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Madrigalista



El madrigal[1]​ es una composición de tres a seis voces sobre un texto secular, a menudo en italiano. Tuvo su máximo auge en el Renacimiento y primer Barroco. Musicalmente reconoce orígenes en la frottola, posee una letra profana, armonía contrapuntística, y lenguaje popular. Generalmente el nombre se asocia al Madrigal de fines del siglo XII y principios del siglo XIV en Italia, compuestos en su mayoría para voces a capella, y en algunos casos con instrumentos doblando las partes vocales.

El madrigal fue la forma musical secular más importante de su tiempo. Floreció especialmente en la segunda mitad del siglo XVI, perdiendo su importancia alrededor de la tercera década del siglo XVII, cuando se desvanece a través del crecimiento de nuevas formas seculares como la ópera, y se mezcla con la cantata y el diálogo.

Su difusión se inició con el "Primer Libro de Madrigales" de Philippe Verdelot, publicado en Venecia en 1533. Esta publicación tuvo un gran éxito y la forma creció rápidamente, primero en Italia, y hacia el fin del siglo, a varios otros países de Europa.

El madrigal fue especialmente apreciado en Inglaterra, desde la publicación en 1588 de "Música Transalpina" de Nicholas Yonge -una colección de madrigales italianos con sus textos traducidos al inglés- que inició por sí misma una cultura inglesa del madrigal. Allí tuvo incluso vida mucho más larga que en el resto de Europa; los compositores continuaron produciendo obras de maravillosa calidad aún después de que pasara de moda en el resto del continente.

Los autores tardíos fueron particularmente ingeniosos con el denominado "madrigalismo", una técnica mediante la que los pasajes asignados a una determinada palabra expresan musicalmente su significado. Por ejemplo la palabra "risa" en un pasaje de notas rápidas que imitan carcajadas, o "suspiro" en un pasaje donde la nota cae a un tono inferior. Esta técnica se conoce también como "pintura de palabras", y puede encontrarse no solo en los madrigales, sino también en otras composiciones vocales de la época.

Los madrigalistas tardíos más importantes fueron Luca Marenzio, Carlo Gesualdo y Claudio Monteverdi. Este último integró en 1605 el bajo continuo dentro del madrigal, y después publicó el libro "Madrigali guerrieri et amorosi" (Madrigales de guerra y de amor), que es, así mismo, un ejemplo de la música Barroca temprana. Algunas de las composiciones de este Libro tienen poca relación con los madrigales "a capella" del siglo anterior.

En España no hubo las transformaciones humanas ni religiosas que la Reforma ocasionó en muchos países de Europa. Después de la Reforma, la influencia de los reyes católicos siguió siendo muy poderosa, y durante esta hubo mucha producción musical. La mayoría de las producciones estuvieron dedicadas a la música sacra.

El origen del madrigal viene de Italia del siglo XIV, se deriva de la frottola, de escritura homófona e isométrico. De todas formas no será este primer madrigal el que influya en los compositores españoles, sino el del siglo XVI, que tiene un estilo contrapuntístico e imitativo, gracias a los músicos como Willaert. Este género sorprende sobre todo a los músicos de Cataluña como Pedro de Alberch Vila; los castellanos y andaluces no aceptaron el término, pero si la forma. El madrigal en España puede definirse como una composición musical polifónico – vocal, sobre textos poéticos muy refinados, tanto por su lenguaje como por su contenido, sin estribillo, con música para toda la letra y de estilo imitativo, un poco a semejanza del motete, con el cual por cierto se le suele comparar, salvo por el texto, de carácter profano.

La importancia que se le dio a la música en la Iglesia española fue tan grande que produjo un gran movimiento de competencia entre los autores, de tal manera que quien no tuviera una producción considerable y de buena calidad, podría terminar relegado a los últimos puestos de las capillas catedralicias.

Bajo el reinado de Isabel y Fernando se habían manifestado los primeros intentos de los músicos españoles para librarse de las influencias francesa e italiana, que predominaban desde el siglo XV. Durante el reinado de Carlos V, él sostuvo la capilla más rica y excelente de toda la cristiandad, y se integraba fundamentalmente por músicos españoles.[2]

Algunos de los compositores españoles de la época, son: Gabriel Gálvez, Andrés Torrentes, Melchor Robledo, Pere Alberch Vila, Juan Navarro, Rodrigo de Ceballos, Ándres de Villalar, Mateo Flecha, Pedro y Francisco Guerrero, Fernando de las Infantas, Juan Esquivel y el gran Tomás Luis de Victoria. La mayoría de ellos estuvieron bajo el patrocinio eclesiástico, y la gran mayoría quiso convertir su producción musical en una forma de facilitar la comunicación entre el hombre y Dios.[3]

Y en especial:

Desde muy joven presta sus servicios como músico, al Infante D. Luis, hijo de D. Manuel I de Portugal. En 1565 y con el apoyo de Felipe II, sobrino de D.Luis, es enviado al Colegio Germánico de Roma donde es discípulo de G. P. da Palestrina para luego, en 1573, convertirse en su sucesor en la cátedra. Amigo personal de Felipe de Neri, junto a él se retira durante ocho años al Convento de San Gerolamo della Caritá, donde escribe gran parte de su mejor producción musical y del cual sale en 1585.

Es autor de numerosas obras: Magníficat (1581), Motecta libri duo (1583), Missa Quarti Toni y Missarum libri duo (1583) dedicado a D. Felipe II; Officium Hebdomadæ Sanctæ (1583); y otras obras de polifonía vocal. Es muy famoso su Officium Defunctorum (1603), escrito a seis voces y el cual contiene la Missa Pro Deffunctis, un Motete, un Responsorio y una Lección; esta obra publicada en 1605, fue compuesta para las exequias de la Emperatriz María, hermana de D. Felipe II (In Obitv et obsequiis Sacræ I Emperatricis, Matriti Ex Tipographia Regia). Desde 1585 y hasta su muerte en 1611, se desempeñó como organista del Convento de la Carmelitas Descalzas Reales de Madrid.

En su espectáculo Mastropiero que nunca, el grupo argentino de humor Les Luthiers interpreta un madrigal denominado La Bella y Graciosa Moza Marchóse a Lavar la Ropa , la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, la frotó sobre una piedra, la colgó de un abedul, con el cual comienza el espectáculo.



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