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Música de El Salvador



El Salvador es un país de América Central cuya cultura es una mezcla de mayas, pipiles, españoles y ascendencia africana. El Salvador es pues la sumatoria de rasgos de las diferentes culturas que se han mezclado entre su gente a lo largo de su historia.

En la actualidad, su música incluye cantos religiosos, sobre todo católicos, usados para celebrar la Navidad y otras fiestas, especialmente para conmemorar al santo patrono de una determinada población.

Los estilos populares en El Salvador moderno incluyen:

Antes de la llegada de los españoles, el territorio que hoy en día se conoce como El Salvador era un espacio habitado predominantemente por grupos de habla náhuat conocidos como pipiles. Durante la época prehispánica fue sucesivamente habitado por los pueblos xincas, mayas, lencas y mangues.[1]​ Estudios precolombinos dan muestra de la importancia de la música, sobre todo en expresiones rituales en los que se empleaban tambores y trompetas. La musicóloga Maria de Baratta da muestra de la construcción de instrumentos complejos en esa época como el teponahuaste, las flautas fálicas con bola deslizante de Quelepa o la ocarina Tecoaliztli[2]

Un grupo notable de música nativa es talticpac, que significa en castellano “sobre la tierra”.[cita requerida]

Con la venida de los españoles, la música clásica europea y la española se mezclaron con los estilos nativos. Los códigos musicales precolombinos fueron reemplazados por otros, cambiando sus significados, funcionalidad, formas de aprendizaje, transmisión, difusión e intercambio.[1]

Una canción nativa muy conocida en El Salvador es "Danza del Teponahuaste", pero a la venida de los españoles tomó el nombre de santo tingo con el fin de seguir adorando a los dioses que los indígenas poseían y lo cual era prohibido por la iglesia católica.[cita requerida]

La música en el periodo colonial fue promovida y apoyada por tres poderes:

En este periodo comienzan a aparecer las primeras bandas de música militares, caracterizadas por la mezcla de elementos propios de la música europea junto a ritmos y construcciones indígenas y africanas, introducida esta última a través de los esclavos. Algunos de los primeros conjuntos de esta época son:

El 22 de noviembre de 1824 se constituye la República Federal de Centro América y el estado del Salvador era uno de sus cinco Estados. En esta época se registran varias iniciativas para la institucionalización de la música, como la fundación de la primera banda marcial, la fundación de la primera escuela de música (1845) gracias a la llegada del l violinista guatemalteco José Escolástico Andrino y la creación de la primera orquesta sinfónica (1847).[1]

Bajo la administración del general Gerardo Barrios (1859-1863) se estimuló la creación de bandas regimentales. El repertorio, generalmente constituido por danzas de salón y marchas, atrajo públicos diversos a las plazas de las principales ciudades. En el último cuarto de siglo se fundan las sociedades filarmónicas de San Salvador (1875) y de San Vicente (1858). En el Teatro Nacional o el Teatro Colón de San Salvador se realizaban concierto con las bandas en veladas que incluían recitales de canto y poesía.[1]

En marzo de 1926 nace oficialmente la primera radio de El Salvador y de toda la región centroamericana, cuarta en América Latina y la sexta a nivel mundial, la misma fue bautizada con el nombre de Radio AQM (hoy conocida como Radio Nacional de El Salvador), iniciales que corresponden al nombre del mandatario Alfonso Quiñónez Molina; en dicha radio se escuchaba música de México, Cuba y Colombia, (cuyos instrumentos más usados fueron el clarín, Marimba de Arco, violín, guitarra y tambores), dentro de estos podemos resaltar que la misma puso de moda el tango y la salsa en país.

En el año 1960, se graba el primer disco LP, bajo el nombre de Lita Mía.

En estas fechas se da el marco de la separación final del ejército, con la Orquesta Sinfónica, la cual estaba bajo poder del regimiento, dándose con ello el nombre de Orquesta Sinfónica de El Salvador (OSES), dependiendo del poder civil totalmente bajo el auspicio del Ministerio de Educación.

En el año de 1963 se da la llegada del maestro Esteban Servellón a la dirección de la OSES, recién graduado en Italia, donde recibió su formación con el famoso director Igor Markevitch. El maestro Servellón fomenta enormemente la audición de música de compositores nacionales, lo que permitió presentar al público salvadoreño y regional notables figuras del escenario mundial, tales como los famosos violinistas Isaac Stern y Ruggiero Ricci, los famosos pianistas Van Clibburn y Alicia de Larrocha etc., los célebres directores de orquesta Elmer Berstein y José Serebrier, y al chelista Pablo Casals, poniendo al país como destino de grandes músicos y animadores de reconocidos festivales internacionales de música a nivel mundial.

En esta época nacen varias orquestas de múltiples géneros, entre ellas podemos mencionar:

Dichas orquestas tuvieron un auge en muchos lugares de la región centroamericana, en especial la Orquesta de Lito Barrientos, esta, cuyo éxito se notaría en países como Colombia y Panamá por desarrollar el ritmo de la cumbia sonidera, mismo que marcí una etapa en el ambiente musical de estos países.

Varias de estas orquestas junto con otras agrupaciones y artistas salvadoreños iniciaron un recorrido que llevó al desarrollo de múltiples ritmos y corrientes musicales, en especial a la creación de una música muy propia de la identidad salvadoreña, entre ellos el xuc y la chanchona. El xuc, surge en la década de los 1940s gracias a la creatividad del músico Francisco "Paquito" Palaviccini. El mismo se origina a partir de un instrumento salvadoreño llamado “juco”, un instrumento de viento típico de El Salvador, que al momento de tocarlo suena “xuc, xuc”, el mismo desde hace años se ha convertido en un símbolo de identidad musical del municipio de Cojutepeque, y un patrimonio artístico a nivel nacional, y que hoy en día forman parte de las ya tradicionales fiestas patronales, actividades de índole cultural y cívica, ya que los estudiantes de los centros educativos salvadoreños deleitan al público bailando con dicho estilo musical.

La chanchona es un instrumento rechoncho, grande, de sonidos graves, consta usualmente de cuatro cuerdas, se toca sin arco y se puntea con los dedos. Por ser un instrumento regional no tiene cabida en la música clásica. Generalmente está construido de madera de pino para el brazo y caobilla en la caja, a diferencia del contrabajo. En México es conocido como “tololoche” o “chicoteado”; es alegre, es tropical y representa una de las expresiones culturales de las comunidades de la zona rural en el oriente de El Salvador. Los campesinos rebautizaron con ese nombre al bajo acústico, por la corpulenta estructura del instrumento, sin embargo el nombre “chanchona” no solo es para referirse al instrumento como tal, sino al conjunto musical que toca referido instrumento con otros acompañantes, siendo estos principalmente por tamboriles, violines, armónicas y guitarras.

Los valses fueron también muy populares en los primeros años del siglo XX como el vals Bajo el Almendro, de David Granadino o el vals Siempre Sufriendo de Felipe Soto.[5]

El primer grupo conocido de rock en El Salvador surge a comienzos de los años 60, eran Los Supertwister.[6]​ En esos años surgieron nuevas bandas como Los Mustangs, Los Vikings, Hielo Ardiente y Los Die Blitz son algunos de los referentes musicales de la época. Canciones como "Abre los ojos", "Señora", "Cien mujeres", "El amigo que perdí" lograron posicionarse en la preferencia de los salvadoreños y extranjeros que las oían a través de estaciones radiales. Las bandas de la época trabajaban los géneros del rock, rock en español, balada romántica, nueva ola.

Lista de bandas que marcaron la época dorada de la música salvadoreña:

En los 80 el país entró una etapa de conflicto armado que afectó también a muchas de las bandas nacionales y a la producción y consumo musical en general, aunque algunas lograron despuntar. “La Fiebre Amarilla”, fue una banda de esas bandas que había logrado tener un nivel de venta importante, pero ya en la década de los 80’s, decidieron emigrar pero no por separado, sino hacerlo como grupo musical y se fueron a otro país.[7]

La cumbia es un género introducido al país por la radio y por músicos como Rafael «Lito» Barrientos.[1]​ De acuerdo con la musicóloga Marta Rosales, en los años 40 dominaban en el país los mambos, boleros, rumbas y tangos y el uso de la marimba. Aunque existían grupos tropicales, como Orquesta San Vicente y Los Hermanos Flores, varios que se dedicaban a la música “juvenil” (rock, pop, música disco) cambian de género musical. Espíritu Libre (1975) empezó en los 80 combinando ritmos pop latinos (“La fiesta de mi pueblo”) con baladas (“Escúchame”); hasta que explotó en 1985 con el mega éxito “Me gustan las pupusas”, escrito por José Aguiñada (Jhosse Lora). Mario Rivera, que llegó a tocar versiones de Led Zeppelin o Chicago, ganó más éxito con las cumbias “Morena tropicana” y “Ven a bailar conmigo”. Fiebre Amarilla, con influencias de rock afro latino, también prueba suerte con títulos más populares y cumbieros, como “Canchis canchis”, “El mercado” y otras más. Incluso Karmina Salazar, que luego sería uno de los nombres propios de la cumbia, empezó bailando ballet clásico.

A finales de los 70 e inicios de los años 80, es decir durante los inicios y el desarrollo de la guerra civil salvadoreña, surgieron numerosas bandas de música, principalmente vinculadas a la izquierda, como Mahucutah, La Banda del Sol, Yolocamba I Ta o Tepehuani.[8]​ En 1982 nace Cutumay Camones, vinculado con la guerrilla, que buscaba recuperar las raíces culturales salvadoreñas. También merece la pena destacar Los Torogoces de Morazán, quienes acompañaban a la población en los territorios dominados por la guerrilla.[9]​ Quizás la más reconocida de todas ellas, fue la agrupación Yolocamba Ita, quien en 2016 recibió el Premio Nacional de Cultura de El Salvador por su trayectoria.[10]

En la década de 1990, con la frescura de la paz se vivió un incremento del número de agrupaciones de rock como Rucks y Parker, Roberto Salamanca, Ovni, Prueba de Sonido, Seis sin Nombre.[11]​ En 1996, el grupo Adrenalina abrió puertas a la fusión de rock con ritmos bailables como la cumbia en «La maldita». La Iguana, La Pepa, Nativa Geranio, R.E.D.D., Ayutush y Aborígenes fueron las propuestas roqueras de festivales como Salvarock y Guanarock. Destacan como cantantes femeninas Lorena Cuerno y Pamela Robin.[1]

El metal en El Salvador tiene una escena prominente y es considerada una de las más sólidas y activas en cuanto a movimientos musicales en Centroamérica.[cita requerida]

El contexto de este periodo se ve caracterizado por la sofisticación y pérdida de lenguaje identitario en el que no hay nada en los ritmos que indique que la música es salvadoreña. Hay una pérdida de espacios mediáticos. Empezó a ser muy popular el reguetón y la música urbana en los medios de comunicación masivos, lo que hizo que perdieran espacios la música alternativa. Se vive también una transición al streaming: varias de las producciones quedaron “perdidas” en la transición ya que se escuchaba la música en formato en mp3  y no tanto en radio.[cita requerida]

El indie salvadoreño

A partir de 2006 comenzaron a surgir bandas influenciadas por el indie y la música alternativa que tenían música original. Fruto de este movimiento surgió en junio de 2008 Indie Collective Pollution, un equipo de jóvenes amantes de la música que buscaban crear una plataforma diferente enfocada a desarrollar bandas nacionales independientes de distintos estilos musicales.[12]​ Su primera acción fue un concierto en La Luna, protagonizado por El sueño de Camila, Polly Class, Emma vs Noria, Nuevas ilusiones y Mayday Mayday. En febrero de 2012 nacieron las Semanas sin Covers, festivales en los que se tocaban música original de las bandas y que logró convocar a 25 bandas de distintos géneros.[13]​ Durante 10 años organizaron conciertos, festivales y buscaron la profesionalización y la creación de una industria musical en el país. Algunas de las bandas que conformaron el colectivo o participaron en sus festivales y conciertos fueron: El sueño de Camila, La cosa encantada, El silencio de Clarence, Carol Hills y Alley's Bridge, Polly Class, Vibrass Ska Ensamble, Underbeat, Fox The Kid, Cartas a Felice, Yelo, Luciana Fortis o The Vibes, entre otros.[14]

Otras bandas destacadas de la época son: Llyclovt (retoma elementos de Fobia, Placebo, del primer Zoe), Virginia Clemm, Akumal (logra crearse espacio en el público del indie, sobre todo con su segundo disco, Sívar), Safari volvo (banda electrónica, tienen muchos elementos anglo), Manyula Dance Club (electro latinoamericano) o Primal Pulse. [cita requerida]

Reagge salvadoreño

Anastasio y los del Monte fue un grupo de reggae de corta duración pero influyente en El Salvador.[15]​ Nace en 2002 fundada por “El Tracher” (guitarra) y “Karlanga” (voz). A pesar de lanzar un solo álbum, Reggae Unido (2005), tuvieron un gran impacto cultural en la música de El Salvador al introducir el reggae en el país. Su música está muy influenciada por Bob Marley, Gondwana, Steel Pulse, Burning Spear y Black Uhuru. Compartieron escenario en festivales y conciertos con junto a Gondwana, Rabanes, Cafe Tacuba o Vicentico.[16]​ Tras la separación de Anastasio y los del Monte, le sucedió la banda Los Tachos, integrada por varios ex miembros de la composición anterior.

Hip hop salvadoreño

Aunque a inicios de la década de 1980 comienzan a aparecer las primeras bandas de hip hop nacionales es hasta finales de los 90 que comienzas a surgir los artistas y crews pioneros del movimiento, entre los que se encuentran los FNR y los CLK y bandas como los Reyes Del Bajo Mundo y Pescozada.[17]​ Estas agrupaciones se presentan en espacios como La Luna Casa y Arte. A partir del 2001 comenzaron a organizarse batallas de breaking y hip hop fueron "Moy´s Discotec" donde muchos de los músicos y artistas comenzaron a encontrarse.[17][18]

Entre los artistas destacados se encuentran: Pescozada, Five O Tree, Marmota Fu, Psyckoziziz, Poesía clandestina, Hip hop femenino, Sukafro, Snif, Oenime, Zaki, Artillero, HIgh Clan, Kover, Darkriz y Straw. Algunos exponentes de rap han llegado a tener presencia en Suramérica y tener toques en Europa. [cita requerida]

Música comercial y pop

En 2008 llega a El Salvador el formato de reality show "Cantando por un sueño", influenciado por los programas como Operación Triunfo en España, o La Academia de México, que constituyó un novedoso espacio de descubrimiento y lanzamiento de artistas de la música nacional[1]​ o El número uno, en 2013. De este último programa surgieron cantantes como Nadia Maltez o Patty Menéndez. Durante la década de 2010 comienzan a surgir bandas y solistas femeninas como Natalia Alejandro (Cantalejo); Carol Hills,[19]​ la cantante y compositora de música cristiana, Gabby Chacón, Lavanda, Nadine Masri, Gabriela Triste o Las Musas Desconectadas.[20]



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