Luisa María Francisca de Guzmán y Sandoval (en portugués: Luísa de Gusmão; Huelva 24 de octubre de 1613 - Lisboa, 27 de febrero de 1666) fue reina consorte de Portugal (1640-1656) y regente de Portugal (1656-1662).
De la poderosa casa de Medina Sidonia, era hija de Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, VIII duque de Medina Sidonia, y de Juana Lorenza Gómez de Sandoval y Rojas y de la Cerda, los señores más poderosos de la baja Andalucía, nació en Huelva, siendo bautizada en la Parroquia de San Pedro, ya que los duques fijaron su residencia en el Castillo de San Pedro de Huelva.
Descendía de los reyes de Portugal por vía paterna y materna.Alfonso I de Portugal, y su abuela materna, Catalina de la Cerda, lo era del I duque de Braganza, Alfonso. Era biznieta de Ana de Mendoza, princesa de Éboli. Directa descendiente, vía materna, de San Francisco de Borja; y, consiguientemente, descendiente en línea recta del papa Alejandro VI (Rodrigo Borja o Borgia).
Su abuela paterna era Ana de Silva y Mendoza, descendiente deEs una antepasada de casi todas las casas reales de Europa, sobre todo las del sur y las occidentales.
Casó con el duque de Braganza, João, el 12 de enero de 1633. El casamiento había sido obra del Conde-Duque de Olivares, que quería impedir que Portugal se levantase contra la Corona Española. Sin embargo, debido a este casamiento llegó a ser la primera reina de Portugal de la cuarta dinastía, tras la proclamación de su marido como Juan IV de Portugal. De esta unión nacieron:
Luisa de Guzmán era ambiciosa por naturaleza, y a pesar de ser española orientó la política de su marido en la Rebelión de Portugal contra España de 1640 y en la Guerra de la Restauración Portuguesa (1640-1668). Se considera que tras la aceptación del trono de Portugal por parte de Juan IV, Luisa fue la principal influencia en la política de su marido. Se dice que, siendo advertida de los peligros que podría traer ser reina de un país que hacía frente a España, ella pronunció estas famosas palabras: «Melhor ser Rainha por um dia, do que duquesa toda a vida» («Antes reina por un día que duquesa toda la vida»). Sin embargo, según Joaquim Veríssimo Serrão, «no debe mantenerse la falsa tradición que hace de ella uno de los “motores” de la Restauración, pero no hay duda de que se identificó con el movimiento y de que supo enfrentarse a los sacrificios con ánimo varonil».
Después de la proclamación, se instaló en Lisboa con sus hijos, viviendo para su educación y tomando una postura activa en los asuntos políticos. Cuando se produjo la Revuelta de 1641 con el intento fallido de asesinato del rey, se dice que fue uno de los miembros de la corte que apoyó la ejecución de los conspiradores, incluso del inocente duque de Camiña. Ejerció el gobierno siempre que el rey acudía a la frontera del Alentejo, como en junio de 1643, en que fue ayudada en los menesteres públicos por el obispo capellán mayor Manuel da Cunha, Sebastião César de Meneses y el Marqués de Ferreira.
Tras la muerte en 1656 de Juan IV de Portugal, fue nombrada en el testamento de su esposo regente del reino, durante la minoría de edad de su hijo Alfonso. Alfonso VI fue proclamado rey en el Paço da Ribeira el 15 de noviembre de 1656 a los 13 años. Era vox populi que Alfonso sufría de una grave dolencia mental, por lo que llegó a considerarse la suspensión de la ceremonia.
Procuró la regente organizar el gobierno para imponerse a las facciones palatinas en juego, por lo que nombró a Francisco de Faro, conde de Óbidos, como ayo del monarca y mantuvo los cargos de la casa real en manos de los que ejercía en tiempo de su marido. Los asuntos públicos continuaron en manos de los secretarios de Estado y Mercedes, Pedro Vieira da Silva y Gaspar de Faria Severim. Pero la rivalidad entre el conde de Odemira y António Luís de Meneses, conde de Cantanhede, dificultó su acción. Se vio así obligada a nombrar la llamada Junta Nocturna, por tener reuniones por la noche, con varios consejeros de su confianza. Además de los dos nobles, la formaban también el marqués de Nisa, Pedro Fernandes Monteiro, el conde de São Lourenço y, el principal, Frei Domingos do Rosario, hábil diplomático. El sistema duró durante la regencia, siendo útil para la buena marcha de los asuntos públicos.
Durante su regencia se produjo la gran victoria portuguesa en la Batalla de las Líneas de Elvas, el 14 de enero de 1659. Esta victoria fue muy importante porque la derrota hubiera implicado la pérdida de Lisboa. Sin embargo no fue una batalla decisiva pues la firma de la paz entre España y Francia ese mismo año mediante el Tratado de los Pirineos, dejó a España sin compromisos militares y Portugal volvió a sentirse gravemente amenazada. Luisa organizó los ejércitos que aseguraron la independencia de Portugal en la Guerra de la Restauración Portuguesa. Supervisó las victorias militares contra los españoles en Ameixial el 8 de junio de 1663, así como en Montes Claros el 7 de junio de 1665. Gracias a estas derrotas españolas, este reino reconoció la independencia de Portugal el 13 de febrero de 1668.
La alianza con Inglaterra, firmada en 1662 y sellada con el matrimonio de su hija Catalina de Braganza con Carlos II de Inglaterra, fue en gran medida obra suya.
Fue el objetivo de una conspiración fallida liderada por Luis de Vasconcelos e Sousa, III conde de Castelo Melhor. El partido afecto a Alfonso VI se lanzó abiertamente en la lucha contra la reina regente, quien, sin embargo, decidió mantenerse en la regencia temiendo la desastrosa gestión de su hijo, que era mentalmente inestable. La viuda de Juan IV defendió los principios de libertad e independencia de la Restauración y se mantuvo en el gobierno recelosa de que su heredero actuara de igual modo.
Se dice, a tenor del mechón de pelo blanco que muestran sus retratos, que Luisa pudo haber sufrido vitíligo. Yace en el panteón de los Braganza en el monasterio de San Vicente de Afuera en Lisboa, a donde fue trasladada desde Xabregas.
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