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María Izquierdo (pintora)



¿Qué día cumple años María Izquierdo (pintora)?

María Izquierdo (pintora) cumple los años el 30 de octubre.


¿Qué día nació María Izquierdo (pintora)?

María Izquierdo (pintora) nació el día 30 de octubre de 1902.


¿Cuántos años tiene María Izquierdo (pintora)?

La edad actual es 121 años. María Izquierdo (pintora) cumplirá 122 años el 30 de octubre de este año.


¿De qué signo es María Izquierdo (pintora)?

María Izquierdo (pintora) es del signo de Escorpio.


¿Dónde nació María Izquierdo (pintora)?

María Izquierdo (pintora) nació en San Juan de los Lagos.


María Cenobia Izquierdo Gutiérrez (San Juan de los Lagos, Jalisco, 30 de octubre de 1902 - Ciudad de México, 2 de diciembre de 1955) fue una pintora mexicana, la primera en exponer sus obras fuera de México, en 1930. Su primera exposición tuvo lugar en el Art Center de la ciudad de Nueva York. Aunque la mayoría de sus biógrafos aceptan el año 1902 como el de su nacimiento, algunos otros (véase Diccionario Larousse) afirman que fue en 1906. Su obra se caracteriza por el uso de intensos colores y temáticas que incluyen autorretratos, paisajes, naturaleza y muestras claras de surrealismo.

A los cinco años de edad perdió a su padre, por lo que desde pequeña su educación fue delegada a sus abuelos hasta que su madre se casó nuevamente. Su infancia fue probablemente la razón de sus fuerzas libertarias como artista.

Sus primeras obras, las que comprenden el período de 1927 a 1930, muestran su entorno más inmediato: retratos de sus seres queridos y amigos, como el Retrato de Belem (1920), o Niñas durmiendo (1930), el cual es el retrato de su hija Amparo y una sobrina; así como naturalezas muertas y paisajes. Los paisajes revelan mucho del entorno que la envolvió en su tránsito desde su infancia rural y la vida adulta en la Ciudad de México. En algunas de sus obras aparecen incluso algunas industrias, las cuales existían contundentemente en el entorno y que, de esa manera, en 1930 llevó a cabo una composición de la cementera La Tolteca, con la que participó en un concurso artístico convocado por la misma empresa y que le otorgó una mención honorífica especial del jurado.

La obra de la pintora está incluida dentro del contexto del arte posrevolucionario. Sus pinturas tienen importantes vínculos con el arte de vanguardia, pero relacionados con la mexicanidad. Izquierdo renunció a mostrar una historia anecdótica y a representar la figura del mestizo tal como se muestra en el mural Epopeya del pueblo mexicano donde el muralista Diego Rivera "con una libertad de la que pocos artistas de la época gozaban, (...) desplegó su propia visión de la historia, con uno de los principios que regían entonces en el muralismo en edificios públicos".[1]​ En lugar de esto, Izquierdo utilizó colores brillantes y fuertes, que forman atmósferas sombrías en tonalidades ocres y terrosas.[2]​ A pesar de esto Izquierdo fue considerado por varios críticos de arte, escritores y poetas como pinturas primitivistas. En 1936, cuando el poeta Antonin Artaud visitó México refirió “Incuestionablemente María Izquierdo está en comunicación con las verdaderas fuerzas del alma india”.[3]

Las pinturas de María Izquierdo tiene una iconografía variada ya que incluye naturalezas muertas, autorretratos, retratos, bodegones, altares de dolores, escenas de circo entre muchas obras. Una de las principales características de su obra es la reiteración de la figura femenina en muy diversos escenarios. En muchas de sus obras reinterpretó las tradiciones mexicanas y creó atmósferas sobre los objetos populares que ella seleccionó. Además de estas aproximaciones, es importante realizar un estudio de género, para profundizar en la forma cómo entendió y representó a las mujeres.

Durante la década de los treinta, Izquierdo se formó parte de un grupo contra fascista, coordinó Carteles Revolucionarios Femeninos para Bellas Artes. En esa exhibición participó con el carte Pulquería El Atorón y compartió la escena con otras artistas como Lola Álvarez Bravo, Regina Pardo, Celia Arredonde entre otras. Asimismo participó como miembro activo de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarias y contribuyó en la causa de la expropiación petrolera realizando una subasta de arte mexicano. En esa misma década dio una conferencia por radio titulada "La mujer y el arte" donde analizó el papel de las mujeres en dicho contexto.[4]​ En ese texto estableció los límites y las condiciones de posibilidad de la mujer posrevolucionaria, denunciando la opresión en la que viven las mujeres. Posteriormente, en la década de los cuarenta, escribió para la Revista Hoy varios textos donde exhibían cómo las problemáticas de la mujer artista.[5]​ Además Izquierdo también denunció que muchas mujeres atacaban el trabajo de las mujeres artistas por desconocimiento.

Izquierdo se le considera como una feminista ya que sus obras muestran a la mujer como una figura protagónica.[6]​ Izquierdo realizó múltiples maternidades, retratos, y en la década de los cuarenta representa mujeres desnudas, arrodilladas y atadas a columnas en espacios metafísicos y atemporales, rodeados de lunas y estrellas. Estas mujeres muestran una gestualidad dolorosa y de desesperación. Esta pinturas están influenciadas por la pintura de Antonin Artaud y coinciden con el momento de rompimiento con la relación amorosa con Rufino Tamayo.

La forma cómo Izquierdo representó a la mujer es muy diferente a la forma cómo se representaba la mujer en el arte del México posrevolucionario, que se representa tanto en la pintura mural como de caballete, donde la mujer se asocia constante como madre, maestra y patria. En lugar de esto Izquierdo se atrevió a representar el silencio, el dolor y la melancolía, tal como ocurre en la obra Alegoría al trabajo, donde una mujer desnuda y desesperada se inclina y se cubre el rostro con las manos, esto se sitúa en un paisaje de colinas rojas y doradas. En el segundo plano se la composición se encuentra una figura masculina que semeja una deidad, que surgen del cielo nublado. Esto se conecta con una esfera dorada cubierta con símbolos lunares y estelares. Los rayos de fuego disparadas por la esfera se extienden por el todo el paisaje.[7]

Estas mujeres se caracterizan por su anonimato, en muchos casos los cuerpos han sido decapitados y se manifiesta por la intensa angustia. Estas imágenes están fuera del contexto biográfico y en cambio se presentan en espacios metafísicos, que evidencian la ausencia, vacío y angustia. Estas representaciones de mujeres atormentadas y torturadas contrastan con el gran colorido que poseen y con otras temáticas caracterizadas por su carácter más popular. Las representaciones de las mujeres muestran las condiciones de posibilidad de la mujer en el contexto posrevolucionario, así como las limitaciones y problemáticas a las que se enfrentaban.

En 1945, Izquierdo fue contratada para realizar un mural en el departamento del Distrito Federal. En los murales representados se iba a desarrollar la historia de la ciudad de México. Sin embargo cuando ya estaba trabajando en la realización de los mismos, recibió una nota donde se cancelaba el mural. Se argumentaron razones técnicas, sin embargo se realizó una junta secreta donde Siqueiros, Orozco y Rivera le pidieron a Javier Rojo Gómez que cancelara el proyecto, porque una mujer no tenía las cualidades necesarias para realizar trabajo mural. Actualmente sólo se conservan los bocetos de este proyecto mural. Izquierdo denunció públicamente lo que había ocurrido sin embargo en lugar de recibir apoyo por parte de los críticos y artistas de la época fue injustamente atacada.[8]

Las aportaciones de Izquierdo a la situación de la mujer son determinantes ya que denunció las problemáticas de las mujeres tanto teórica como plásticamente, asimismo se atrevió a acusar la hegemonía cultural del momento. En su lugar Izquierdo mostró otra forma de representar a la mujer, sus espacios, sentimientos y posibilidades.

Durante la infancia, migró a Aguascalientes y después a Saltillo, Coahuila. Muy joven, fue persuadida por su familia de contraer matrimonio con un militar: Cándido Posadas, con quien procreó tres hijos.[9]

En 1927 ingresó a la Academia de San Carlos en donde estudió durante un año. En ella tuvo a algunos maestros como Germán Gedovius y a Manuel Toussaint, aunque cabe mencionar que la influencia más profunda la obtuvo de Rufino Tamayo.

Hacia finales de los años 20, ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en enero de 1928, y se mantuvo como alumna de la antigua Academia de San Carlos hasta junio de 1929. Fue ahí donde se matriculó en la clase de pintura de Germán Gedovius, quien impartía la clase de colorido y composición, y años más tarde en pintura de figura. Cursó historia del arte con Antonio Caso y dibujó con Alberto Garduño. Tomando en cuenta que ella llevaba relativamente poco tiempo en la academia, comenzó a asistir a cursos avanzados, considerando que era una novata; incluso el maestro Germán Gedovius le concedió permiso para no asistir a la escuela y pintar y estudiar desde su casa ya que, como él decía: "la muchacha tenía mucha cabeza para la pintura".

En el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, había una galería de arte, atendida por Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero. En esa galería se llevó a cabo la primera exposición de María Izquierdo, la cual fue muy comentada por las publicaciones de la época. La introducción al catálogo fue escrita por Diego Rivera, quien era ya director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En ese texto plasmó el gran desarrollo que había tenido la joven pintora, a la cual definió como una de las personalidades más atrayentes del panorama artístico y uno de los mejores elementos de la academia, considerándola "un valor seguro; seguro y concreto".

También surgieron muchas reseñas periodísticas sobre sus trabajos. Retrato de Belem, una de las primeras obras suyas de las que se tiene conocimiento, es un retrato en el que abandonaría el uso de la perspectiva académica, explorando y proponiendo en el terreno de lo compositivo.

Llevar a cabo este tipo de acciones significó cuestionar lo que había aprendido con su maestro Germán Gedovius, el cual le exigió un esfuerzo técnico totalmente distinto. Muchas de sus composiciones, realizadas por María en 1929, rememoran en buena medida los trabajos de las escuelas de pintura al aire libre, las cuales visitaba frecuentemente.

Otra gran influencia que tuvo en esta época fue la del pintor mexicano Rufino Tamayo, el cual impartía clases en la Escuela Nacional de Bellas Artes y tenía afinidad con los proyectos de Diego Rivera. Entre ella y Tamayo hubo una relación profesional y afectiva, hasta que este la abandonó para casarse con Olga. Luego, María tuvo una relación con el pintor sudamericano Raúl Uribe, quien se encargó de vender su obra fundamentalmente a diplomáticos; finalmente, María solicitó el divorcio a Uribe, por sus infidelidades y alcoholismo.

Existen semejanzas entre sus pinturas y las de Tamayo en el período de 1929 a 1933 cuando compartían estudio. Al año siguiente, en 1930, en el Arts Center Gallery de Nueva York se celebró su primera exposición individual en los Estados Unidos, colocándola como la primera expositora mexicana en ese país. Su exposición contemplaba catorce óleos, que incluían naturalezas muertas, retratos y paisajes. En ese mismo año, la American Federation of Arts presentó, en el Metropolitan Museum of Art, una exposición de arte popular y pintura mexicana que incluyó obras de Rufino Tamayo, María Izquierdo, Diego Rivera y Agustín Lazo, entre otros.

La mayoría de sus obras se encuentran en las más importantes colecciones de Museos y de colecciones privadas de arte Mexicano.

Años después de que varios episodios cerebrovasculares la atacaran, una hemiplejia le dio muerte. Murió pobre en la Ciudad de México.[10]​ Sus restos se depositaron en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores, el 22 de noviembre de 2012.[11]



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