Liebestod (del alemán "Muerte de amor", Liebe: amor; Tod: muerte), es el término acuñado para describir el aria final del drama musical Tristán e Isolda de Richard Wagner. Musicalmente, señala una de las cumbres del romanticismo tardío, donde la tonalidad es llevada al límite.
En el trágico final de la ópera, la heroína Isolda se transfigura hacia otra dimensión "muriendo de amor" frente al cuerpo exánime de su amado Tristán.
Situaciones semejantes ya se habían observado en Romeo y Julieta de Shakespeare y Werther de Goethe, aunque Wagner lo lleva al límite musical y dramáticamente.
De acuerdo al texto (del mismo Wagner) el Liebestod no está asociado con dolor físico, es una transformación, un paso a otra dimensión, donde olas de sonido a cargo de la masa orquestal sumergen la voz de la protagonista hasta hacerla desaparecer.
En el momento de su composición Wagner vivía un romance ilícito - aparentemente platónico - con Mathilde Wesendonck, poeta y esposa de su mecenas el banquero Otto Wesendonck. Wagner inmortalizó la imposibilidad de concretarlo en el trágico amor de la leyenda celta de Tristán e Isolda y en las Wesendonck Lieder dos de las cuales sirvieron de esbozos para la música de la ópera o drama musical según la caracterización del compositor.
No sólo como corolario de la obra sino que también se lo interpreta en conciertos siguiendo al preludio del drama musical Tristán e Isolda siendo una de las más populares piezas wagnerianas en el repertorio sinfónico (2). Asimismo, algunos directores escogen ejecutarlo sin la soprano quedando como una sola pieza sinfónica (3). Franz Liszt, suegro de Richard Wagner (casado con Cosima Liszt), hizo una versión para piano (1).
Mild und leise
wie er lächelt,
wie das Auge
hold eröffnet
seht ihr's, Freunde?
Seht ihr's nicht?
Immer lichter
wie er leuchtet,
Stern-umstrahlt
hoch sich hebt?
Seht ihr's nicht?
Wie das Herz ihm
mutig, schwillt,
voll und hehr
in Busen ihm quillt.
Wie den Lippen,
wonnig mild,
süßer Atem sanft entweht:
Freunde! Seht!
Fühlt und seht ihr's nicht?
Höre ich nur
diese Weise,
die so wunder voll und leise,
Wonne klagend,
alles sagend,
mild versöhnend
aus ihm tönend,
in mich dringet, auf sich schwinget,
hold erhallend, um mich klinget?
Heller schallend, mich umwallend,
sind es Wellen sanfter Lüfte?
Sind es Wogen wonniger Düfte?
Wie sie schwellen, mich umrauschen,
soll ich atmen,
soll ich lauschen?
Soll ich schlürfen, untertauchen?
Süß in Düften mich verhauchen?
In dem wogenden Schwall
in dem tönendem Schall,
in des Weltatems
wehendem All -
ertrinken,
versinken,
unbewußt -
höchste Lust!
Cuan dulce y suave
sonríe,
como se entreabren
sus ojos tiernamente
¿Le veis, amigos?
¿No le veis...?
¡Cómo resplandece
con luz creciente!
Cómo se alza
rodeado de estrellas.
¿No le veis?
¡Cuán valiente y henchido,
lleno y sublime,
se le inflama el corazón
en el pecho!
Y de sus labios
deleitosos y suaves
fluye un hálito dulce y puro:
¡Amigos, mirad!
¿No le percibís? ¿No le veis?
¿Tan sólo oigo yo esa melodía,
que tan maravillosa y quedamente,
suena desde su interior
en delicioso lamento
que todo lo revela,
en tierno consuelo,
gentil reconciliación,
penetrando en mí,
elevándose,
en dulces ecos
que resuenan en mí?
Esa clara resonancia que me circunda
¿es la ondulación de delicadas brisas?
¿Son olas de aromas embriagadores?
¡Cómo se dilatan y me envuelven!
¿Debo aspirarlas?
¿Debo percibirlas?
¿Debo beber o sumergirme?
¿O fundirme en sus dulces fragancias?
En el fluctuante torrente,
en la resonancia armoniosa,
en el infinito hálito
del alma universal,
en el gran Todo...
perderse, sumergirse...
sin conciencia...
¡supremo deleite!
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