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M. R. James



¿Qué día cumple años M. R. James?

M. R. James cumple los años el 1 de agosto.


¿Qué día nació M. R. James?

M. R. James nació el día 1 de agosto de 1862.


¿Cuántos años tiene M. R. James?

La edad actual es 162 años. M. R. James cumplió 162 años el 1 de agosto de este año.


¿De qué signo es M. R. James?

M. R. James es del signo de Leo.


¿Dónde nació M. R. James?

M. R. James nació en Goodnestone.


Montague Rhodes James (Goodnestone, 1 de agosto de 1862-Eton, 12 de junio de 1936) fue un anticuario, medievalista y escritor británico de cuentos de terror, especializado en la ficción fantasmal.

Nació en la rectoría de Goodnestone, Kent, lugar donde su padre ejercía como coadjutor. Desde los seis años sintió una gran afición a la literatura antigua y la bibliofilia. Se educó en el elitista "Eton College", pasando posteriormente a Cambridge, al "King's College", siendo con el tiempo director y vice-director de ambos.

Sus cuentos de terror destacan por el desarrollo de efectos sutiles enmarcados en una atmósfera de inquietud y zozobra, a menudo en un contexto de trivialidad y sentido común que sirven de contrapunto y contraste. Nunca falta en sus obras cierto escepticismo, una pincelada de ironía y humor, así como el trasfondo de una gran cultura erudita. Fue, y sigue siendo, uno de los maestros del relato corto de fantasmas, único género no académico en el que ejerció la creación.

Su vida fue la de un anticuario preocupado por la continua investigación del pasado, entre viejos manuscritos, clases y reuniones docentes, visitas a antiguas ruinas, bibliotecas polvorientas e iglesias dejadas de la mano de Dios. No contrajo nunca matrimonio ni tuvo hijos. La universidad, Eton, y los libros constituyeron toda su existencia. Fue medievalista de prestigio contrastado, lingüista y estudioso bíblico. Tradujo el Apocryphal New Testament (Nuevo Testamento Apócrifo) en 1924.

Entre sus intereses y aficiones cabe mencionar la arqueología (llegó a ser miembro del departamento de arqueología del museo Fitzwilliam); la paleografía (catalogó muchas de las colecciones manuscritas de Cambridge, una tarea que le llevó 40 años completar, además de prologar el Romance of Alexander, conservado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford); la filología y el arte sacro (descubrió un mural del siglo XV en la capilla de Eton, y restauró los vitrales de la capilla del King's College); en suma, las antigüedades (fue miembro de la Society of Antiquaries) en estudios históricos y bibliográficos, revisando ejemplares para las sociedades bibliográficas e históricas especializadas. Sin olvidarnos de la traducción (como por ejemplo una excelente versión inglesa de los Cuentos de Hans Christian Andersen), el ensayo, o la disertación académica con The Apocalypse of St. Peter (El Apocalipsis según San Pedro) con el que fue distinguido con la orden Fellow of King's en el King's College. Sus investigaciones le condujeron al extranjero, a países como Chipre, Dinamarca, Baviera, Austria o Suecia, donde precisamente situó su ghost story Count Magnus, El conde Magnus, inspirada en el personaje real del siglo XVII, el conde Magnus Gabriel de la Gardie.

Aunque este tipo de historias no constituyó para él sino un pasatiempo, es aquello que más se recuerda de su producción; en cuanto a sus estudios eruditos, sólo poseen interés para los especialistas. Escribía estos relatos por puro entretenimiento, como alivio de sus trabajos intelectuales. Admiraba al escritor irlandés Sheridan Le Fanu, siendo ésta quizás la influencia más representativa en sus obras. Esta admiración lo llevó en 1923 a publicar una antología con sus mejores cuentos y a volver a ponerlo de moda: El fantasma de Madame Crowl. En el prólogo de este libro llegó a afirmar que Sheridan Le Fanu era muy superior a Poe.

Si para muchos M. R. James es el mejor escritor de ghost stories, él reconocía con tal calificativo sin embargo a Le Fanu. James trata siempre de distanciarse del fantasma victoriano, característicamente lívido, estático y digno de compasión por su desdicha. Las apariciones espectrales de James son manifestaciones abominables, criaturas cuya procedencia no puede ser sino el Infierno, seres a veces extravagantes, repugnantes o infrahumanos, apenas descritos y cuasi monstruosos. En palabras de Howard P. Lovecraft:

En sus relatos abunda un sano humor socarrón y algún atisbo nada convencido de aclaración racional para los misterios que se nos muestran, detalle también desusado en la literatura del género hasta la fecha aunque, en sus propias palabras, "este resquicio debe ser tan estrecho que apenas sea practicable", para que así el relato no pierda fuerza ni quede reducido a una mera sugestión enfermiza de sus protagonistas en un momento dado de la trama.

James llegó a citar las características de cuento de fantasmas clásico en el prefacio de Ghost and Marvels (The World's Classics, Oxford, 1924): "Dos ingredientes de la máxima importancia para guisar un buen cuento de fantasmas son, a mi juicio, la atmósfera y un crescendo hábilmente logrado", a lo que no debemos olvidar añadir "cierto grado de realismo". Si bien en lo primero no alcanza a menudo el nivel de su predecesor Arthur Machen, con su peculiar estilo de atmósfera envolvente y opresiva, o contemporáneos como Lovecraft. Pero, respecto al adecuado desarrollo de la historia, se muestra como un maestro consagrado. Ese crescendo que conduce al desenlace final entre el engendro y el atribulado protagonista, logra mantener en una atenta tensión hasta el clímax final. "Seamos, pues, presentados los personajes con suma placidez; contemplémoslos mientras se dedican a sus quehaceres cotidianos, ajenos a todo mal presentimiento y en plena armonía con el mundo que les rodea". Sus personajes hablan, viven, se mueven, como sus potenciales lectores de principios del siglo XX.

Hasta la irrupción de James, los fantasmas pertenecían a otros tiempos; James los instala en la sociedad burguesa de la época. Para inducir esta familiaridad cotidiana, utiliza un relajado humor, expresión coloquial en los diálogos, y una finísima ironía británica. "En esta atmósfera tranquilizadora, hagamos que el elemento siniestro asome una oreja, al principio de modo discreto, luego con mayor insistencia, hasta que por fin se haga dueño de la escena". No revelar nunca por completo al fantasma, dejando a la imaginación del lector la recreación de lo vagamente sugerido, se ve ya claramente en Le Fanu, aunque James la forja impecablemente superando a su maestro en el firme propósito de inquietar acumulando indicios apenas discernibles, pero que progresivamente terminan por volverse agobiantes. Lo que más inquieta es precisamente lo que James menciona de pasada, detalles aparentemente carentes de importancia y que cobran todo su significado en el desenlace final. Sólo la víctima no sospecha nada. La angustia no está en ella, como ocurre en los cuentos de Le Fanu o Guy de Maupassant, sino en el lector. Esta técnica permite a M. R. James conservar el suspenso hasta el último segundo, en el que el monstruo se abate brutalmente sobre la víctima, que al fin abre los ojos a la realidad.

"Los fenómenos espectrales deben ser malévolos más que beneficiosos, ya que la emoción que hay que suscitar ante todo es el miedo"; adiós, pues, a fantasmas dignos de compasión, "debe evitarse escrupulosamente la jerga técnica del ocultismo o pseudociencia, con objeto de que la verosimilitud casual no se vea ahogada por una pedantería nada convincente". Por eso, además, en todas sus historias muestra de forma despreciativa sus excelsos conocimientos en las diversas materias que marcaron su vida. Sus protagonistas son como él, hombres apacibles, comedidos, íntegros, sin sospechosos antecedentes relacionados con sucesos paranormales: arqueólogos ("Aviso a los Curiosos"), anticuarios ("El Diario de Mr. Poynter"), paleógrafos ("El Maleficio de las Runas"), latinistas ("El Tesoro del Abad Thomas"), estudiosos de la Biblia ("El Tratado Middoth"), historiadores ("Número 13"), bibliotecarios, y demás personajes relacionados con sus propias inquietudes. Del mismo modo, también sus escenarios, además de comunes y reconocibles para sus contemporáneos, cabría calificarlos de pertenecientes a ambientes eruditos, reflejando su propio hábitat natural: bibliotecas, archivos olvidados, iglesias, cementerios, posadas rurales alejadas de la ciudad, escenarios donde él se sentía a gusto, transmitiendo al lector su propio amor por esos sitios.

La documentación de los ambientes es minuciosa, pero falsa: se inventa libros, manuscritos o citas en latín que dan mayor calado a los sucesos que se narraban en sus cuentos, mecanismo que copiaron de él autores posteriores.

La obra de M.R. James en cuanto al relato de fantasmas se compone de 31 relatos reunidos en los cinco volúmenes:

Existen además tres relatos sueltos no aparecidos en ninguna de las colecciones del autor: "The Experiment: A New Year's Eve Ghost Story," en The Morning Post (31 de diciembre de 1931), "The Malice of Inanimate Objects" en The Masquerade 1.1 (junio de 1933) y "A Vignette" publicado en forma póstuma en el London Mercury (noviembre de 1936), así como también la nota en forma de ensayo corto "Ghosts—Treat Them Gently!" (or "A Ghostly Cry"), aparecida en el London Evening News (17 de abril de 1931). Estos cuatro textos fueron finalmente publicados junto a otras historias de M.R. James en el libro "Casting the Runes and Other Ghost Stories", editado y prologado por Michael Cox a través de Oxford University Press, en julio de 1987.



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