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Mala onda



Mala onda es una novela Bildungsroman escrita por el chileno Alberto Fuguet y publicada en Buenos Aires en 1991.[1]

La obra más popular de Fuguet y quizás la más representativa de la llamada "nueva narrativa" que surgió en el Chile postdictatorial, Mala onda está escrita en un lenguaje ácido y cinematográfico, con abundantes referencias a la cultura pop norteamericana y chilena de finales de los años 1970. En 2011 fue reeditada según indicaciones del autor, aunque sin sufrir cambios sustanciales. En 2007 Fuguet planeó dirigir una adaptación cinematográfica de Mala onda, así como escribir una secuela (titulada Matías Vicuña, como el protagonista de la novela), pero más tarde renunció definitivamente a ambos proyectos. Un capítulo de esta secuela, titulado Nosotros, se publicó en la antología de cuentos de Fuguet Juntos y solos.

Mala onda empezó originalmente como una historia corta que Fuguet escribió en el taller literario de Antonio Skármeta, llamada El Coyote se comió al Correcaminos. Este título fue usado luego como el nombre de uno de los álbumes del rockero ficticio Josh Remsen, que aparece en la novela.

El libro contiene paralelismos y referencias a The Catcher in the Rye (1951).

Ambientada en Santiago durante los días que rodean el plebiscito de septiembre de 1980 (el cual decidiría la aprobación de una nueva Constitución y la permanencia en el poder del dictador Augusto Pinochet durante ocho años más), la historia está narrada en primera persona por su protagonista, Matías Vicuña, un adolescente chileno de 17 años hijo de padres acomodados y arribistas. Recién llegado de un estimulante viaje de estudios en Río de Janeiro —en donde conoce nuevos mundos, disfruta de su libertad al máximo y comparte con Cassia, una chica de la zona, un impetuoso romance—, se deprime al reencontrarse con un Chile gris, sitiado por los militares. La vida de Matías transcurre entre las fiestas, el consumo de alcohol y drogas, el rock, el sexo, la apatía y el tedio que le genera vivir en un país retrógrado, frívolo y sometido a una dictadura tanto física como moral.

Matías no está contento de volver a su ciudad natal; después de tanto placer y liberación, reencontrarse con la represión, el conservadurismo y el encierro del Chile dictatorial no le hace mucha gracia. Pero ya de regreso en Santiago, nuevamente se sumerge en su rutina habitual, un mundo marcado por el alcohol, las drogas y la decadencia de una clase social que en aquel entonces concentra el poder económico y político y, por ende, tiene las libertades propias que esto otorga. Matías se reúne con sus amigos en el Juancho's, un bar que frecuentan los jóvenes de la clase alta. Allí trabaja Alejandro Paz ("el gran Alejandro Paz de Chile"), barman que, a pesar de sus ideales marxistas, comparte con Matías un profundo amor por la cultura norteamericana (lee revistas en inglés, se mantiene muy informado sobre lo que pasa en Estados Unidos y sueña con vivir allí).

Cierto día surge la idea de ir por el día a Reñaca; allí Matías y sus amigos Cox, Lerner, Patán y Nacho se encuentran con Papelucho, el otro miembro del grupo, que aparece acompañado de un amigo estadounidense, Rusty. Este causa sensación entre todos los presentes, menos en Matías, quien con su presencia se siente cada vez más relegado del grupo, hasta que finalmente decide abandonarlos y regresar a Santiago por su cuenta.

El lunes vuelven a clases, y después se celebra el cumpleaños de Rosita Barros, una compañera de curso, pero esa misma tarde los amigos de Matías organizan un “carrete” en casa de Rusty. Hay muchas drogas, alcohol y buena música. Sin embargo, Matías nuevamente se aburre y se va al cumpleaños de Rosita, sólo para ver a Antonia, la chica de la que está enamorado. Allí no es muy bien recibido debido a su actitud apática y decide retirarse. Así es como, poco a poco, Matías empieza a caerle mal a la gente y a alienar a sus propios amigos, a entrar en decadencia y a perder incluso la capacidad de goce.

Borracho y deprimido, esa misma noche lee un libro que le había prestado y recomendado Alejandro Paz, The Catcher in the Rye de J. D. Salinger, el cual le marca profundamente, sintiéndose plenamente identificado con el protagonista, Holden Caulfield. A la mañana siguiente decide no asistir a clases e intenta desesperadamente comunicarse con Paz para comentarle sobre el libro, sin conseguirlo. Luego se reúne con Flora Montenegro, su profesora de castellano y confidente, en un restorán naturista. Ella le dice que el libro es muy juvenil, muy obvio. Matías se marcha un tanto desilusionado después de esta conversación.

Al llegar a casa, se entera de que su familia está organizando una fiesta para esa noche, con motivo de celebrar el onomástico de su tío abuelo, Sergio. En la fiesta, el ambiente se pone un poco denso ya que, envalentonados por el alcohol, los invitados empiezan a actuar de acuerdo con sus sentimientos. Así, Matías descubre a su madre tomada de la mano de Sandro, el socio de su padre; a su vez, el padre de Matías observa también toda la situación sin siquiera molestarse. En la mesa, el agasajado tío Sergio hace un comentario que provoca la risa general, pero que ofende profundamente a Matías, así que este lo increpa en fuertes términos delante de todos los presentes. Esto motiva un enfrentamiento con su madre y Matías decide irse de casa, llevándose únicamente el libro de Salinger, un cheque en blanco y unos gramos de cocaína que descubre ocultos en la habitación de su padre.

Después de recorrer Santiago en busca de algún lugar donde pasar la noche bebiendo, termina alojándose en el City Hotel y gastando mucho dinero, al igual que su héroe Holden Caufield. Al día siguiente, Matías compra una gorra de cazador similar a la que usa Caulfield en la novela, y una edición del Village Voice que anuncia en su portada una entrevista realizada a Josh Remsen, un músico norteamericano casi desconocido del que Alejandro Paz le había hablado pocos días antes. Al leer la entrevista, se sorprende por las similitudes entre Remsen, Holden Caulfield y él mismo.

Mientras está de compras en el centro, se produce una manifestación pacífica contra la dictadura, la cual es rápidamente reprimida por Carabineros. Matías se esconde en el Café Haití, donde se encuentra casualmente con su abuelo. Ambos se ven obligados a desalojar el lugar y, en medio de las bombas lacrimógenas y la brutalidad policial, consiguen refugiarse en el Club de la Unión, del cual el abuelo de Matías es socio. Después de charlar un rato, su abuelo toma un taxi y se va, no sin antes ofrecer a Matías llevarlo de vuelta a casa, pero él prefiere quedarse en el club. Matías quiere un cambio drástico y decide raparse la cabeza. Mientras está cortándose el cabello en la peluquería del club, llega su padre, quien había sido secretamente avisado por el mozo del club, a instancias del abuelo de Matías.

El padre de Matías decide llevar a su hijo a una casa de masajes para compartir con él una desenfrenada noche llena de drogas y sexo con prostitutas. Luego le confirma entre lágrimas que efectivamente Sandro y la madre de Matías son amantes, por lo que el matrimonio está a punto de romperse a pesar del amor que siente el padre de Matías por su esposa. Ambos, padre e hijo, se unen como nunca antes y deciden volver juntos al departamento.

El epílogo tiene lugar algunos días después del plebiscito, en el que el dictador Pinochet ha logrado obtener un cómodo triunfo. Alejandro Paz, que había sido acusado de subversión y detenido antes del plebiscito, consigue la visa para exiliarse a Estados Unidos, pero antes de marcharse le obsequia a Matías varias de sus revistas y el disco El Coyote se comió al Correcaminos, de Josh Remsen. Loreto, la mejor amiga de la madre de Matías y exesposa de Sandro, se suicida al enterarse de la relación que mantienen estos. La madre de Matías escapa a Buenos Aires, seguramente para reunirse allí con su amante, y las hermanas de Matías se van a vivir juntas en casa de la mayor de las tres, por lo que él y su padre se encuentran solos. Matías decide ir a dar una vuelta al cerro San Cristóbal para despejarse y dejar atrás la mala onda que ha acarreado durante tanto tiempo y, mientras desciende en su bicicleta y siente el fuerte golpe del viento, ve a lo lejos nuevamente una luz en el horizonte ("Sobreviví, concluyo. Me salvé. Por ahora".).

En Familiar Patterns: Rejection and Fleeing in the Narrative of the McOndo Generation (2011), Teresa M. Lorenz sostiene que "al contemplar la manera en que sus padres valoran las expectativas sociales, especialmente las relativas a los roles de género y la conservación de su imagen familiar, Matías se da cuenta de que no está conforme con ser forzado a llevar una máscara para poder encajar. Ha estado imitando en lugar de ser, a la vez que oculta el disgusto hacia su familia, su vida y su país que realmente yace en su interior".



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