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Lipizzano



Durante cuatro siglos se ha formado y consolidado el caballo de raza lipizzana, que se originó en la dura tierra del Carso, en Lipica —pronunciado Lipitza—, Eslovenia. Ya en los tiempos de los romanos se hablaba mucho sobre el caballo cársico, el antepasado del lipizzano, que habitaba los yermos pastos de esta región. La sangre del caballo tordillo del Carso se había mezclado con la de los caballos españoles, napolitanos, árabes y de Kladruber. Así nació el lipizzano de hoy, conocido por su blanca belleza, por su inteligencia y por su movimiento —su atracción se encuentra justamente en su movimiento armónico—.

En el siglo XVI las tierras eslovenas pertenecían a la monarquía austriaca de los Habsburgo. La monarquía era grande y para poder dominarla, los caballos fueron indispensables para las necesidades de la corte, para los transportes, el correo –y también para la Escuela Española de Equitación. Como la cría caballar española, que fue la más importante y distinguida en la Europa occidental y central, empezó a decaer, la monarquía austriaca decidió independizarse y crear su propia cría de caballos.

Por estas razones el archiduque austriaco Carlos II (entronizado príncipe de las regiones eslovenas bajo la corona austriaca), compró el 19 de mayo de 1580 el pueblo de Lipica con sus alrededores (estando convencido de que el terreno cársico se parecía al terreno andaluz e italiano), así como la caballeriza con su rebaño de caballos cársicos. Así empezaron con la cría de los caballos de la primera clase. Al principio la llamaron «caballos de raza cársica de cría lipizzana», sin embargo, hace doscientos años cambiaron el nombre en «Lipizzano» según el pueblo Lipizza (en esloveno: Lipica).

Durante todos estos años, algunas veces, por las guerras que se cebaban en la región del Carso, los caballos de Lipizza fueron trasladados a otros lugares del Imperio austrohúngaro, pero siempre regresaron a su pueblo natal. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, el rebaño de caballos de Lipizza fue repartido: una mitad de ellos fue trasladada a Italia, la otra mitad a Austria, y sólo después de muchos esfuerzos, las autoridades angloamericanas (bajo cuya autoridad se encontraba Lipizza entonces) devolvieron tan sólo once caballos lipizzanos a Lipizza, que entonces pertenecía a Yugoslavia. La yeguada lipizzana, que antes poseía más de 300 caballos, tuvo que empezar de nuevo.

El acaballadero de Lipizza (cuya finca mide 311 ha) tiene hoy en día el título de establecimiento público, sus caballos han sido proclamados monumento cultural de la República de Eslovenia, es más, tanto la raza lipizzana como su nombre están patentados geográficamente.

En Eslovenia viven más de 600 lipizzanos, 308 en las caballerizas de Lipizza y unos 300 en las fincas de criadores privados. La raza está presente por todo el mundo, sobre todo en Europa y los Estados Unidos, pero también en Chile ( www.escl.cl (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última). ) Australia y África. Sin embargo, sólo existen unos 6000 lipizzanos en el mundo, y una buena mitad de ellos son caballos sementales.

En 1986 fue fundada en Lipizza la Asociación Internacional de Criadores de Lipizzanos (Lipizzan international federation).

Hay seis líneas originales de caballos sementales: Pluto, Conversano, Napolitano, Favory, Maestoso y Siglavy. Y las yeguas de linaje: Spadiglia, Argentina, África, Almerina, Presciana, Englanderia, Europa, Stornella, Famosa, Deflorata, Gidrana, Djerbin, Mercurio, Theodorosta y el nuevo linaje esloveno Rebeca.

En alta escuela de adiestramiento se utilizan sólo los mejores caballos que demuestran una inteligencia sobrenatural y un cuerpo muy fuerte.

Cada año nacen en Lipizza unos cuarenta caballos lipizzanos.

Las yeguas con las crías pacen en los pastizales; a la edad de tres años y medio, los potros empiezan a “ir a la escuela”. Al quinto año, los criadores, según las pruebas, deciden quiénes van a entrar en la alta escuela de adiestramiento, y quiénes serán capados y utilizados como caballos turísticos o caballos de tiro (los últimos son también puestos en venta).

El lipizzano figura entre las razas de caballo más antiguas del mundo. Tiene una altura de entre 155 y 160 cm, la cabeza es noble, de frente ancha, el cuello «de cisne» es largo y musculoso y aunque el Lipizzano no es uno de los caballos más altos, la forma de su cuello lo hace aún más elegante; la espalda es bastante larga, pero fuerte; la grupa es recta, las piernas son un poco más cortas con las articulaciones bien formadas y uñas fuertes. Los ojos son brillantes y vivos, mirada inteligente, las orejas bien proporcionadas, de tamaño mediano y los ollares son anchos.

Aunque siempre relacionamos los lipizzanos con el color blanco (de su piel), o al menos gris claro (la única deseada por sus criadores), no siempre es así. Los lipizzanos pueden ser frecuentemente gris oscuro, negros, marrón-grises o marrones oscuros. Lo que sí es verdad es que todos nacen muy oscuros y al crecer su piel se vuelve cada vez más clara. Unos se vuelven blancos ya a la edad de tres o cuatro años, otros a más de quince años.

El Lipizzano tiene un carácter bondadoso y alegre. Necesita mucha atención y se acostumbra con mucho cariño a su dueño o entrenador. Si se llega a establecer una amistad fuerte con ese caballo, será capaz de hacer mucho. Sin embargo, si se le descuida e ignora, se convierte en una criatura bastante indomable porque su inteligencia emocional está muy bien desarrollada. Para su raza antigua es típica una madurez bastante tardía, longevidad, modestia y perseverancia. Tradicionalmente es distinguido como un caballo para el adiestramiento (la equitación clásica) y tiro ligero representativo. Por su paso resuelto y armónico, su longevidad, capacidad de aprender y conductibilidad excepcional, es más adecuado para las escuelas de adiestramiento del alto nivel que otras razas.

Jurkovič, J.: Lipica. Koper, Edición Lipa in Konjerejski zavod Lipica, 1973



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