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Literatura rumana



La literatura de Rumania es aquella escrita por autores rumanos, aunque el término también se utiliza para referirse a toda aquella obra literaria escrita en idioma rumano.

El primer documento escrito en rumano que se conoce es una carta de 1521 enviada por Neacşu de Câmpulung a un juez de Braşov

La cultura rumana estuvo fuertemente influenciada por la Iglesia ortodoxa, que llegó al país con los eslavos. La primera traducción de libros al rumano fueron de textos en antiguo eslavo eclesiástico del siglo XV. La Psaltirea Şcheiană de 1482 y el Codicele Voroneţean fueron textos escritos en Maramureş, probablemente con ayuda de los husitas.

El primer libro impreso en Rumania fue un texto religioso en antiguo eslavo eclesiástico en 1508. El primer libro impreso en rumano fue el catecismo de Coresi en 1559. A finales del siglo XVI se imprimieron traducciones de libros en griego y en antiguo eslavo eclesiástico. Dosoftei fue el primer poeta en lengua rumana.

Los primeros intentos de publicar una Biblia en rumano se iniciaron en 1582 en la pequeña ciudad de Orăştie. Se trataba de una traducción de los primeros libros del Antiguo Testamento conocida como Palia de la Orăştie. La Palia fue traducida del latín por Mihail Tordaş y la exactitud de la traducción se comprobó comparándola con una traducción en idioma húngaro.

Todos los libros de la Biblia no se publicaron en rumano hasta finales del siglo XVII, cuando los monjes del monasterio de Snagov, cerca de Bucarest, tradujeron e imprimieron la Biblia de la Bucureşti (1688).

El humanismo europeo llegó a Moldavia en el siglo XVII vía Polonia. Su mayor representante, Miron Costin, escribió una crónica de la historia de Moldavia. Otro humanista fue Dimitrie Cantemir, autor de historias de Rumania y Moldavia.

En tierras rumanas, el siglo XVIII estuvo dominado por el Imperio otomano que decidió no mantener los gobernantes rumanos en Valaquia y Moldavia y hacerlo a través de los fanariotas, comerciantes griegos establecidos en Estambul.

Por ello, la influencia de la cultura griega se desarrolló en la literatura rumana. Por ejemplo, uno de los mayores poetas de ese siglo, Alecu Văcărescu, escribió canciones de amor siguiendo la tradición del poeta Anacreonte. Su padre Ienăchiţă Văcărescu, fue también poeta, así como quien desarrolló la primera gramática rumana y su otro hijo Iancu Văcărescu está considerado como uno de las mejores poetas de su generación. Anton Pann intentó ilustrar el espíritu de los Balcanes así como el folclore traído por los otomanos.

La siguiente generación de escritores rumanos tomó como inspiración el iluminismo europeo, como en el caso de Gheorghe Asachi o Dinicu Golescu.

Las ideas nacionalistas llegaron hasta los rumanos que deseaban poseer su propio estado pero que seguían bajo un gobierno extranjero. Muchos escritores rumanos de la época pertenecían a movimientos nacionalistas y participaron en las revoluciones de 1821 y 1848. El origen del pueblo rumano empezó a discutirse. En Transilvania apareció el movimiento Şcoala Ardeleană, que realizó estudios filológicos sobre el origen románico del rumano y abrió escuelas para enseñar el idioma.

La filosofía alemana y la cultura francesa se integraron en la literatura rumana, perdiendo influencia la de la Antigua Grecia. En Valaquia una de las figuras destacadas de la época fue Ion Heliade Rădulescu, fundador del primer periódico en idioma rumano, Societatea Filarmonică, e impulsor del Teatro Nacional de Bucarest.

Los principales escritores de la segunda mitad del siglo fueron Vasile Alecsandri y Mihai Eminescu. Alecsandri fue un prolífico escritor, contribuyendo a la literatura rumana con poesía, prosa, diversas obras teatrales y una colección de folclore rumano. Eminescu está considerado por la mayoría de los críticos como el poeta rumano de mayor influencia, Su poesía lírica tiene parte de sus raíces en las tradiciones rumanas, aunque está también influenciado por la filosofía alemana y las tradiciones hindúes.

El círculo literario de Titu Maiorescu, Junimea, fundado en 1863 y frecuentado por numerosos escritores, desempeñó un papel importante en la literatura rumana. Muchos autores como Ion Luca Caragiale, Ion Creangă y Barbu Ştefănescu Delavrancea escribieron sus obras en esta época.

Tras conseguir la unidad nacional en 1918, la literatura rumana entró en lo que puede considerarse su edad de oro, caracterizada por el desarrollo de la novela. La sociedad tradicional y los eventos políticos recientes tuvieron gran influencia en los trabajos de autores como Liviu Rebreanu, cuya obra Răscoala, publicada en 1932, estaba inspirada en la revolución popular de 1907. La novela Pădurea Spânzuraţilor, publicada en 1922, estaba inspirada en la participación de Rumania en la Primera Guerra Mundial. El nacimiento de la novela moderna puede verse en obras de como Última noche de amor, primera noche de guerra de Camil Petrescu. Otra personalidad compleja de la literatura rumana es la de George Călinescu: poeta, novelista, crítico literario, dramaturgo, ensayista y periodista. Publicó unas monografías sobre Eminescu y Creangă así como una monumental historia de la literatura rumana desde sus orígenes hasta el momento en que se escribió la obra (en 1941).

Un destacado escritor realista fue Mihail Sadoveanu quien escribió numerosas novelas que se desarrollaban en lugares y épocas diversas de la historia de Moldavia. Sin embargo, los escritores más destacados de la época son Tudor Arghezi, Lucian Blaga y Mircea Eliade. Tudor Arghezi revolucionó la poesía rumana, creando los nuevos pilares de la moderna poesía. Lucian Blaga desarrollo con sus escritos un complejo sistema filosófico que aún no ha sido comprendido por completo. Mircea Eliade está considerado como uno de los mayores historiadores en el campo de la religión. Sus novelas revelan un simbolismo pre cristiano que abren el camino al arte contemporáneo rumano.

Nacido en Rumania, el poeta y ensayista francés Tristan Tzara, fue uno de los fundadores del dadaísmo, un movimiento revolucionario nihilista y tal vez el responsable de su nombre (en rumano da significa si). Más tarde abandonó el nihilismo por el surrealismo y el marxismo. Por primera vez en su historia, la cultura rumana quedó unida a la cultura occidental siendo el dadaísmo el primer movimiento artístico y literario rumano convertido en internacional. Dadaísmo y surrealismo son parte fundamental del vanguardismo, la forma más revolucionaria del modernismo. La vanguardia rumana está representada por autores como Ion Minulescu, Urmuz, Tristan Tzara, Geo Bogza, Benjamin Fondane o Ilarie Voronca.

Marin Preda está considerado como uno de los novelistas rumanos más importantes de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Su novela Moromeţii describe la vida y las dificultades de una familia de campesinos en la Rumania anterior a la guerra y durante el advenimiento del comunismo. Su libro más destacado es Cel mai iubit dintre pământeni, una cruel descripción de la sociedad comunista. Algunos de los poetas destacados de este periodo son Nichita Stănescu, Marin Sorescu y Ana Blandiana.

Fuera de Rumania Eugène Ionesco y Émile Michel Cioran representan el espíritu nacional a su más alto nivel. Ionesco es uno de los más famosos dramaturgos del teatro del absurdo. Más allá de ridiculizar las situaciones más banales, las obras de Ionesco representan de un modo tangible la soledad de los seres humanos y la insignificancia de la propia existencia. Cioran fue un escritor y filósofo brillante.

La "diáspora" rumana, provocada por la caótica transición del comunismo al capitalismo, ha llevado a algunos talentosos escritores a radicarse en el exterior, tales como, Angela Nache-Mamier Dan Dănilă y Linda Maria Baros.

Mircea Ivănescu, conocido especialmente por sus trabajos como traductor, es uno de los poetas más importantes de los últimos años del periodo comunista. Su primera obra, Lines, fue publicada en 1968, y desde entonces ha continuado publicando con asiduidad. Su poesía se caracteriza por una recuperación del uso narrativo en la poesía y recuerda al estilo de los poetas posbélicos estadounidenses. Fue propuesto para el Premio Nobel en 1999 por la Asociación Profesional de Escritores de Rumanía.

A principios de 1980 aparece un grupo de nuevos autores denominado «Generación de los ochenta», fuertemente influenciado por la llegada de las nuevas dinámicas capitalistas a Rumanía. Fueron categorizados por la crítica como un grupo de artistas posmodernos. Destacan especialmente Mircea Nedelciu, conocido por su escritura experimental, autor de Zmeura de cîmpie ("Raspberry of the Field"), Tratament fabulatoriu ("Confambulatory Treatment") y Femeia în roşu ("The Woman in Red"); Ioan Groșan, autor de Trenul de noapte, proză scurtă y Planeta mediocrilor; Gheorghe Crăciun, profesor en la Universidad de Braşov, autor de Frumoasa fără corp y Pupa russa, y Traian T. Coșovei, miembro de la Unión de Escritores de Rumania y autor de Greva căpșunelor ("La huelga de fresa") y Aeorstate plângând ("Aerostatos llorando"). Pertenece también a esta generación el escritor Mircea Cărtărescu, autor de poesía y narrativa, de cuya obra destacan la trilogía Orbitor (Cegador) y la novela Solenoid (Solenoide). En 2018 fue galardonado con el Premio Formentor de las Letras y el Premio Thomas Mann.



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