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Manuel Gálvez



Manuel Gálvez (Paraná, Entre Ríos, 18 de julio de 1882 - Buenos Aires, 14 de noviembre de 1962) fue un narrador, poeta, ensayista, historiador y biógrafo argentino, tres veces candidato al premio Nobel de literatura, y uno de los escritores argentinos más traducidos.[1]​ Partícipe de la reacción contra el positivismo entre la intelectualidad argentina, fue un preconizador del componente «hispánico» de la nacionalidad argentina así como un duro crítico del cosmopolitismo.[2]

De una antigua familia criolla (descendía del fundador de Santa Fe y Buenos Aires, Juan de Garay), acomodada y entregada a la política (su abuelo paterno, José Toribio de Gálvez, 1818-1874, había sido diputado de la Honorable Asamblea Constituyente de la provincia de Santa Fe), recibió una esmerada educación con los jesuitas en esta región, donde transcurrieron los años iniciales de su vida, y estudió Leyes en Buenos Aires, aunque no quiso hacer carrera política ni entregarse a la abogacía. En 1903 fundó y dirigió con Ricardo Olivera, otro joven de diecinueve años, la revista Ideas[1]​ y se licenció en 1904. Al año siguiente (1905) se doctoró con una tesis sobre la trata de blancas[3]​ y empezó a viajar por Europa; primero fue a París, luego a España, donde contactó con la Generación del 98 en pleno tricentenario del Quijote; allí se comprometió con la Hispanidad. Regresó en 1906 y fue nombrado inspector de enseñanza secundaria, cargo que desempeñó hasta 1931. Hizo por entonces su única aproximación a la lírica con dos libros, El enigma interior (Buenos Aires: [s.p.i.], 1907) y Sendero de humildad (Buenos Aires: Moen, 1909), de sesgo posmodernista y centrados en las preocupaciones religiosas del autor, recientemente convertido al Catolicismo. El 21 de abril de 1910 se casó con la poetisa Delfina Bunge y el mismo año empezó a mostrar sus preocupaciones nacionalistas, presentes ya en los artículos de Ideas. Junto a Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones se comprometió con la denominada "reacción nacionalista" y su ideario nacionalista católico que culminaría en el golpe de estado de 1930.[4]

Desde la prensa defendió la profesionalización del escritor y se convirtió en un activo promotor de empresas culturales, revitalizando la vida literaria y periodística de la nación. Publicó las primeras obras de no pocos autores jóvenes desde las empresas editoriales que llegó a dirigir y propagó generosamente sus méritos mediante la crítica literaria en sus artículos periodísticos. Su primera obra importante fue El diario de Gabriel Quiroga. Opiniones sobre la vida argentina (Buenos Aires: Moen, 1910), novela que suponía ya su acercamiento a la "reacción nacionalista" luego reforzado con su novela El solar de la raza, (1913); luego siguió una multitud de novelas que se proponen hacer pensar en él como el Benito Pérez Galdós argentino, con la pretensión de reflejar fielmente todos los aspectos de historia reciente y de la sociedad contemporánea en su país. Así se lo propuso conscientemente el propio autor, como declaró en sus Memorias:

La diferencia principal entre el proyecto de escritura de Gálvez y los grandes proyectos creativos de la Francia decimonónica reside, según María Teresa Gramuglio, en la falta de la reflexión crítica que acompañaba la descripción social de los franceses.[5]​ Por eso, según Gramuglio, "es de temer que la comparación de ese 'plan ambicioso' con los de las que Roland Barthes llamó 'grandes cosmogonías novelescas' no resista un escrutinio severo".[6]

Obtuvo el premio Municipal con Nacha Regules (1919) y el Nacional con El general Quiroga (1932).[1]​ Acaso su novela más conocida sea El mal metafísico (1916), que pretende describir a su generación. Muy lograda es su novela El gaucho de los cerrillos. Como ensayista, si dejamos fuera sus innumerables artículos periodísticos, empezó con Informe sobre el paro forzoso (Buenos Aires: Alsina, 1913). En cuanto a la ideología nacionalista, tradicionalista, católica y derechista del autor, puede leerse por ejemplo un pasaje de su novela La maestra normal (1914):

Hacia el final de su vida dio a la luz los cuatro tomos de su extensa autobiografía Recuerdos de la vida literaria (Hachette, 1960-1965, 2.º ed.), que registra en detalle su carrera de escritor. "Capítulos enteros se dedican a la preparación, la publicación y la recepción de los libros, con una selección de reseñas críticas a las que Gálvez agrega su propio juicio, por lo general autoelogioso" .[7]​ Por ejemplo, sobre su novela La muerte en las calles (1949), escribió: "No debo esperar que lo lean los fanáticos de Gide o de Sartre. Es un libro sano, para la gente sana. No es un libro artificioso, ni afeminado, ni pretendidamente exquisito, ni snob. Es un libro para los argentinos bien argentinos, de sensibilidad y corazón bien argentinos: para los hombres verdaderamente hombres y para las mujeres verdaderamente mujeres."[8]

Fue elegido académico de la Academia Argentina de Letras y miembro correspondiente de la Real Academia Española en 1928. Fundó la sección argentina del Pen Club en Buenos Aires y fue nominado en tres ocasiones para el premio Nobel de Literatura (1933, 1934 y 1951).[1]

Dejó cincuenta y ocho libros publicados y diez inéditos.[1]​ Entre su obra novelística la crítica destaca las obras siguientes: La maestra normal (Buenos Aires: Nosotros, 1914), El mal metafísico (Buenos Aires: Nosotros, 1916), La sombra del convento (Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1917) y Nacha Regules (Buenos Aires: Pax, 1919), Historia de un arrabal (Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1922), Hombres en soledad (Buenos Aires: Club del Libro, 1938).

Del conjunto de su obra se destacan cinco de sus biografías: la de Hipólito Yrigoyen, la de Juan Manuel de Rosas, la de Domingo Faustino Sarmiento, la de Gabriel García Moreno, presidente del Ecuador y la de Aparicio Saravia. También escribió una biografía de Ceferino Namuncurá: "El santito de la toldería".



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