poder de prohibir y quemar libros considerados contrarios a la religión católica.
Ya desde el siglo XVI algunos pensadores católicos y protestantes habían comenzado a discutir sobre la libertad de conciencia, pero el movimiento fue marginal hasta principios del siglo XVII. Se afirmaba que los Estados que realizaban persecuciones religiosas no sólo eran poco cristianos, sino que además eran ilógicos, puesto que actuaban sobre la base de una conjetura y no a una certeza. Estos pensadores atacaban a cualquier tipo de persecución religiosa, pero la Inquisición se les ofrecía como un blanco perfecto de sus críticas. Tales puntos de vista serán defendidos sobre todo por pensadores de corrientes religiosas minoritarias, disidentes, como remonstrantes, anabaptistas, cuáqueros, unitarios, menonitas, etc. Así, por ejemplo, Philipp van Limborch, el primer gran historiador de la Inquisición era remonstrante y Gilbert Brunet, historiador inglés de la Reforma, latitudinario. Hacia finales del siglo XVI, las guerras de religión habían dejado claro que los intentos de conseguir Estados religiosamente uniformes estaban abocados al fracaso. Uno de los críticos más importantes de las persecuciones religiosas y de la Inquisición fue Pierre Bayle (1647-1706).
Con el tiempo la Inquisición, y fundamentalmente el uso que hacía de la tortura y la quema de brujas y herejes, fueron considerados como un caso extremo de abuso del poder y de intolerancia.
La leyenda negra que gira en torno a Galileo Galilei, es que por no aceptar que la tierra era el centro del universo, fue encerrado en una mazmorra, torturado y excomulgado. Incluso hay quienes creen que hasta fue quemado en la hoguera. Lo cierto es que Galileo era miembro destacado de la Academia Nacional de los Linces (creada por el príncipe Federico Cesi y patrocinada por el Papa Clemente VIII). La jerarquía le autorizó enseñar el sistema heliocéntrico copernicano, pero solamente como una simple hipótesis y no como una verdad física. Pero al publicar Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, fue llamado a declarar ante el Santo Oficio y se le exigió probar su teoría, de la cual no pudo dar pruebas consideradas fehacientes. Así, fue sentenciado a retractarse, a guardar silencio, y a una especie de arresto domiciliario de por vida. Galileo murió por causas naturales en 1642.
La teoría de una leyenda negra de la Inquisición comenzó a ser desarrollada a partir de la teoría de la leyenda negra española formulada inicialmente por el español Julián Juderías y ampliada a América por el argentino Rómulo D. Carbia. Con posterioridad los historiadores E. Peters: 1988[1] y Henry Kamen: 1997[2], sostuvieron que los datos históricos sobre la Inquisición estaban distorsionados, por obra de los protestantes con el objetivo de desacreditar a la Iglesia católica.
Ambos historiadores han dicho que se ha exagerado la violencia utilizada por los tribunales inquisitoriales, así como la cantidad de muertos y el uso de la tortura, que, no habría superado el 30% de los casos. También han argumentado que se han sacado los hechos de contexto histórico, cuando la persecución de los herejes era un delito aceptado de manera generalizada en la mayoría de los sociedades.
Uno de los argumentos utilizados por los sostenedores de la existencia de una leyenda negra está referido a la caza de brujas. Se sostiene que se asocia la Inquisición con la caza de brujas cuando su participación en la misma fue menor. En este sentido el Simposio Internacional sobre la Inquisición, realizado en el Vaticano en octubre de 1998, aportó los siguientes datos sobre personas quemadas en la hoguera acusadas de brujería:
Los datos anteriores son utilizados para mostrar que la caza de brujas fue mucho más importante y menos tolerante entre los protestantes que entre los católicos. Debido a ello estos estudiosos han creado la noción de Inquisición protestante para dar cuenta de esos procesos históricos.
A diferencia de la creencia popular, cuando la Inquisición interrogaba a los presuntos acusados, solo en casos excepcionales se utilizaron instrumentos de tortura.También en varios casos, dichos instrumentos solo fueron usados para simple intimidación del acusado.
Otros presuntos instrumentos simplemente no existieron, o no hay pruebas de su existencia. Es el caso de la llamada Doncella de hierro, (también conocida como la Dama de hierro), especie de un macabro sarcófago que por fuera mostraba la figura y rostro de una doncella (según la versión, hasta era de la virgen María) y que en su interior tenía largas y afiladas púas de metal.
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