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Liminalidad



La liminalidad o liminaridad (del latín limes, "límite" o "frontera") significa no estar en un sitio (físico o mental) ni en otro. Es estar en un umbral, entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar. La enfermedad, la adolescencia, el duermevela o la locura transitoria son estados liminales, como también lo son los viajes, ya sean por placer o por necesidad. También puede haber lugares liminales, como un aeropuerto o una cárcel, y también pueden ser sucesos personales o grupales.

El concepto de liminalidad es una noción desarrollada en el libro Ritos de paso, de Arnold Van Gennep,[1]​ tomada posteriormente por Victor Turner,[2]​ y que alude al estado de apertura y ambigüedad que caracteriza a la fase intermedia de un espacio-tiempo tripartito (compuesto de una fase preliminal o previa, una fase liminal o intermedia y otra fase posliminal o posterior). La liminalidad se relaciona directamente con la communitas, puesto que se trata de una manifestación anti-estructura y anti-jerarquía de la sociedad, es decir, de una situación en donde una comunión "espiritual" genérica entre los sujetos sociales sobrepasaría las especificidades de una estratificación. Se trata, por consiguiente, del momento donde las distintividades triviales quedan suspendidas, lo que precisamente permite "el paso" entre una condición social y otra.



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