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Mansplaining



La palabra mansplaining es un neologismo anglófono basado en la composición de las palabras man (hombre) y explaining (explicar), que se define como «explicar algo a alguien, especialmente un hombre a una mujer, de una manera considerada como condescendiente o paternalista».[1][2]​ En español, el neologismo machoexplicación tiene cierto uso y comparte el mismo carácter informal del original inglés, siendo reconocida como una alternativa válida por la Fundéu, aunque recomienda que se usen los más formales «condescendencia machista» o «condescendencia masculina» si el contexto lo permite.[3]

Lily Rothman del The Atlantic lo define como «explicar sin tener en cuenta el hecho que la persona que está recibiendo la explicación sabe más sobre el tema que la persona que lo está explicando;(validando falacias de autoridad) este comportamiento suele darse de forma habitual por parte de un varón hacia una mujer»,[4]​ y Rebecca Solnit[5]​atribuye el fenómeno a una combinación de «exceso de confianza e ignorancia» que algunos varones muestran.[6]​ Este neologismo[7]​ se presentó simultáneamente en varios lugares, por lo que su origen es difícil de establecer de forma unívoca.[7]​ En un artículo de opinión titulado Men Explain Things to Me (Los hombres me explican cosas), Solnit cuenta una anécdota acerca de un varón en una fiesta que se le acercó diciendo que sabía que ella había escrito algunos libros, ella respondió hablando de su más reciente libro sobre Eadweard Muybridge con lo cual él la interrumpió y le preguntó si había «oído hablar del libro sobre Muybridge más importante que había salido este año», sin saber que ella era la autora.[8]​ El término pronto se hizo muy popular entre blogueras feministas y en los comentarios de la escena política, como un término muy necesario para definir un concepto antiguo y una experiencia frecuente.[4][7]​ El término fue seleccionado en la lista de palabras del año 2010 del New York Times;[7]​ nominado término más creativo del mundo en 2012 por la American Dialect Society;[2]​ añadido a la versión en línea del Oxford Dictionaries en 2014;[9]​ y dio lugar a construcciones paralelas como whitesplaining y rightsplaining.

El concepto mansplaining comprende una mezcla heterogénea de comportamientos que tienen en común el menosprecio del hablante hacia quien escucha por el único hecho de que quien escucha es una mujer y por lo tanto le supone una capacidad de comprensión inferior a la de un varón. Este concepto también incluye situaciones en las que un varón monopoliza la conversación con el único propósito de jactarse y aparentar ser más culto que la mujer que escucha.

El ensayo original de Rebecca Solnit extrapoló el concepto a las consecuencias que el mansplaining produce: como resultado, las opiniones emitidas por una mujer (sea del público general como profesionales o expertas en algún área) son sistemáticamente infravaloradas o necesitadas del respaldo de un varón para ser validadas. Este hecho es un síntoma de un comportamiento muy extendido que disuade a las mujeres de manifestarse públicamente o de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo; este comportamiento condena a las jóvenes al silencio ya que concluyen (como ocurre a causa del acoso callejero), que éste no es su mundo. Nos acostumbra al cuestionamiento y la limitación femeninas a la vez que fomenta el exceso de injustificada confianza masculina.

El mansplaining se diferencia de otras muchas formas de condescendencia al estar específicamente ligado al género y basado en suposiciones sexistas que dan por sentado que los varones son habitualmente más cultos o más inteligentes que las mujeres.

El mansplaining se considera un acto paternalista que ahonda las divisiones de género. El concepto se ha generalizado para incluir discriminaciones raciales y otros sesgos políticos, como whitesplaining (de white=blanco) o rightsplaining (right=derecha).

La utilidad del término se ha puesto en duda.[10]​ Debido a su naturaleza específica a un género y su connotación negativa, Lesley Kinzel lo describió como intrínsecamente tendencioso, esencialista, despectivo y un doble estándar.[11]Cathy Young lo llamó «un término peyorativo para argumentos masculinos sobre el género supuestamente obtusos y arrogantes, que al parecer ahora también se aplica al desacuerdo femenino».[12]​ En un artículo para The Washington Post de 2016, Young escribió que es uno más de varios términos que usan man como un prefijo despectivo y que esta convención es parte de un «ciclo actual de misandria».[13]​ En su libro de 2014, la propia Solnit expresó sus dudas acerca del uso del término: «Me parece que lleva un poco a la idea de que los hombres tienen este tipo de defecto por naturaleza, más que a la idea de que son algunos hombres los que explican cosas que no deberían y no escuchan cosas que deberían».[14]​ Desde que la palabra se ha vuelto más popular, algunos comentaristas han puesto en evidencia que se ha hecho una apropiación indebida y un uso excesivo del neologismo alterando así su significado original y haciendo un uso que puede ser contraproducente o, en algunos casos, provocador.[15][16]​ Joshua Sealy-Harrington y Tom McLaughlin escribieron en The Globe and Mail que el término había sido usado como ad hominem para silenciar debates.[17]



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